EL PAíS › REFLEXIONES, TEMAS DE DEBATE Y DATOS CLAVE EN MEDIO DE LA CONMOCION POR LA MASACRE
Incluso en medio del dolor, la incertidumbre y la angustia que produjeron el atentado contra Charlie Hebdo y los otros asesinatos surgen espacios de pensamiento. Aquí, un recorrido por algunos de ellos.
› Por Martín Granovsky
Plantear problemas sin de-sesperación por hallar respuestas fáciles y rápidas es un ejercicio que puede hacerse revisando la prensa internacional, con sus datos y sus matices.
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Qué es el terrorismo. El brasileño Leonardo Boff escribió una columna en su site. Tras recordar que “los Estados Unidos y sus aliados occidentales hicieron en Irak una guerra preventiva con una incontable mortandad de civiles”, analiza el atentado de París “como resultado de esa violencia y no como causa originaria”. El efecto, según Boff, consiste en instalar el miedo en toda Francia y en general en Europa. El objetivo del terrorismo sería “ocupar las mentes de las personas y mantenerlas rehenes del miedo”. Para el teólogo brasileño “el significado principal del terrorismo no es ocupar territorios, como hicieron los occidentales en Afganistán e Irak, sino ocupar las mentes”. Si lo logran, ésa será su victoria siniestra. Quiere “ocupar las mentes de las personas, mantenerlas desestabilizadas emocionalmente, obligarlas a desconfiar de cualquier gesto o de personas extrañas”. Lo hace según la estrategia según la cual “los actos tienen que ser espectaculares, porque si no no causarían conmoción generalizada”, aunque sean odiados deben provocar admiración por la sagacidad, “deben sugerir que fueron minuciosamente preparados”, deben ser imprevistos para dar la impresión de que son incontrolables, deben provocar miedo y distorsionar la percepción de la realidad. La definición sintética de terrorismo de Boff es ésta: “Toda violencia espectacular, practicada con el propósito de ocupar las mentes con el miedo y el pavor”.
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La comprensión como deber. La columna lleva este título: “Entender es lo menos que podemos hacer por los muertos”. La firma Hari Kunzru y fue publicada en The Guardian el 8 de enero. Dice Kunzru que no espera el fin de la actual situación antes de una generación y de un gran cambio geopolítico, siempre, claro, que haya la decisión de interrumpir la escalada. Hará falta, como mínimo, que cambien los jóvenes que hoy prefieren la abstracción de la muerte a una vida con sentido, que se terminen los poderosos que financian las acciones de esos jóvenes, que no haya más migrantes arrinconados y que los supuestos “realistas” dejen de subir la intensidad del enfrentamiento bélico. Escribe el columnista: “Sobre todo, no quiero escuchar nada sobre la barbarie. La caricatura de un jihadi como un hombre medieval animado por antiguas pasiones puede ser confortable para los que se ubican a sí mismos en la civilización y posan como un Voltaire, pero resulta débil para entender algo”, y “entender es lo menos que podemos hacer para honrar a los muertos”. Para Kunzru, en parte el ataque a Charlie Hebdo intenta elevar el precio por ejercer la libertad de expresión, y hay que tener en cuenta que desde la condena a Salman Rushdie la sátira religiosa pasó a ser una rareza, “pero el ataque también buscó agudizar contradicciones, endurecer posiciones y polarizar opiniones, arrojando a Francia y al resto del mundo fuera del escenario de las complejidades y los matices hacia la secuencia binaria de la guerra”. En ese ámbito binario, para el autor la autorización de George Bush a torturar no sólo no garantizó la seguridad de nadie sino que se convirtió “en la fuente más efectiva para reclutar militantes de la Jihad”. Sin su mirada absoluta, el jihadismo quedaría en la nada. El riesgo es actuar en espejo.
