Lo que no pasó en 2014. Las profecías de los gurúes, su racionalidad. La embestida de “la city” contra el Gobierno. Leyes que no fueron: el Código Penal, despenalización del consumo de droga. Interrupción del embarazo: la que nunca llega al recinto. Detalles sobre la AUH. Los saqueos. Y algo más.
› Por Mario Wainfeld
“Si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado”
Coplas a la muerte de mi padre.
Jorge Manrique
Las reseñas, los balances o los anuarios suelen recopilar lo que pasó en el año. A primera vista, parecería insensato resumir lo que no pasó: no formaría parte de “la realidad”. Sin embargo, si de política hablamos, lo no pasado puede explicar mucho, en ciertos supuestos: si alguien intentó que pasara y otro lo impidió, si se trató de lograrlo y se fracasó. Lo no pasado, entonces, describiría conflictos, tensiones, correlaciones de fuerzas, errores de diagnóstico o de cálculos de factibilidad.
Lo no pasado dista de ser un fatalismo: es un resultado, no fijado de antemano. Lo no pasado es el saldo, siempre interino y sujeto a revisiones futuras, de la dialéctica. Pudo ocurrir, es interesante saber qué o quienes interfirieron. Comencemos.
- - -
Los profetas taimados: Un campo fértil y muy transitado en los debates mediáticos son las profecías económicas no cumplidas. El suplemento Cash de este diario las refresca hace mucho tiempo y se deleita de lo lindo. El colega Eduardo Aliverti escribió hace unos días en Página/12 una columna con un enfoque similar, desde una óptica más política. Ambos abordajes son recomendables e invitan a ser releídos. Vamos por un carril similar, a nuestro modo.
Los economistas más renombrados de la city, los gurúes, acumulan pronósticos, muchos de ellos con cifras que quedan desmentidas por los hechos. Las diferencias suelen ser astronómicas.
Desde la óptica de sus críticos, sus sucesivas fallas deberían desacreditarlos en sus hábitats profesionales: las consultoras, los medios. No es así, sin embargo: esta gente conserva su prestigio y sus fuentes de facturación. Más allá de sus banderías, tal vez lo que pase es que sus vaticinios no son inocentes ni académicos. Formulan profecías para que se autocumplan o, por ser más ceñidos, para generar expectativas y reacciones.
Los ejemplos sobran, vamos con uno de los más obvios. Quien predijo que el dólar ilegal subiría a 20 pesos en dos meses, puede motivar a que haya más demanda de la divisa en las cuevas. Inducir a la suba.
Quienes accionan alarma roja porque el Gobierno está al borde del KO están pensando dónde acomodarle la próxima piña. Ansían que el rival pierda la calma, deba tomar medidas para frenar fugas de capitales, se desconcentre por ser atacado en varios frentes. Especulan y apuestan, pues, por vía del dictamen sesudo.
Es sustantivo que sus anticipos no se hayan plasmado. O no se hayan plasmado del todo. Los que quisieron que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner terminara su mandato antes de tiempo, en el verano pasado, no hablaban por hablar: se aplicaron para destituirla. El Gobierno consiguió frenar su embestida. Lo que no pasó fue esencial, semejante a un golpe de Estado frenado en las calles o en los cuarteles, aunque menos ostensible. El economista Miguel Bein, que no es un aplaudidor del Gobierno, fue quien mejor leyó y relató paso a paso esa caída que no fue.
- - -
Prevención política: El sindicalista Luis Barrionuevo, un puñado de compañeros y una caterva de formadores de opinión anticiparon la perspectiva de saqueos durante las fiestas de fin de año. Un poco antes, póngale tres semanas, debía llegar el tercer paro general convocado por el secretario general de la CGT opositora, Hugo Moyano. Ambos quedaron en agua de borrajas.
Los saqueos, contra las simplificaciones del oficialismo o de la oposición, pueden obedecer a distintas causas y ser protagonizados por diferentes actores sociales. No es toda necesidad, no es todo artificio de militantes o provocadores. El formidable libro La zona gris de Javier Auyero (referido a los del año 2001) da cuenta de la vastedad de motivos, de las líneas borrosas entre organización y espontaneidad, entre necesidad y acción política, aun entre policías y ciudadanos movilizados.
