EL PAíS › OPINION
› Por Chino Beltrán Besada *
Ante la imposibilidad de que Cristina Fernández de Kirchner –consolidada como conductora del movimiento nacional, cuya fotografía se pudo observar en la Plaza del 1º de marzo en Congreso– continúe como presidenta de los argentinos, este año se presenta como clave para consolidar dos victorias. El activo del kirchnerismo, organizado y no organizado, ya está debatiendo cómo ganar las dos batallas, la de la continuidad y la de la profundización.
Es un año donde la coyuntura nacional está rápida y cambiante. Acompañada de una situación sudamericana que merece que se preste atención.
El imperio yanqui sabe que Argentina y Venezuela son los lugares débiles para golpear y de esta forma desestabilizar a la Unasur. Con la pretensión de golpear sobre ambos presidentes, en el Caribe mediante una violencia e injerencia ostensibles y aquí solapadas, para romper el eje Buenos Aires, Brasilia y Caracas. Si puede provocar en ambos casos un adelantamiento de las elecciones lo hará, no tengamos dudas de ello.
El diablo mete la cola en lo que cree su patio trasero y promueve candidatos en nuestro país que vienen a proponer el retorno de las relaciones carnales, en las cuales las reglas las pone el neoliberalismo. No hay matices entre ellos. Es sólo maquillaje para exhibir en la farandulización de la política que garantizan los medios monopólicos de comunicación. Las PASO son un trámite administrativo para ellos. Massa y Macri son la muestra más acabada de esta expresión.
Nosotros nos encontramos librando simultáneamente las dos batallas.
La batalla por la continuidad es determinante, la felicidad de nuestro pueblo se juega en ella. Lo que está en disputa son dos proyectos políticos antagónicos. O gana el Frente para la Victoria que representa un Estado fuerte y presente para regular el mercado, o gana la propuesta de derecha, que significa un Estado prescindente para desregular el mercado y favorecer a los oligopolios. Más privilegios a las corporaciones, menos derechos para el pueblo. Y no se trata de un planteo maniqueo ni reduccionista. Esta situación es la que vamos a enfrentar en las urnas de octubre. Se trata de una antinomia sustantiva. Construir la victoria del FpV, sea quien sea quien la encabece, es por lo que tenemos que militar en cada paso de este año electoral.
La batalla por la profundización es sustancial. Es la que nos atraviesa como fuerza propia y marcará la impronta con la que daremos la batalla por la continuidad. El kirchnerismo no llegó con la capacidad potente de instalar un candidato que se pueda apropiar de la heterogeneidad que compone el propio kirchnerismo. Ese capital político lo tiene Cristina, quien ejerce la conducción. Pero las PASO son una excelente oportunidad para construir el candidato de la profundización de este proyecto político.
Escuché al precandidato Agustín Rossi, en el Congreso de Descamisados, plantear enfáticamente la convocatoria a un debate político para poner en metas cuáles serán las acciones políticas que den cuenta de esa continuidad en perspectiva de avance. Los precandidatos del FpV –Taiana, Rossi, Scioli, Randazzo y Urribarri– podrían rescatar la mejor herencia que nos legó Néstor, que es discutir la política para de esta manera consolidar una referencia que en octubre exprese la profundización anhelada. Un candidato a presidente que ponga la campaña en clave de discutir los ritmos del avance en la confrontación con las corporaciones para desmonopolizar, los ritmos para garantizar una mayor igualdad social y la claridad en las medidas para avanzar sobre los privilegios.
* Director de la revista Oveja Negra.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux