EL PAíS › LA APUESTA DE LOS PRECANDIDATOS SIN CHANCES DE GANAR EN LAS PASO
Pese a estar rezagados en los sondeos, Sanz, Carrió, De la Sota y Rodríguez Saá mantienen sus candidaturas. Tienen otros intereses más allá del resultado: mejorar el nivel de conocimiento, sumar legisladores o retener el poder en sus territorios.
› Por Sebastian Abrevaya
La depuración de los dirigentes menos competitivos en las listas del Frente para la Victoria puso bajo la lupa la situación de los opositores que se proclaman como precandidatos presidenciales pero, según la mayoría de los sondeos, no tienen casi ninguna chance de vencer en las primarias del 9 de agosto. Por más que nunca lo reconocerán en público, por lo bajo la mayoría reconoce que subyacen otros incentivos que empujan del carro de una campaña con un final prácticamente anunciado. A menos que irrumpa alguna sorpresa que dé vuelta el escenario, Elisa Carrió, Ernesto Sanz, José Manuel De la Sota, Adolfo Rodríguez Saá serán derrotados por Mauricio Macri o Sergio Massa. Pero si la negociación con el PRO y la UCR llega a buen puerto y la alianza logra un buen desempeño en octubre, la líder de la Coalición Cívica podría sumar nuevos legisladores nacionales y revertir el permanente descenso de su fuerza parlamentaria. Si llegaran a la Casa Rosada, el jefe de la UCR se imagina como pieza clave en el gabinete y conductor del principal partido de la coalición de gobierno. Con el líder del Frente Renovador en caída libre, los peronistas disidentes se animan a pensar un eventual triunfo en las PASO. De todas maneras, tanto el gobernador cordobés como el senador puntano utilizan también sus aspiraciones presidenciales para “alambrar” sus respectivas provincias, con la idea de garantizarse la continuidad en el poder con un delfín propio.
“Un detalle formal, pero que ayuda a entender, es que ninguno es ‘precandidato’ todavía. Todos por ahora son dirigentes que dicen que ‘quieren ser’. Son precandidatos el día que se inscriben las listas y que comienza formalmente la campaña electoral. Por ahora son dirigentes que buscan referenciar el sector (dirigentes, militantes, territorio, legisladores, intendentes, gobernadores) a los que lideran en lo que sea la discusión nacional”, señaló en diálogo con Página/12 el politólogo Nicolás Tereschuk. La advertencia se vuelve necesaria teniendo en cuenta la dinámica de la política doméstica, más aún cuando en el entorno de los propios postulantes todavía no están seguros de que sus nombres llegarán a una boleta en el cuarto oscuro de agosto. “La verdad, todavía no sabemos qué va a hacer Carrió, si se va a presentar o qué puede pasar si hay un acuerdo de Macri con Massa”, reconoce un dirigente de primera línea de la Coalición Cívica. Lilita avisó que no va a compartir un espacio con el Frente Renovador y la situación del tigrense, presionado para bajar su candidatura, genera todavía incertidumbre en el armado opositor.
Hace poco más de un año, el ex intendente de Tigre estaba arriba en las encuestas y el Frente Amplio Unen era un armado con cinco presidenciables que todavía no había volado por los aires. En ese contexto, Tereschuk agregó que los opositores tienen una posición “más voluble” porque no se sabe con precisión dónde van a jugar, mientras en el FpV los espacios están más definidos.
“Los que se bajaron del FpV están viendo que un candidato FpV-PJ ungido por las PASO puede ganar, entonces bajarse no es tan dramático porque va a haber listas, cargos y otras cosas para compensar. Es mejor ser un candidato a gobernador o intendente con una lista pegada a un candidato a presidente con arrastre, que un candidato a presidente quijotesco en una interna imposible. Además, hay otro factor y es que Cristina Fernández llegó con capital suficiente para poder dar directivas aun faltando pocos meses para la interna”, explica la politóloga y docente de la Universidad de Neuquén María Esperanza Casullo.
