EL PAíS › LOS PERITOS DE ARROYO SALGADO DECLARARíAN MAñANA ANTE LA FISCAL
Viviana Fein pretende contraponer punto por punto el informe de los peritos contratados por Arroyo Salgado con la autopsia realizada por los forenses de la Corte Suprema. Las polémicas acusaciones de la ex esposa de Nisman y las dificultades para probarlas.
› Por Raúl Kollmann
Los peritos de Sandra Arroyo Salgado declararían mañana ante la fiscal Viviana Fein, aunque la versión no fue confirmada por la fiscalía. El plan de Fein es que luego declaren otra vez los integrantes del Cuerpo Médico Forense que hicieron la autopsia, y por último se haría una junta médica para contraponer las diferencias. El objetivo de la declaración de Osvaldo Raffo, Julio Ravioli y Daniel Salcedo es exponer el contenido del informe que presentaron la semana pasada y que se opone nítidamente a la autopsia hecha por los forenses que dependen de la Corte Suprema y a las pericias oficiales realizadas hasta el momento. Como se sabe, Arroyo Salgado sostiene que Nisman fue asesinado y deja entrever que el técnico Diego Lagomarsino fue parte del plan criminal que se concretó en Le Parc. La hipótesis de Arroyo Salgado es que al fiscal lo encañonaron, lo llevaron apuntado hasta el baño, le ordenaron que se parara frente al espejo y luego, desde menos de un centímetro, el asesino le pegó el tiro mortal. Los peritos de la ex esposa de Nisman afirman que es mentira que el fiscal le pidiera el arma a Lagomarsino y por eso consideran que fue cómplice e incluso que tal vez estuvo en el momento del disparo. La hipótesis deja planteadas muchas dudas y preguntas.
Los elementos que existen hoy en día en el expediente judicial apuntan a que Nisman se quitó la vida, aunque falta la realización de numerosas pruebas, entre ellas el análisis de las computadoras y celulares y la visualización de las cámaras del edificio. En la realidad, cuando Raffo, Ravioli y Salcedo vayan a declarar confrontarán con los elementos que hay en la causa y que marcan al suicidio como una variante probable:
Que el disparo fue con la pistola casi apoyada, a menos de un centímetro.
Que la muerte fue dentro del baño.
Nisman no registra ninguna lesión defensiva.
No hay rastros de pelea en el baño.
El disparo se efectuó con una pistola que –supuestamente– Nisman le pidió prestada a Lagomarsino.
Como se sabe, los peritos de Arroyo Salgado presentaron un trabajo del que sólo se conocen las conclusiones, pero ayer insistieron en que ellos personalmente firmaron ese texto en que se afirma que “se descartan las hipótesis del accidente y del suicidio”. Como lo señaló el domingo en este diario el periodista Horacio Verbitsky, es curioso que el diario La Nación haya tenido acceso a un documento idéntico en el que se afirma algo distinto: “Que el suicidio es una hipótesis poco probable”. Todo indica que ésa fue la conclusión inicial y que fue cambiada a último momento para sostener la teatral conferencia de prensa de la jueza.
Según los trascendidos, los peritos de Arroyo Salgado tardarán un par de semanas en presentar la animación por computadora de lo que creen que ocurrió y luego harán una tercera presentación con elementos adicionales.
Los puntos básicos de los que parten los hombres de Arroyo Salgado son los siguientes:
Nisman no murió el domingo entre las 11 y las 15, como dicen los forenses de la Corte Suprema, sino que su deceso ocurrió entre la tarde y la noche del sábado o, a más tardar, la madrugada del domingo. Hablan de 36 horas antes de la autopsia, lo que lleva la data de la muerte a las ocho de la noche del sábado y, como hay un margen de error de más/menos cuatro horas, incluso calculan que Nisman pudo haber muerto desde las 16 horas del sábado en adelante.
Esto pone a Lagomarsino en el escenario de la muerte, ya que se registró su entrada a las 15 y a las 20 del sábado en el edificio Le Parc.
“¿Quién dice que Nisman le pidió el arma prestada a Lagomarsino?”, razonan los peritos de Arroyo Salgado. Y se contestan: “El único que lo dice es Lagomarsino. No le creemos”.
n Entre Nisman y Lagomarsino había gran confianza, al punto de que el informático cobraba el sueldo más alto de la unidad y no concurría a la fiscalía. Además, viajaron juntos al exterior en más de una oportunidad. En el razonamiento de los peritos de la querella, Lagomarsino habría usado esa confianza para ingresar al departamento.
Las dudas que deja la hipótesis de los hombres de Arroyo Salgado saltan a la luz. En primer lugar, que Nisman también le había pedido prestado el arma a uno de sus custodios, Rubén Benítez, el de mayor confianza. Es decir que es el fiscal el que evidenció voluntad de conseguir una pistola, no que Lagomarsino se la ofreció. Es más, Nisman habría usado un argumento inconsistente: que era para dar seguridad a sus hijas, cuando ambas estaban en Europa y no volverían hasta una semana más tarde.
El otro elemento es que parece obvio que si Lagomarsino fue parte del plan criminal le convenía que se utilice otra pistola, no identificable en su origen, para concretar la muerte. Si se quería simular un suicidio, se diría: “No se sabe cómo, Nisman consiguió una pistola para quitarse la vida”. El uso de la Bersa calibre 22 ponía al propio Lagomarisno en el centro de la escena.
El criminalista Luis Olavarría se pregunta: “Si fuera un homicidio, lo hubieran hecho más sencillo. Le decían que se sentara en una silla, le acercaban el arma y le disparaban. Entrarlo al baño y luego salir del baño, con el fiscal ya muerto obstruyendo la puerta, todo agregaba complejidad y riesgo a la maniobra”.
Por último, está la cuestión del horario de la muerte. Será un debate de forenses ante la junta médica. Pero no sólo eso. El perito informático de Rusconi sostiene que el fiscal abrió la computadora en la mañana del domingo y que leyó los diarios, lo que probaría que Lagomarsino no estaba en la escena de la muerte. Rusconi dice que la apertura de la computadora fue con una conexión local, es decir en el propio departamento de Nisman. Por el contrario, desde los cuarteles de Arroyo Salgado, sostienen que su perito, Gustavo Pressman, diagnosticó que fue con una conexión remota, o sea que nuevamente ponen la mirada en Diego Lagomarsino quien –según Pressman– habría accedido a la computadora de Nisman para simular la lectura de los diarios y despistar.
En la hipótesis de Arroyo Salgado, Lagomarsino sería un agente de un servicio de Inteligencia, por supuesto no afín a Jaime Stiuso, el hombre que era carne y uña con Nisman. En ese caso, se ve que el espía-informático hizo un plan a muy largo plazo, porque trabajaba con el fiscal desde 2007, cobraba más que nadie, casi no lo conocían en la fiscalía, manejaba los archivos de Nisman y era responsable de su seguridad informática. Queda la pregunta: en los siete años que llevaba junto a Nisman ¿nadie se dio cuenta de que era un espía? ¿Ni siquiera se dio cuenta el todopoderoso hombre de la Secretaría de Inteligencia, Jaime Stiuso?
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