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Burócratas antilibertarios. En The Guardian, Simon Jenkins pidió no abandonarse al miedo. Escribió que el terrorismo es una técnica de conflicto, no un objetivo. Es un arma, no una ideología. El terrorismo contra Charlie Hebdo buscó aterrorizar a los demás y reducir al Estado francés a una condición de paranoia. “Quisieron llevar a que gente comprometida con las libertades cometa acciones contra ellas.” Jenkins dice que en los últimos 25 años Occidente subinterpretó qué significa el crecimiento del sentimiento fundamentalista en el mundo musulmán y no entendió qué había atrás de movimientos como la Hermandad Musulmana en Egipto, los talibán en Afganistán, los ayatolás de Irán, Bin Laden y Al Qaida y, más recientemente, ISIS en Irak y Siria. Algunos de estos movimientos reemplazaron con califatos regímenes seculares tradicionalmente sólidos como los baathistas. Al principio la dinámica generada por esos movimientos, e incluso las amenazas contra los intereses comerciales occidentales, quedaron circunscriptas al territorio regional. Pero muy pronto todo cambió, en buena medida porque el petróleo siempre necesita ser vendido. Luego del ataque a las Torres Gemelas, la caracterización de la retaliación como “guerra” empeoró las cosas. Como advirtió Tom Paine: “El castigo sanguinario corrompe al ser humano”. Ahora, lo que buscan los terroristas es que crezca la histeria, algo en lo que coinciden “los burócratas de la industria antilibertaria”. Sin embargo, para Jenkins es importante el hecho de que “el terrorismo no es un crimen común” sino que su efectividad depende de las consecuencias que genere. “Puede matar gente y dañar la propiedad. Puede imponer un costo. Pero no puede ocupar un territorio o derribar un gobierno. Incluso para inyectar el miedo requiere la colaboración del resto, desde los medios hasta los políticos.” Por eso, la salida sería no sobreactuar, no mostrar miedo, y quitarle al perpetrador su satisfacción. “Es la única manera de derrotar al terrorismo.”
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Guantánamo. L’Obs y Rue 89, dos publicaciones francesas, publicaron una nota sobre lo que definen como “complicidad francesa” con la cárcel norteamericana de Guantánamo, donde los Estados Unidos no sólo torturaron a prisioneros sino que mantuvieron cautivos a muchos detenidos que habían sido declarados sin culpabilidad por parte de los tribunales. Citando cables revelados por Wikileaks informaron que incluso interrogadores franceses participaron de las sesiones. Barack Obama había prometido cerrar la prisión cuando asumió su primer mandato, en enero de 2009.
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No existe una “comunidad musulmana”. En The Huffington Post el académico experto en temas islámicos Oliver Roy constata que hay dos narrativas en danza. Una sostiene que el problema es el Islam de Francia, con su doctrina sobre la preeminencia de la adhesión a la fe por sobre la adhesión a la nacionalidad francesa. Otra sostiene que el problema son las condiciones de marginalidad de muchos de los inmigrantes o hijos de inmigrantes. Roy dice que ambas narrativas parten de una limitación: presuponen la existencia de una “comunidad musulmana” en Francia de la cual los terroristas serían una suerte de “vanguardia”. Y pone en duda esa supuesta verdad. Sostiene que muchos de los jóvenes radicalizados no sólo no son una vanguardia del resto sino que se oponen al Islam profesado por sus padres y creen en un Islam tomado de la periferia del mundo musulmán. No están relacionados con las mezquitas locales y cuando viajan a Siria lo ocultan a su familia. Practican una radicalización mutuamente estimulada en Internet, en busca de una Jihad global. “No están interesados en las preocupaciones concretas del mundo musulmán, como Palestina”, opina Roy. “No buscan la islamización de la sociedad en la que viven sino la realización de su fantasía enferma de heroísmo como los asesinos de Charlie Hebdo cuando dijeron haber sido convocados por el profeta Mahoma.” Los musulmanes están más integrados de lo que se supone, hecho que parece probado hasta por la identidad de Imad Ibn Ziaten, el soldado francés muerto por Mohamed Merh en 2012, o la del oficial Ahmed Merabet, asesinado por los comandos en Charlie Hebdo. Para Roy, lo malo es que “en lugar de ser citados como ejemplos, estos casos aparecen como contraejemplos”, lo cual sería falso: “En Francia hay más musulmanes en el ejército, la policía y la Gendarmería que en Al Qaida, y eso sin mencionar la administración pública, los hospitales, la Justicia o el sistema educativo”. El otro elemento que para Roy es subestimado es el nivel masivo de rechazo de los atentados por parte de los musulmanes en las redes sociales. Al mismo tiempo, no hay “voto musulmán”, no hay lobby musulmán y no hay partido musulmán. Las escuelas musulmanas no pasan la decena. No hay “comunidad musulmana” sino población musulmana. Opina Oliver Roy: “Admitir esta simple verdad sería un gran antídoto contra la histeria, la actual y la que vendrá”.
