EL PAíS › LA SEGUNDA CELDA ITINERANTE EN MAR DEL PLATA
› Por Horacio Cecchi
Desde Mar del Plata
“Es un lugar asqueroso. No entiendo cómo eligen volver a robar”, dijo la señora después de pasar asqueada por la Celda Itinerante, una celda de dimensiones y condiciones reales, instalada en el inmenso salón de la Plaza del Agua, en Mar del Plata. Y lo decía desde su perspectiva de libertad inmobiliaria, entre otras libertades que tenía a disposición, suponiendo que los presos sopesan al robar los beneficios del monoambiente compartido de dos por tres metros, con otros dos o tres compañeros de estancia, baño y kitchinette incluidos e indiferenciados.
El espacio, la Celda Itinerante, es un novedoso proyecto impulsado por funcionarios judiciales marplatenses, que consiste en reproducir exactamente las dimensiones y condiciones de habitabilidad de una celda de aislamiento del penal de Batán, más conocidas como buzones. La muestra, que se presentó exitosamente por segunda vez, intenta sacar de los muros las condiciones de maltrato por las que pasan los presos. Las impresiones que produjo en el público (este cronista fue testigo de ellas) eran de espanto; miedo cuando se cerraba la puerta de metal a sus espaldas; muchos con sensación de encierro; otros, la enorme mayoría, con un fuerte sentimiento de indignación. La celda, con dos camastros de cemento montados uno encima del otro, tiene una pequeña mesa de cemento también y un lavatorio que a la vez funciona como mochila del inodoro, abierto junto a la bacha.
La celda fue acompañada por charlas abiertas de especialistas y una muestra fotográfica de un pabellón real (ver foto).
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