EL PAíS › A 39 AñOS DEL GOLPE > LA TUPAC AMARU Y ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS SE MANIFESTARON AYER EN JUJUY
Además de homenajear a los desaparecidos de la provincia, la manifestación rechazó la decisión judicial que favoreció al dueño del Ingenio Ledesma. “Al absurdo fallo de Casación le respondemos con más solidaridad y más democracia”, dijo Milagro Sala.
› Por Alejandra Dandan
Desde San Salvador de Jujuy
La bandera adelante. La inscripción Madres y Familiares de desaparecidos y desaparecidos de Jujuy. Atrás, en un primer plano, el estandarte de HIJOS. A la derecha, al costado de la Ruta Nacional General Savio que va entrando hacia el centro de San Salvador, se ven las piedras, unas sobre otras, del viejo penal de Villa Gorriti. Emblemático punto de encuentro de los detenidos desaparecidos jujeños que pasaban de la ilegalidad a esa otra ilegalidad carcelaria. Al avanzar, la marcha se acercaba a un enorme Néstor Kirchner de traje chamuscado. A un lado, una mascarada de Pedro Blaquier, como en los carnavales, con un empresario de remera negra y blanca a rayas, como los presos. Bajo el puente, una leyenda explicaba todo: “Blaquier, Jujuy te condenó”, decían las paredes.
“Soy uno de los sobrevivientes de la Noche del Apagón”, explica, parado detrás de la bandera, Oscar Alfaro. “Fui detenido el 20 de julio de 1976, preso en Ledesma primero, en la comisaría después, en la Gendarmería, luego en el centro clandestino de Guerrero, el periplo sigue en Gorriti y terminamos en La Plata.” Alfaro acaba de bajarse del primer escenario con el que arrancó la marcha, en el Parque de la Memoria. Allí se leyeron los nombres de los desaparecidos. “Justamente es lo que decía yo –dice–: ‘no amerita’, ‘no amerita’ que se eleve la instancia a etapa oral, pareciera que todo el esfuerzo de años de los organismos, de llevar adelante este juicio, poco ‘amerita’”. ¿Qué es lo que amerita?, dice una y otra vez, y habla, claro, de las palabras que usaron los jueces de la Sala IV de la Cámara de Casación Penal de Buenos Aires, hace poco más de una semana, cuando dictaron la falta de mérito al empresario Pedro Blaquier y cerraron de sopetón años de reclamos. “Lo que amerita es que era amigo del poder político, Blaquier manejaba el poder económico, es eso lo que primó. Estábamos viendo lo que sucedió con otros casos, y nos dijimos: capaz que nos pasa lo mismo. Pero igual fue un golpe. ¡Ellos mismos lo dicen! Existieron las camionetas, dicen, existieron los camiones, existió el secuestro, pero dicen que Blaquier no lo sabía. ¿Pero cómo no lo va a saber?, les decimos, si antes del golpe se juntaba con Martínez de Hoz.”
En la primera columna de la marcha de este 24 de marzo se reunieron las hermanas Díaz, hermanas de Carlos Genero, Mario y Carlos Alberto, los tres desaparecidos. Ellas eran parte de quienes no se habían animado a pisar las calles de Jujuy abiertamente hasta estos últimos años. Hijas de una de las mujeres que con Olga Arédez hicieron las primeras marchas. Está en esa misma hilera Dina Cardozo, sobrina de Avelino Bazan, uno de los impulsores de la organización de los mineros, quien fue secretario de Trabajo en la provincia y denunció hacinamiento y trabajo esclavo en Ledesma. Hoy es un desaparecido. Dina viajó desde Buenos Aires para acompañar a su madre a esta marcha. Está Eva Arrojo, de HIJOS, empapada, tapada por un impermeable amarillo también mojado. Eva avanza y anda pensando cómo entrarle a la próxima causa. Va arrimadita ahí adelante Inés Peña, una de las madres de Plaza de Mayo de esta provincia.
“O sea, eso de que él no sabía es cuento, ¡es cuento!”, sigue Alfaro. “Y como lo dije hoy día, lo que pasa es que la corporación judicial se está posicionando políticamente: o sea, ellos están viendo quiénes son los presidenciables y quieren hacer buena letra. Y saben que detrás de los presidenciables hay poderes políticos. Hay que verlo de ese lado. Nosotros hemos luchado para derrotar la leyes de obediencia debida y de punto final, ahora comenzamos la lucha para derrotar la obediencia debida de la corporación judicial al poder económico.”