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El lepenismo. En Le Nouvel Observateur, Renaud Dély opina que cualquier ciudadano debe ser bien recibido si participa en la manifestación convocada para hoy mismo en París, pero que el Frente Nacional de Marine Le Pen no tiene derecho a participar como tal porque no es republicano. “Desde su origen, y todavía hoy, el Frente Nacional va contra el universalismo de los ideales republicanos”, escribe. “Categoriza y jerarquiza a las poblaciones según sus orígenes, distingue entre los que llama ‘franceses de papel’ y los que estarían por encima en razón de su ascendencia y de su ‘preferencia nacional’, recientemente rebautizada ‘prioridad nacional’, un principio discriminatorio que abarca ayudas sociales, vivienda y empleo. Eso es claramente antirrepublicano.”
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Las raíces del terrorismo. Una persona conocida como Hermano Rachid subió a YouTube un llamado público a Obama. Lo vieron 500 mil personas. Ya no está disponible por problemas de derechos de autor pero el columnista de The New York Times Thomas Friedman lo citó en una nota sobre la organización Estado Islámico, también conocido como ISIS o ISIL, escrita antes del atentado contra Charlie Hebdo. Decía Rachid en un tramo: “Señor presidente, si usted de verdad quiere combatir el terrorismo, entonces combata sus raíces. ¿Cuántos sheiks de Arabia Saudita están predicando el odio? ¿Cuántos canales islámicos están adoctrinando a la gente y enseñándoles el valor de la violencia? ¿Cuántas escuelas islámicas están produciendo generaciones de docentes y estudiantes que creen en la Jihad y en el martirologio como forma de combatir a los infieles?”. Según Friedman, ISIS busca encabezar al Islam recogiendo las distintas frustraciones del mundo musulmán y difundiendo la visión puritana imperante en las madrassas, las escuelas confesionales de Arabia Saudita. Pero, al mismo tiempo, las redes sociales muestran el surgimiento de un gran debate de ideas sobre ISIS, sobre su doctrina e incluso acerca del Islam en general y en torno del derecho secular a no seguir las leyes de origen religioso.
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Sauditas. Amnesty International informó que el bloguero Raif Badawi, acusado de insultar al Islam, fue sentenciado a mil latigazos y recibió la primera tanda de 50 el último viernes. En rigor, lo que había hecho Badawi fue abrir una página web llamada Free Saudi Liberals, Progresistas sauditas libres. La web fue clausurada.
