EL PAíS › INSULTOS Y AGRAVIOS EN EL ACTO DE LA AMIA Y LA DAIA POR LA MUERTE DE NISMAN
Acompañados por varios dirigentes opositores, Julio Schlosser (DAIA) y Leonardo Jmelnitzky (AMIA) exigieron el esclarecimiento de la muerte del fiscal. Entre los asistentes resaltaron los gritos destemplados y algún llamado a “cazar” a D’Elía y Esteche.
› Por Werner Pertot
“A-se-sina, a-se-sina”, se escuchó gritar frente a la AMIA cada vez que los dirigentes de la mutual judía y los de la DAIA hicieron mención a la “muerte dudosa” del fiscal Alberto Nisman. Con buena parte de los dirigentes opositores como telón de fondo, las autoridades de las entidades de la comunidad judía debieron enfrentar reclamos por un discurso que algunos asistentes consideraron tibio. “A los jueces, que no miren para otro lado. ¡Cuando tengan que llamar a alguien, llámenlo! Vamos a estar para controlarlos”, reclamó el titular de la DAIA, Julio Schlosser, en uno de los párrafos que sí recibieron aplausos de una tribuna que llegó a pedir que “cacen a D’Elía y Esteche”.
Quizás acostumbrado a los cacerolazos, el hombre había llegado temprano con banderas argentinas. No tuvo tanta suerte esta vez. La mayoría ya venían con sus carteles que decían, en su mayoría: “Justicia”. “¿Este está bien?”, le mostró el suyo una mujer a los agentes –traje negro, cucaracha al oído– que recorrían el vallado de una cuadra en torno a la mutual y obligaban a todos a mostrar el contenido de sus bolsos o carteras. Uno de ellos llevaba un escaner de metales, como en los aeropuertos.
–El planeta entero ya sabe que lo mataron –comentaba una chica muy joven, mientras jugaba con una cadena de plata en el brazo.
–Entraron por donde está el aire acondicionado –se sumó su madre, que como ella llevaba carteles que decían “Yo soy Nisman”.
No muy lejos, el abogado Alejandro Fargosi hablaba ante las cámaras: “Esto es infinitamente peor que Watergate. Allí echaron al fiscal. Acá lo mataron”, afirmaba.
–Están los servicios entre nosotros –comentó, nerviosa, una anciana que se abría paso a los codazos entre la multitud.
–No, Susi, son periodistas –le contestó su acompañante, que llevaba una foto del canciller Héctor Timerman con la leyenda: “Expulsen al traidor”.
Le pasaron cerca a un hombre que sostenía ante las cámaras un cartel: “Gobierno asesino ladrón lo mataste a Nisman”. No demasiado lejos, otras dos mujeres, que prefirieron no dar su nombre, pero que llevaban un pin de Jorge Julio López y un cartel sobre los 30 mil desaparecidos, le dijeron a este diario: “Vinimos porque las consecuencias son brutales. Tenemos a Milani: si mató a un joven en La Rioja, ¿cómo no va a matar a otro?”.
Cerca de las 18.30, todos comenzaron a cantar el Himno Nacional. Frente al muro con los nombres de los muertos en la AMIA desfilaron Mauricio Macri, Ernesto Sanz (llegaron juntos al acto), Julio Cobos, Ricardo Alfonsín, Francisco de Narváez, José Manuel de la Sota, Patricia Bullrich, Darío Giustozzi, Adrián Pérez, José de Mendiguren, Gerónimo “Momo” Venegas y el titular de la Sociedad Rural Argentina, Luis Etchevehere. Entre ellos, quedó mezclada la ex titular del Inadi, María José Lubertino, única dirigente del kirchnerismo en el acto. Más tarde, se les sumaría Victoria Donda, que llegó con su beba Trilce en brazos.
“Yo no vine a ver a los políticos”, se quejó una mujer vestida de rojo y con un banderín blanquiceleste, que aplaudió no bien salieron los representantes de la AMIA y la DAIA. El presentador pidió un minuto de silencio por los 85 muertos del atentado y tuvo la primera muestra de lo que les esperaba. “¡Son 86! ¡Nisman!”, les gritaron. Aplaudieron recién cuando el orador optó por mencionar también al fallecido fiscal.
“Somos ciudadanos comunes, sin banderas políticas, que nos sentimos desamparados”, definió el titular de la AMIA, Leonardo Jmelnitzky. “Hace siete días nos sorprendimos con el plan que denunció el fiscal Nisman, que estaría orquestado por el gobierno nacional”, dijo, y aclaró que optaron por la prudencia y por dejar que el Poder Judicial investigue. Primeros silbidos, que se tornaron en gritos cuando Jmelnitzky dijo: “La causa AMIA se sigue cobrando vidas. El fiscal aparece muerto en circunstancias dudosas...”.
–¡No dejan dudas!
–¡Juéguense!
–¡Fuera Timerman! ¡A la cárcel!
–¡A-se-sina! ¡A-se-sina! ¡A-se-sina!
La escena se repitió cada vez que mencionaron la “muerte dudosa” de Nisman. Jmelnitzky se refirió a la familia del fiscal y dijo que “casi nadie se ha acordado de ellos, porque las mezquindades políticas olvidan a las personas”. “El esclarecimiento es un imperativo. Por sus investigaciones sabemos que el atentado fue planeado por las altas esferas del gobierno iraní”, dijo el titular de la AMIA.
–¡Y del gobierno nacional!
–¡Hay que recusar a la fiscal!
–¡Cacen a D’Elía y a Esteche!
“El fiscal Nisman será irreemplazable. No permitiremos que su muerte sea también la muerte de la causa AMIA”, dijo Jmelnitzky. Al ver la suerte del orador anterior, Schlosser optó por un tono más duro: empezó por leer los nombres de los familiares de los muertos en el atentado que “murieron de tristeza”, según contó. “Cada vez que falleció una de estas personas volvió a explotar la bomba de la AMIA”, afirmó. “Al Congreso fuimos a hablar por el memorándum. ¡No fuimos con los tapones de punta!”, cosechó aplausos el titular de la DAIA, quien recordó que “el memorándum se firmó el 27 de enero, justo el Día Internacional del Holocausto”. “No vamos a permitir que vuelva a morir otro fiscal, ni que los acosen y les digan lo que tienen que hacer”, remarcó Schlosser, quien cerró con un “no tengamos miedo”.
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