EL PAíS
› EL FIN DE LA TRANSVERSALIDAD Y TAMBIEN DE LOS APARATOS
La lógica de los jazmines
En la Casa Rosada desecharon la idea de transversalidad como un movimiento político donde desde y hacia el peronismo permease el centroizquierda no peronista.
Ahora Kirchner apuesta a dos partidos que quizá puedan conformar una coalición.
Duhalde y los aparatos políticos.
› Por Sergio Moreno
El presidente Néstor Kir-
chner, quien fuera padre de la idea, desechó el proyecto de transversalidad. Se terminó la idea de que el peronismo permee y mantenga vasos comunicantes con un nuevo partido de centroizquierda. Ahora Kirchner decidió –porque los hechos así se lo impusieron– asentar su poder en el PJ y en otro partido, el de centroizquierda de marras, a crear, los cuales quizá podrían coligarse, tal vez en el 2005. En la Casa Rosada están convencidos de que la imagen K ayudará a articular este proyecto, que curará los sarpullidos de la reacción que la transversalidad generaba en el peronismo y que, a su vez, ayudará a mejorar al propio peronismo, porque el tiempo de los viejos aparatos, dicen en la Rosada, “se acabó”.
“El peronismo siempre encuentra al hombre necesario para el tiempo que corre”, pontifica uno de los estrategas presidenciales, estrenando despacho al lado de el del Presidente. El hombre, un secretario de Estado, explica su concepto a Página/12: “Kirchner es el hombre justo para ahora, como no lo hubiesen sido ni el Lole (Carlos Reutemann) ni el Gallego (José de la Sota). También lo fue (Carlos) Menem en los ‘90 y no (Antonio) Cafiero, que era un socialdemócrata. Por entonces, la caída de (Raúl) Alfonsín marcaba la retirada de la socialdemocracia en el mundo. Ahora, Kirchner –que nos salió de carambola porque el Gallego no andaba– es lo que pide la sociedad, es lo que se exigía después del estallido de 2001. Además, Kir-
chner dice lo que se habla en el mundo. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el BID debaten y hablan de distribución de la riqueza, de pobreza, de desigualdad. En los ‘90, en pleno Consenso de Washington, esos tipos no se acordaban de que existían los pobres, habían arrancado la palabra de su diccionario”.
La idea expuesta por este funcionario descubre, siguiendo tal razonamiento, a un Kirchner derramando un discurso distribucionista y, a la vez, de reformulación de la forma de hacer política para dentro o fuera del peronismo, que no es otra que la manera en que el Presidente imagina que se mantendrá con poder para ejercer su función. Volviendo al principio, el patagónico dejó de lado la idea de la transversalidad como masa de contornos indefinidos entre el PJ y la otra fuerza a crear con los escombros del progresismo. Ahora pretende apoyar una pata en el PJ, otra en este hipotético nuevo partido.
¿Cuál es ese partido? “Lo debe armar (Aníbal) Ibarra”, relata un hombre de confianza de Kirchner a este diario, refiriéndose al entretejido que el jefe de Gobierno porteño intenta amalgamar con referentes progresistas exitosos en su gestión: además de él, el intendente rosarino Hermes Binner, su sucesor Miguel Lifschitz, su par de Córdoba, Luis Juez, el de Morón, Martín Sabbatella, el de Cipolletti, Julio Arriaga. Ibarra tiene una tarea bastante compleja, no porque no pueda juntar a los intendentes mencionados, sino porque, detrás de ellos, deberá armar una estructura lo más sólida posible, labor en la que siempre ha fracasado el centroizquierda.
“Ambas fuerzas, peronismo y el nuevo partido –dice el estratego citado más arriba–, deben apoyar al Presidente. En algún momento, ambos partidos pueden conformar una coalición, un frente. Está bien que sea así, si no el peronismo se lo hubiese chupado. Se fagocitó a tantos partidos: al MID, al PI de Oscar Alende, a la UCD...”