Los docentes saben poco del Islam. La web Rue 89 entrevistó al sociólogo de las religiones Olivier Bobineau. “El problema no es el choque de civilizaciones sino el choque de ignorancias”, provocó el experto, que acaba de publicar el libro La laicidad y las religiones en el espacio público. Dijo Bobineau que para pelear contra el cruce de ignorancias hay un contenido, el laicismo, y un método, hablar poniéndose en el lugar del otro. En opinión del sociólogo es incorrecto pensar la escuela como un espacio donde cada alumno deja afuera su identidad, su cuerpo, sus ideas y sus sentimientos. En ese caso cualquier adolescente podrá ir detrás de quien le ofrezca un sentido a su vida en un espacio distinto de las horas de clase. Bobineau opinó que los docentes saben muy poco del Islam y que, además, la socialización depende de una política escolar, una política familiar y una política para la calle. En la calle hay que garantizar espacios de encuentro y lugares públicos abiertos a todos. Hacia las familias es clave el problema de garantizar viviendas sin hacinamiento. “La Iglesia Católica tiene en su tradición acompañar a las parejas. Hay que tomar esa tradición y convertirla en una práctica laica.” En todos los ámbitos hay que ayudar a que la violencia simbólica tenga su catarsis y su racionalidad, para que no se convierta en violencia física.
Cansancio. La novelista norteamericana nacida en Marruecos Laila Lalami, en una polémica nota publicada por The Nation, el semanario progresista de los Estados Unidos, dice que se resiste a las absolutizaciones que observa después del atentado a Charlie Hebdo. Lee que todo es producto del choque de civilizaciones. Que se trata de un ataque al último bastión de la expresión libre. Que los líderes de las poblaciones musulmanas se quedaron callados. Que Francia falló en la integración de los hijos de los inmigrantes del Magreb. Que todo es porque Francia envió tropas a países musulmanes. Que hay doble patrón para juzgar las cosas. Dispuesta a poner los temas en discusión, no teme decir, por ejemplo, que en el pasado Charlie Hebdo publicaba dibujos satíricos de cualquiera, desde Jesús a Moisés, pasando por Mahoma, el Papa, François Hollande, Nicolas Sarkozy y Marine Le Pen, pero que en los últimos años acentuó la frecuencia de las sátiras hacia personajes musulmanes o sobre situaciones como las que vivieron las estudiantes secuestradas en 2014 en Nigeria por la organización islamista violenta Boko Harum. Aunque no repara en la presencia actual de 1200 soldados franceses en el contingente internacional que combate a Estado Islámico, Lalami sí precisa que cuando Cherif Kouachi, uno de los comandos de Charlie Hebdo, se enroló en las filas de los islamistas radicales, Francia se opuso a la intervención norteamericana en Irak y no envió tropas pese al reclamo estadounidense. Simplemente como un dato en medio de la polémica, la escritora recuerda que satirizar figuras individualizadas o generales del Islam no lleva a ninguna condena, y en cambio para la legislación francesa sí merece condena la sátira sobre el Holocausto. El famoso dibujante Siné fue echado por el entonces director de Charlie Hebdo Philippe Val luego de ironizar cuando el hijo de Sarkozy se casó con Jessica Sebaoun-Darty, de origen judío, y ante los rumores de que Sarkozy Jr. se convertiría al judaísmo le auguró burlonamente un futuro de bienestar. Val le pidió una carta de disculpas, pero Siné dijo: “Antes me corto las bolas”. No necesitó hacerlo porque quedó fuera de Charlie Hebdo. La nota de Lalami termina así: “No sé cuál de los relatos en torno de Charlie Hebdo es verdadero. Quizá ninguno, o quizá todos. Estoy cansada. Cansada de que dibujar una caricatura de Mahoma cause más ira que el derramamiento de sangre. Cansada de que la intolerancia liviana sea equiparada a la crítica seria. Cansada de que suministrar contexto sea visto como regalar excusas. También tengo miedo por los derechos de escritores y artistas. Miedo por los inocentes que sufrirán. Miedo de la legislación restrictiva que vendrá. Todo lo que sé es que en esto estamos todos juntos. Debemos aceptar que no podemos andar por la vida sin ser ofendidos. Debemos aceptar que el derecho a ofender es una parte fundamental del derecho a la libertad de expresión. Pero también tenemos que aceptar que debemos asumir responsabilidades hacia los demás. Debemos hablar contra el racismo, el sexismo y la intolerancia en todas sus formas. Usemos la razón, pero también nuestros corazones”.
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