Cada 24 de marzo de los últimos años, los organismos de Derechos Humanos de San Salvador marchan articulados en la calle con la Tupac Amaru y las organizaciones barriales y políticas aliadas. Miles de tupaqueros arrancan a seis kilómetros del corazón político de la ciudad para avanzar paso a paso sobre la ruta. Otros años con sol. Ayer bajo la lluvia. El acto empezó en el Parque de la Memoria, donde una placa recuerda a 129 desaparecidos de la provincia. Inés Peña leyó la solicitada que publicaron en repudio al fallo de Casación. A las seis de la tarde, leían los nombres de los desaparecidos, por orden alfabético. Quienes estaban allí gritaban “¡presente!”. Dejaron una flor por cada nombre. Llegaron al último, Zamparini Arnoldo, secuestrado el 7 de marzo de 1976 por la policía de la provincia, trasladado al centro clandestino del Comando Radioeléctrico, hoy de-saparecido. En ese mismo momento, un rayo bombardeó el cielo. El agua, ahora sí, se descargó furiosa sobre la ruta.
Milagro Sala está en silla de ruedas por una operación. La silla subió cargada al escenario, ya en el centro de San Salvador, en una estructura montada en diagonal a la casa de gobierno, marcando cierta línea de tensión. “Fijate que siento mucho dolor, mucha impotencia”, decía mientras subía. “Imaginate que vengo viendo a los hijos, a las madres, hace 39 años pidiendo justicia para que después la Justicia venga y diga que Blaquier está absuelto.”
Un niño pasó dormido sobre el hombro de su madre, protegido del agua con una capota. Antonia, de 60 años, enfermera, jubilada, recordaba cómo ese 24 de marzo se salvó “por esto” de terminar secuestrada. Trabajaba en Neonatología del Hospital de Niños, vivía en una pensión. Se escapó. Tiempo más tarde, instalada en San Pedro, se puso a trabajar en el hospital del pueblo por donde veía llegar a la noche a los militares que llegaban para comerse la mejor carne, el mejor asado. Antonia es la primera vez que se llega a una marcha. “Vine y empiezo a pasar por mi mente todo lo que pasé.” En la cabeza lleva un gorrito de lana blanco. “Me hace acordar a las abuelas que defienden la vida –dice–, esas que están en Buenos Aires, que defienden a los nietos, hijos de desaparecidos.”
Sobre el escenario central sigue armándose el final del día. Subió Germán Fellner, hijo del gobernador y diputado de la provincia. Una señal. Habían estado otros ex detenidos. Hugo Condorí, el Coya, de los pocos sobrevivientes del Sindicato de Obreros Azucareros de Ledesma. No estuvo esta vez un representante del gremio, como sí había comenzado a suceder en los dos últimos años. Milagro Sala decía que hace 39 años empezaba el terror, la violencia, las detenciones y las torturas. “La dictadura instaló un programa económico para favorecer a los grandes empresarios, al Grupo Clarín, al diario La Nación, al grupo Ledesma en Jujuy, cuyo titular, Blaquier, era gran amigo de Martínez de Hoz. Pero vino un presidente que nos invitó a vivir un sueño, un presidente que descolgó los cuadros de los genocidas, en el Colegio Militar de la Nación. Un presidente que confió en su pueblo movilizado. Y comenzaron los juicios de lesa humanidad, para juzgar a los responsables de las desapariciones.” Y agregó: “Al absurdo fallo de la Cámara de Casación le respondemos con más solidaridad y más democracia”.
En los estandartes y en las banderas no sólo hay nombres de organizaciones. Hay algunas con las palabras Nunca Más. Muchas con el logo de Ledesma. Ese diamante raro de tres patas aparece enlazado por un alambre de púas, o con un gorro de policía, o con la cara de Blaquier. Dicen que los que viajaron desde Calilegua, uno de los territorios del Ingenio, trajeron nuevos dibujos con motivos distintos. Además del alambre, la gorra y la cara de Blaquier, ahí adentro encontraron la forma de poner también sus camionetas.
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