La predicción de “Luisito” distaba de ser absurda, tenía precedentes cercanos: las celebraciones azuzan el deseo, el calor solivianta los ánimos, el efecto demostración del consumo de los otros mina frenos inhibitorios. Y también están los punteros, las organizaciones sociales o sindicales, los grupos de vecinos y sectores necesitados o marginales que saben que hay momentos que habilitan perspectivas para la acción.
Meses antes de diciembre intendentes, gobernadores y las agencias sociales del oficialismo fueron generando las condiciones para que no hubiera una reacción colectiva por necesidad, por bronca o una movida fuerte de las organizaciones sociales. Se atendieron reclamos, se reforzó la ayuda social directa, se articuló o negoció con los líderes sociales y barriales. La praxis de anticiparse a las potenciales demandas fue exitosa, lo que no equivale a infalible. Podía fallar, podía producirse una fisura o un estallido social. Tal vez ayudó el clima, por una vez: hizo menos calor que en otros diciembres. Como sea, hubo prevención respecto de los escenarios temidos, hubo respuesta. Anduvo bien, lo que prueba para los kirchneristas más cerriles que el componente genuino de ciertas formas de protesta social existe, aunque no explique su totalidad.
Moyano no convocó a un tercer paro general. Calibró que en la “unidad en la acción” con la CTA opositora y con la izquierda radical anida contradicciones que no puede resolver ni conducir. Las elegías a las dos huelgas anteriores se probaron excesivas, porque subestimaron la heterogeneidad de ese frente gremial. El líder camionero la leyó con precisión; tanta, que por una vez optó por la prudencia.
- - -
Parada en Congreso: No abundaremos en recordar las certezas sobre la debilidad del “pato rengo” oficialista o las que descontaban un “efecto Puerta 12” contra el Frente para la Victoria (FpV) y en favor del Frente Renovador que lidera el diputado Sergio Massa. Ya fueron abordadas, en columnas anteriores, anche la del domingo pasado.
Pifiaron feo los que anunciaron fugas en los bloques oficialistas del Congreso nacional. Su venganza fue patética: recayeron en el sonsonete de “la escribanía”. Primero calculan como la mona, después describen sin tino.
Fue notable la productividad kirchnerista en el Parlamento, aunque si se observa con minucia también hay leyes o proyectos “que no fueron”. Un artículo del periodista Pablo Riveros en el portal Parlamentario.com (“Cuáles fueron los proyectos de ley que no avanzaron en 2014”) aporta un buen abordaje, que nutre a este párrafo y al siguiente.
El proyecto de Código Penal fue, por ahí, el mayor frenazo impuesto por la oposición al Ejecutivo. Massa fue el adalid de las reprobaciones: apeló a la demagogia punitiva, gratamente arropado por los medios dominantes. Impactó en la opinión pública, el oficialismo clavó el freno. Massa prevaleció en la partida, por ahora. Un poroto para él, un mal trago para el Gobierno y un retroceso para la legislación nacional. El proyecto fue redactado por un equipo compuesto por juristas de nivel y de variadas procedencias partidarias. Si se quiere ser amplio políticamente, que fue el caso, se asumen ciertas disparidades de nivel técnico en pos del pluralismo. De cualquier forma, el nuevo Código hubiera sido un avance respecto del mamarracho vigente, un zurcido de normas anacrónicas con agregados asistemáticos.
El titular de la Sedronar, el sacerdote católico Juan Carlos Molina, anunció la intención de enviar un proyecto de ley despenalizando el consumo de drogas. Argumentó bien, con tino y sensibilidad social. Lo rebatieron desde tiendas diferentes. Ni proyecto hubo, en este caso, y queda por descifrar cuáles fueron las concausas del parate, amén del clásico obstruccionismo opositor.
- - -
El debate que nunca llega: El aborto legal, libre y seguro, de nuevo, quedó fuera del recinto del Congreso. Se trató en comisiones pero no alcanzó las mayorías requeridas. No hay novedad, sí una demora indeseable. La interrupción legal del embarazo es una decisión compleja, que concierne a la ética, a la igualdad social y de género, estando ligada a concepciones humanistas y religiosas. Las posiciones son inconciliables en lo esencial.