Para Sergio De Piero, politólogo y profesor de las universidades de Buenos Aires y Arturo Jauretche, “las motivaciones son distintas pero semejantes”. “Disputar espacios de candidaturas, aun cuando se sabe que se pierde, se apoya en la necesidad de mantener espacios de poder dentro del partido y en el sistema político en general”, resume. Uno de los ejemplos más acabados de esa situación es el de Rodríguez Saá, que en 2011 logró convertir a San Luis en la única provincia donde CFK no ganó. Si bien en términos nacionales San Luis no tiene una gran influencia, le sirvió al puntano para mantener la hegemonía en el distrito y revalidar su poder en la región de Cuyo. “De la Sota está pensando algo parecido, manteniendo en Córdoba una hegemonía importante. Esto es claro en los dirigentes que van con Massa, porque incluso acuerdan con él cuando ya está en caída. No les interesa lo nacional sino su poder territorial”, explicó. En esa provincia el actual gobernador impulsa la candidatura del diputado Juan Schiaretti, quien fuera su gobernador entre 2007 y 2011. Para cuidarse del impacto de la elección nacional, De la Sota desdobló los comicios y los puso el mismo día de la elección general en la Ciudad de Buenos Aires. Así, el peronismo federal podría compartir la tapa del lunes con un triunfo, en caso de vencer a la alianza UCR, PRO, Frente Cívico, que lleva a Oscar Aguad y al kirchnerismo, que cuyo candidato es Eduardo Acastello.
En un concepto similar, Casullo consideró que Sanz puede utilizar las PASO para “alambrar la UCR”. Durante la Convención de Gualeguaychú, el senador mendocino justificó el acuerdo con el PRO como una forma de retener las bancas legislativas que pone en juego el radicalismo y, además, sumar gobernaciones a la única que todavía le queda, la de Corrientes. “A Sanz le seduce pensar en dotar de ministros y cobrarle caro las bancas legislativas a un gobierno de Macri que eventualmente llegaría con muy poca estructura propia”, completa Casullo. En privado, el titular del Comité Nacional hace números y se entusiasma con ser el un hombre clave en un futuro gobierno integrado por la UCR. Sabe que es matemáticamente imposible que el PRO supere en cantidad de bancas al radicalismo y que necesitará de su acompañamiento para lograr que alguna de las iniciativas de Mauricio Macri pase por el Congreso. En caso de que esa apuesta no prospere, en cualquier caso Sanz habrá podido avanzar en mejorar su bajo nivel de conocimiento, algo que sigue tratando revertir.
A diferencia de los radicales, que vienen acordando listas comunes con el PRO para las candidaturas de legisladores nacionales, Carrió se mantiene al margen de esas negociaciones. En la Coalición Cívica adelantaron que podría llevar lista propia de diputados nacionales en ciudad y provincia de Buenos Aires, dos distritos más fuertes para la chaqueña. Dependiendo del piso que establezca el frente para ingresar en el reparto de bancas, un desempeño electoral bueno en esos distritos le permitirá a la CC meter dirigentes en las listas de octubre, aprovechando el impulso del líder del PRO. Más allá de los argumentos sobre la necesidad de “salvar a la República”, no será muy difícil para la chaqueña mejorar el 1,8 por ciento que sacó en 2011, cuando en todo el país ingresó un sólo diputado a la Cámara baja, la actual aliada macrista, Patricia Bullrich. Si bien se muestra distante del líder del PRO, el futuro de Carrió en caso de que Macri llegue al gobierno es una pregunta para la que ni los propios tienen respuesta. La oferta para ser Procuradora General no sólo fue desmentida, sino que además es descabellada: se necesitan los dos tercios de los votos en el Senado, donde, en el peor de los casos, el peronismo se mantendrá como primera minoría.
Otro perfil tienen las candidaturas de Margarita Stolbizer, del frente Progresistas, y Jorge Altamira, del FIT. Ambos dirigentes no tendrán competidores en las PASO, por lo que su desafío será superar el piso del 1,5 por ciento de los votos para llegar a octubre. Lejos de tallar en la pelea presidencial, sus aspiraciones están más vinculadas con ratificar una identidad y un espacio propio, que con disputar un lugar en la Casa Rosada.
Cuando faltan menos de tres meses para las PASO, el escenario electoral comenzó a despejarse y van quedando menos incógnitas en el tablero. Para algunos, no hay certezas absolutas pero tampoco demasiadas dudas: aun perdiendo, salen ganando.
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