Un habitual consultor presidencial, al tanto de lo que se piensa en el despacho principal de la Casa Rosada, confió a este diario: “El Presidente busca encarnar una nueva racionalidad política. Acá se produjo una ruptura que no es la continuidad que muchos creen ver en tantos triunfos del peronismo. Por otra parte, es una nueva forma de hacer política que no es no hacer política, el obtuso ‘que se vayan todos’”, ensaya. El hombre, habitual contertulio presidencial, expone a Página/12 su Teoría de la U. “El triunfo de la Alianza –comienza el sociólogo– había marcado un agotamiento de los aparatos tradicionales; su fracaso y la decepción dio lugar al quiebre que produjo el estallido. Nos paramos al borde del abismo y para salvarnos volvimos a refugiarnos en los aparatos, tal fue el gobierno de Eduardo Duhalde. Pero ahora hay una nueva racionalidad política y viene el tiempo de la construcción por fuera de los aparatos. Por eso, estar afuera o adentro del PJ no importa”, arriesga el consultor, para quien el surgimiento de muchos intendentes victoriosos, “que ganaron con su partido a pesar de él”, son una muestra de tal emergente.
“Viene el eclipse de los aparatos. Usted va a ver el eclipse de Duhalde”, categoriza.
Un integrante del gabinete nacional consultado por Página/12 coincide con la lógica del pensamiento expuesto recién, aunque prefiere salvar al ex presidente y ex gobernador bonaerense. La fuente cree que la idea de armar otro partido que apoye a Kirchner “va a ayudar también al peronismo, por el empuje del propio Kirchner, por su derrame. El PJ se está dando cuenta de que las viejas estructuras y la forma de hacer política que se utilizó hasta ahora, no van más”. El confidente dice que también el ex presidente se da cuenta de lo que impone este tiempo. “La elección que hizo Duhalde en la provincia de Buenos Aires fue bastante mala, sacó un millón de votos menos que (Carlos) Ruckauf. ¡Qué Rucucu, con lo que lo putean! Ocurrió que en la provincia la oposición no existía, entonces sacó 30 puntos de diferencia y pudo zafar, hacer pasar la elección como un gran triunfo. Pero Duhalde se da cuenta de que hay que cambiar y para eso se recuesta en Kirchner. ¿Cómo le explica a los suyos, al peronismo bonaerense, si no, con qué fuerza además de la de su propio liderazgo, que hay que cambiar? Para eso está Kirchner”, dice el confidente de este diario.
Otro espejo en el que se mira Duhalde para comenzar a hacer este giro (si es que se decide a hacerlo), siempre según la lógica expuesta en Balcarce 50, es la elección de José Manuel de la Sota. “El Gallego quiso colar el tren fantasma de su banda, con el que armó la lista de diputados, y no le salió. La gente se preguntó cómo hacer para castigar a esos tipos y votó a Juez con las dos manos. Si el Gallego hubiese unificado las elecciones, la de gobernador y la de diputados, quizás hubiese colado el tren fantasma. Pero Duhalde también ve que eso está caducando, y que hay que cambiar.”
También el consultor mencionado anteriormente hace una marca en la elección bonaerense. “Nunca hubo una elección tan floja –arranca–. Duhalde obtuvo un 38 por ciento de la mitad del padrón, lo que baja su performance al 20 por ciento. Lo que no pudo hacer Felipe Solá, que fue muy buen candidato, menos lo pudo hacer Chiche Duhalde. El peronismo ni siquiera arañó su piso histórico en la provincia”, dice, con los guarismos de aquel comicio en la mano.
El hombre mira los datos y define: “Lo que le pasa al peronismo lleva la lógica de los jazmines: más perfuman cuando están agonizando”.
Su licencia poética le sirve para apuntalar la idea que ha conversado no sólo con el Presidente, esto es, la del momento histórico para crear una nueva fuerza extramuros del PJ, ya no transversal, sino paralela, con Kirchner a la cabeza.
–¿Con quién más lo ha hablado? –le preguntó Página/12.
–Con Chacho Alvarez. Me llamó y me dijo que éste era el momento justo para construir otra cosa.
–¿Por fuera del peronismo?
–Por fuera del peronismo, con los restos del peronismo, con los disidentes del peronismo. Estar afuera o adentro del peronismo ya no importa.