Dom 17.05.2015

EL PAíS  › EMPIEZA EL MARTES EL JUICIO POR LA APROPIACION DE FLORENCIA LAURA REINHOLD SIVER

La oportunidad de ser libre

Florencia será la primera testigo del juicio que evaluará la responsabilidad del matrimonio que la crió y del obstetra que firmó su partida de nacimiento. “Espero que se saque esa carga de ser la victimaria de sus apropiadores y pueda ser libre”, dijo su tía.

› Por Ailín Bullentini

Lo primero que hizo Florencia Laura Reinhold Siver cuando conoció a su familia biológica fue agarrarle los rulos a su tía. “Ahora entiendo”, recordó Adriana Reinhold que le dijo la hija de su hermano Marcelo. “Ella es rubia, la cara de Marcelo y está llena de rulos como todos nosotros”, completó la mujer que, reconoce, “nunca” estuvo “tan nerviosa”. El martes, a primera hora de la mañana, Florencia será la primera testigo del juicio que evaluará la responsabilidad del matrimonio que la crió y del obstetra que firmó su partida de nacimiento falsa en su apropiación.

Hasta el 1º de agosto de 2011, Florencia fue hija de Juan Carlos Lavia y Serafina Marchese. Durante la década de 1970, Lavia hacía guardias en el Sanatorio de la Unión Obrera Metalúrgica de Haedo, en donde conoció a Aldo Chiappe, quien durante la última dictadura cívico-militar también ofreció sus “servicios” en el centro clandestino de detención más grande del país, la ESMA. A principios de 1978, Chiappe le entregó una bebé a Lavia quien, junto a su mujer y la “ayuda” del obstetra Francisco De Luca, que puso su firma en una partida de nacimiento falsa, la inscribieron como hija propia.

El hecho delictivo será el eje del juicio oral y público que comenzará el martes ante el Tribunal Oral Federal N° 5 de la ciudad de Buenos Aires. En cuatro encuentros –se calcula que el debate no se extienda más allá del mes y medio–, poco menos de diez personas contarán su versión de la historia. Florencia será la primera. Sus tíos paternos Adriana y Augusto Reinhold, una tía materna –cuñada de su mamá, Susana Siver– y dos primos de su papá aportarán sus visiones de parte de la querella, de Abuelas de Plaza de Mayo.

Hasta el 1º de agosto de 2011, Florencia sabía que había sido adoptada por sus “padres”. Cuatro años antes se había acercado a Abuelas de Plaza de Mayo “para ver de qué se trataba”, contó su tía biológica a Página/12. “Qué tenía que hacer, de qué se trataba, qué iba a pasar con quienes la habían criado. Ese era el punto problemático”, detalló. La joven se llevó sus dudas de la casa de las Abuelas, en donde tampoco dejó sus datos. La buscaron tiempo después, cuando información que llegaba desde diferentes lugares se concentraba en ella como una de las nieta buscadas, y ella accedió a hacerse el análisis de ADN.

Adriana estaba en su trabajo cuando supo la novedad. Por entonces, se acercaba la fecha en la que debería testimoniar en el juicio por el plan sistemático de apropiación de menores durante la última dictadura y cuando en la oficina le dijeron que tenía una llamada de Estela de Carlo- tto se extrañó, pero lo relacionó con el debate.

–Adriana, te tengo que dar una noticia. ¿Estás sentada?

–No, estoy parada –recordó Adriana que contestó, desde el hall del edificio en donde trabajaba.

–Encontramos a tu sobrina.

–¿Estás segura?

“Estás segura. Eso fue lo que me salió preguntar porque no lo podía creer”, aclaró la tía de la nieta recuperada número 105, según el conteo del organismo de derechos humanos que sostiene la búsqueda de los bebés apropiados, hijos de jóvenes secuestrados y desaparecidos durante la última dictadura. Hasta ese momento, la posibilidad de encontrar a la hija de Marcelo y Susana le parecía lejana: “Más pasaba el tiempo, más lejano veía el encuentro. De verdad creía que era demasiado difícil encontrar a alguien así de escondido”, puntualizó.

La familia Reinhold comenzó decididamente la búsqueda de Florencia “con la llegada de la democracia”. Los años transcurridos entre el secuestro de sus padres, en agosto de 1977, y el final de la dictadura habían transcurrido entre la duda, la esperanza y la desazón. En enero de 1978, una llamada anónima le deseó “felicidades, abuelo” al padre de Marcelo. Adriana aclaró: “Una llamada anónima como tantas que recibíamos entonces: que habían encontrado el cuerpo de mi hermano, que mi cuñada estaba loca en el Moyano”. Recién en 1982 pudieron comenzar a confirmar ciertas cuestiones, a partir de los testimonios de algunas sobrevivientes de la ESMA, como Sara Osatinski, Graciela Daleo y Lila Pastoriza, que Madres y Abuelas trajeron desde Ginebra. Supieron que Susana, que había sido secuestrada con cuatro meses de embarazo, había parido, finalmente; que lo había hecho en el Hospital Naval en enero de 1978, que había tenido una nena. También que Susana la había conocido. “Supimos del nacimiento, cuántos días estuvo en el hospital, cuándo la llevaron a la ESMA y que la dejaron 15 días con su mamá. Supimos hasta las horas que estuvo con ella el último día que la vio, cuándo llegó el moisés muy lindo, blanco, prolijo. Y ahí se cortaba la historia”, mencionó Adriana.

El camino de búsqueda fue compartido con las Abuelas de Plaza de Mayo. Primero, a través del “reconocimiento de rostros, un procedimiento muy angustiante”. Luego, con la genética y el Banco Nacional de Datos. Adriana aseguró que “nunca” soñó con el juicio que comienza el martes y que, sabe, es doloroso para su sobrina. “El sueño era encontrarla a ella, ése era el acto de justicia esperado. Luego leés las declaraciones indagatorias de quienes la criaron y completás los vacíos de información que estuvieron durante décadas, te disponés a reencontrarte y te das cuenta de que no es fácil: para nosotros, que la esperamos siempre, sí, pero ella durante 33 años tuvo otros referentes, otros parámetros, una historia distinta. Creo que ella todavía no pudo asimilar el hecho y necesita pensar que quienes la criaron no sabían su origen”, evaluó la tía que, comprensiva, ve en este debate una oportunidad: “Yo espero un veredicto, pero sobre todo que ella pueda escuchar con otro oído esta historia para que las palabras tengan otra dimensión, se saque esa carga de ser la victimaria que está hiriendo a sus apropiadores y pueda ser libre”, concluyó.

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