EL PAíS
› ARGENTINA CONTRA LAS PRESIONES DE EE.UU. PARA MILITARIZAR TODO
La seguridad según Bielsa y Pampuro
Hoy empieza en México la conferencia especial sobre seguridad de la OEA. En ella, Estados Unidos impulsa la militarización de todos los problemas de seguridad interna, incluidas las “nuevas amenazas”. Argentina defenderá su legislación.
› Por Martín Granovsky
La delegación argentina no presentará pelea abierta pero marcará una distancia nítida en la conferencia especial sobre seguridad que se abre hoy en México. Esa era la decisión, al menos hasta ayer, en el gobierno que representarán el canciller Rafael Bielsa y el ministro de Defensa José Pampuro. Bielsa incluso podría llegar a formular una advertencia sobre el riesgo de militarizar todos los problemas de seguridad.
Página/12 informó el sábado en exclusiva sobre el texto de la declaración que trabajó el grupo redactor de la Organización de los Estados Americanos. Considera que no solo hay viejas amenazas sino amenazas nuevas. Tienen formas diversas y solo reconocen como límite el de la imaginación. Así sería si un estratega militar se guiara solo por el texto que seguramente resultará aprobado en México. Amenazas son el sida y las catástrofes naturales. La pobreza extrema y la exclusión social. Naturalmente, el terrorismo y el narcotráfico. El lavado de dinero. El blanqueo de operaciones clandestinas. El traslado de migrantes a través de las fronteras de manera ilícita. Y la introducción de armas de destrucción masiva.
La posición argentina, según pudo saber este diario, es contraria a la militarización de las amenazas.
Es posible que los delegados recuerden a sus colegas del resto del continente que la Argentina cuenta con una Ley de Defensa y una Ley de Seguridad Interior. Las dos fijan incumbencias distintas para las Fuerzas Armadas y para las de seguridad. Prohíben a las primeras hacer tareas de las segundas.
La Ley de Defensa define esta actividad como “la integración y acción coordinada de todas las fuerzas de la nación para la solución de aquellos conflictos que requieran el empleo de las Fuerzas Armadas, en forma disuasiva o efectiva”.
En el capítulo II del proyecto de declaración, un inciso establece que “cada Estado tiene el derecho soberano de identificar sus propias prioridades nacionales de seguridad y definir las estrategias, planes y acciones para hacer frente a las amenazas a su seguridad, conforme a su ordenamiento legal y con el pleno respeto del derecho internacional y de las normas y principios de la Carta de la OEA y la Carta de la ONU”.
La delegación argentina podría invocar ese punto si se produce una discusión ríspida en México, adelantó un funcionario del Gobierno.
El criterio es que no solo las Fuerzas Armadas deben dedicarse solo a las hipótesis externas de conflicto. También que tienen actuar solamente cuando esas hipótesis, o amenazas en la jerga de estos días, precisan de una respuesta militar. El sida, por ejemplo, no necesita de la aplicación de una fuerza de disuasión armada.
La militarización de la seguridad está, antes que en el documento, en el propio formato del encuentro. Junto a los cancilleres estarán en México los ministros de Defensa del continente. La declaración, además, trata sobre la incorporación de las “nuevas amenazas” entre las hipótesis que deberían formar parte de una versión puesta a punto del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca firmado por 23 países americanos, entre ellos la Argentina, en 1947. Esa es otra forma de introducir un condimento militar en la discusión de la seguridad.
Bielsa podría plantear también que no todos los problemas deben incluirse como amenazas a la seguridad. La idea es que el desarrollo humano no es lo mismo que la seguridad garantizada, sino que se trata de una categoría social de otro cuño.
“El proceso que llevó a este documento empezó en 1998, y un solo país no puede frenarlo”, dijo un funcionario argentino que pidió reserva de identidad. “En estos casos lo que se hace es el control de daños, para que si algo está en marcha y el Gobierno no está de acuerdo deja marcadas sus diferencias y trata de no avanzar más allá de las formulaciones generales del documento”, explicó. Sin embargo, el Comando Sur de las Fuerzas Armadas norteamericanas, preocupado por conseguir consenso para combatir lo que define como “narcoterrorismo”, acumula elementos de legitimación internacional que en algún momento podrían servirle para ejercer presión en favor de una fuerza interamericana por ejemplo en Colombia.
Dentro de la Argentina, el tipo de mensaje que figura en la declaración a firmarse en México alienta experimentos como el de la Gendarmería, difundido ayer en exclusiva por Página/12.
Para marcar un modelo diferente, basado en la negociación política, Bielsa o Pampuro podrían comentar la reciente experiencia de participación conjunta argentina y brasileña en la salida de la crisis boliviana. Los presidentes Néstor Kir-chner y Luiz Inácio Lula da Silva enviaron a Eduardo Sguiglia y Marco Aurelio García como delegados personales para analizar la situación de Bolivia con todos los dirigentes del oficialismo y la oposición. El acuerdo terminó en una convocatoria a una constituyente, el llamado a un plebiscito vinculante por la exportación de gas y el comienzo del diálogo con las agrupaciones que representan a la mayoría de la población. En parte de ese arreglo participaron Sguiglia y García.