Es una típica “cuestión de conciencia” en la que los legisladores pueden o suelen apartarse de la disciplina partidaria. La mayoría de los bloques se divide al respecto, la primera minoría oficialista entre ellos. Muchos legisladores o legisladoras kirchneristas avalan las abundantes iniciativas que se han venido acumulando y mejorando desde la recuperación democrática.
Uno de los grupos de presión contrarios es la jerarquía de la Iglesia Católica, a la que demasiados representantes del pueblo rinden pleitesía. La presencia del papa Francisco seguramente ahonda esa tendencia.
Entre los diputados y senadores K incide la conocida oposición de la Presidenta, quien siempre expresa que no impone su postura a los bloques.
El deplorable respeto reverencial a “la Iglesia” y algunas defecciones dentro del kirchnerismo sumaron dificultades. El abordaje en comisiones constituye un avance parcial y trabajoso.
Quienes siguen a este diario conocen cuál es su posición, que otras y otros colegas expresan mejor que este cronista. Uno solo acota que ya es imprescindible que el tema se discuta en el Congreso. Que las mayorías contingentes aprueben o desechen la ley. Es común argumentar que hay proyectos que llegan a leyes sin suficiente debate público. Este es un caso prolijamente inverso. El Congreso debe tomar el toro por las astas y expedirse. Tal vez la conformación actual sea adversa al cambio, pero es mejor que se dirima el punto y no se siga dejándolo en el Agora, la Academia o los medios. Hasta un rechazo, en el que todos asuman su responsabilidad (en particular con las mujeres pobres y desprotegidas), es mejor que la postergación eterna.
- - -
La ley que ya vino y lo que falta: Los lugares comunes abundan por doquier, en nuestro suelo germinan fácil. Se ha hecho regla despotricar porque la Asignación Universal por Hijo (AUH) no es ley y debería elevarse a tal. La Presidenta la creó y sancionó mediante Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 1602/09. Los DNU, contra lo que se difunde, deben ser tratados en el Congreso por una Bicameral ad hoc que los transforme en ley o los rechace. Ahora mismo, en pleno receso parlamentario, la mentada Bicameral deberá convocarse para votar sobre tres DNU recientes de la presidenta Cristina; entre ellos, la ampliación del Presupuesto 2014 y la baja del precio de las naftas.
La AUH fue incorporada a la Ley 24.714. A ella se agregaron modificaciones también de ese rango, como la ampliación del beneficio a las mujeres embarazadas. De nuevo: la AUH y sus modificaciones son ley. Sí está en veremos la fijación de un sistema de actualización periódica del importe mensual del beneficio, con un coeficiente estipulado por ley, similar al que se aplica a las jubilaciones.
Los dirigentes opositores más renombrados juran que no abolirán la AUH, muchos kirchneristas suponen que efectivamente no osarán tanto. Pero que sí dejarán marchitar el derecho no actualizando su importe. Un recurso para evitar ese desenlace es legislar una actualización periódica, prefijada y previsible. La reforma sumaría a la calidad institucional, que mejora si se limita la discrecionalidad del gobernante.
- - -
Juegos y sumas: Los versos citados en el inicio de esta nota pertenecen a un poema clásico. Su autor reniega de la historia, de sus peripecias, de lo que hacen o deshacen los poderosos. La muerte prevalece porque cuando llegan a ella “son iguales/ los que viven por sus manos y los ricos”.
“La política”, en cambio, privilegia las vicisitudes, los cambios grandes o chicos, las reformas o las regresiones. Desde esa óptica, lo que pasó o lo que se frustró es central.
La política en la que intervienen muchos participantes (de distinto potencial) puede ser un juego de suma cero, como es una final de un torneo deportivo. El saldo puede ser también de suma positiva o pura negatividad. Lo que pasó o lo que no sucedió condensan (casi nunca de modo definitivo) relaciones de fuerzas, pugna de voluntades.
Proliferan profetas y profetisas en nuestras pampas. Una de sus especialidades predilectas es el Apocalipsis. Ajeno y receloso de esa grey, el cronista no aventurará presagios.
Sólo subrayar que este año habrá elecciones democráticas y con ellas un cambio de escenario y de elencos. Su alcance no está prefijado.
También llegará la Copa América. El deseo del cronista es obvio, tiene un pálpito también. Lo ahorrará: es ajeno a la bola de cristal, que cuenta ya con demasiados cultores.
[email protected](Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux