EL PAíS › DIJO QUE NO CREE QUE VENEZUELA SEA UNA AMENAZA PARA EE.UU.
El presidente estadounidense dio por terminado el trámite para retirar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo. Sin referirse específicamente al decreto de sanciones, mandó señales de no creer lo que dice.
Barack Obama le bajó el tono a la polémica con Caracas al señalar que “no creemos que Venezuela sea una amenaza para Estados Unidos y Estados Unidos no es una amenaza para el gobierno de Venezuela”, poco antes de su llegada a Panamá, donde mantendrá un encuentro con su par cubano, Raúl Castro. Además, Obama dio por terminado el trámite para retirar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo. “La revisión ha sido completada por el Departamento de Estado”, dijo el presidente estadounidense a los periodistas en Kingston, Jamaica, en la escala previa a su viaje al país centroamericano.
Panamá acogerá a presidentes y representantes de 35 estados que asistirán entre hoy y mañana a una nueva edición –la séptima– de la Cumbre de las Américas, que se ganó con estricta justicia el calificativo de histórica, ya que Cuba participará por primera vez del encuentro que siempre lideró Estados Unidos bajo la protección de la cercana Organización de Estados Americanos (OEA).
Aunque la posible remoción de Cuba de la lista de países que apoyan al terrorismo adquirió peso en las últimas horas, sobre todo después del anuncio hecho por Obama, esta buena nueva no será la única protagonista del encuentro de mandatarios que sesionará en el custodiadísimo Centro de Convenciones Atlapa, ya que el jefe demócrata deberá escuchar el reclamo de Venezuela y varios países de la región, que rechazan su decreto de calificar al estado bolivariano como una amenaza para su seguridad interna. El jefe de Estado envió señales y explicó que, a pesar de lo que dice el decreto, Venezuela no es una amenaza para su país. El mandatario estadounidense también senaló que ni su país ni el continente deben mantener silencio ante la situación en Venezuela que, a su juicio, enfrenta retos enormes y con cuyo gobierno Washington sigue abierto al diálogo directo.
En ese contexto, Obama volvió a bajarle el tono al decreto que firmó el 9 de marzo último, en el que califica a Venezuela como una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos y que aplica sanciones económicas a funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro. “Seguimos muy preocupados por cómo el gobierno venezolano sigue esforzándose por intimidar a sus adversarios políticos, incluido el arresto y acusación por cargos políticos de funcionarios electos, y la erosión continua de los derechos humanos”, señaló Obama. Explicó, a su vez, que las sanciones anunciadas en marzo iban dirigidas a disuadir la violación de derechos humanos y la corrupción en Venezuela.
Las sanciones, aseguró el jefe de Estado, van dirigidas a las personas responsables de perseguir a los adversarios políticos, restringir la libertad de prensa, usar la violencia, detenciones y arrestos arbitrarios.
Obama aclaró que estas sanciones no quieren socavar al gobierno venezolano ni promover la inestabilidad en Venezuela. Si bien el mandatario intentó bajar los decibeles a la controversia con Caracas, no retiró el decreto, lo que dará pie al reclamo del presidente venezolano, Nicolás Maduro, que le presentará unas 10 millones de firmas de ciudadanos de ese país que rechazan la medida. El presidente venezolano no se privó ayer de apelar al sarcasmo. “Logramos que el presidente Obama reconociera de palabra que Venezuela no es una amenaza, ahora #ObamaDerogaElDecretoYa”, escribió en su cuenta de Twi- tter.
Aunque ya se consiguieron las 10 millones de rúbricas planteadas como meta, Caracas aseguró que continuará con la campaña para recolectar firmas contra el decreto firmado por el presidente estadounidense. “Nosotros vamos a seguir recogiendo hasta el próximo 30 de abril en todas las esquinas calientes, casa por casa, a través del cuerpo a cuerpo, firma por firma”, dijo el dirigente del gobernante Partido Socialista Unido (PSUV), Jorge Rodríguez, encargado de la campaña. La recolección de firmas fue incorporada a un informe que Maduro adelantó que llevará a Obama en el marco de la Cumbre de las Américas.
Sobre la salida de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, los expertos aseguran que esa medida sería sobre todo un gesto simbólico en el diálogo iniciado entre Washington y La Habana hace casi cuatro meses. “Esto ha sido una especie de piedrita en el zapato en el proceso de normalización de relaciones diplomáticas”, comentó Frank Mora, director del Centro para América Latina y el Caribe de la Florida International University. “El gobierno cubano dijo en varias ocasiones que sí era un impedimento”, agregó Mora, ex encargado de América latina en el Pentágono durante el primer gobierno de Obama.
Estar en la lista que completan Irán, Sudán y Siria implica una serie de sanciones, entre ellas el bloqueo a cualquier intento de parte de La Habana de obtener préstamos que lleguen de instituciones financieras internacionales. A pesar del optimismo por el inicio del diálogo entre ambos países, Estados Unidos advirtió en múltiples ocasiones que el proceso para restablecer las negociaciones con Cuba será lento. Aún quedan asuntos espinosos por resolver, como la reapertura de embajadas en Washington y La Habana y el embargo que pesa desde 1962 sobre la isla y ahoga a su economía.
Quien también llega a Panamá es el secretario de Estado, John Kerry, que posiblemente se reúna con el canciller cubano, Bruno Rodríguez, según fuentes de la Casa Blanca. La foto que saldrá de la cumbre, la de un presidente estadounidense y uno cubano juntos, dará la vuelta al mundo. La única y última vez que Obama y Castro se vieron las caras fue cuando coincidieron en los funerales de Nelson Mandela en Sudáfrica en 2013.
Los ejes de la VII Cumbre de las Américas versarán sobre el combate a la pobreza, los aumentos de cooperación en campos como salud, educación y seguridad, entre otros, y el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática y la participación ciudadana.
Si bien no todos los mandatarios habían arribado ayer, los organizadores confirmaron la presencia de 32 jefes de Estado y de otros tres representantes. Los panameños de a pie, mientras tanto, parecen prestarle más atención a la reunión continental, porque se ven perjudicados por las estrictas medidas de seguridad que unos 5000 agentes de distintas fuerzas desplegaron en los alrededores del Centro de Convenciones y en proximidades de los hoteles en los que se alojan las delegaciones extranjeras.
Con un calor que ayer bordeaba los 35 grados, militares enfundados en uniformes verde oliva no tuvieron problemas en desviar por las buenas o no tanto a los atribulados automovilistas que terminaron atrapados en gigantescos embotellamientos, aunque con la ventaja de gozar de excelentes equipos de aire acondicionado. Por la mañana, el tránsito apareció restringido en varias avenidas claves –el corredor Norte, el corredor Sur, la avenida Balboa– y hasta en el puente Las Américas, una imponente obra sobre el canal de Panamá, y se suspendieron las actividades en oficinas públicas y en escuelas y universidades. Hubo restricciones en la ruta que va a las zonas de playas, porque Obama hizo base en Buenaventura, una urbanización turística ubicada a 40 kilómetros de la ciudad. En paralelo al encuentro de presidentes se celebran el Festival de Cine (IFF), la Cumbre de los Pueblos, que reunirá a organizaciones sindicales y movimientos sociales del continente y en la que estarán los mandatarios de Bolivia, Evo Morales, y de Ecuador, Rafael Correa, y la Cumbre de los Pueblos Indígenas, que reunirá a líderes originarios del hemisferio.
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