EL PAíS › LOS CRIMINALISTAS PRESENTARAN SU INFORME FINAL
La fiscal Fein presentó un cuestionario a los profesionales de la junta y la gran mayoría sostendrá que Nisman estaba frente al espejo y que la posición en que lo encontraron a él y a la vaina de la pistola es compatible con un disparo contra sí mismo.
› Por Raúl Kollmann
El 9 de junio, los seis profesionales que integran la junta de criminalistas se van a pronunciar sobre la muerte de Alberto Nisman. Es poco probable que los peritos digan “el fiscal se disparó a sí mismo”, pero desde ya que cinco de los seis profesionales firmarán un dictamen con conclusiones opuestas a la hipótesis expresada por la ex esposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, quien viene sosteniendo que al fiscal lo mataron. Habrá que ver cómo se redactarán los dictámenes y las respuestas a las seis preguntas que les formuló la fiscal Viviana Fein. Lo que parece seguro es que la mayoría dirá que Nisman estaba parado frente al espejo en el momento del disparo y que tanto las manchas de sangre, como la vaina servida, como la posición del cuerpo en el suelo, son coherentes con esa hipótesis. Habrá que ver si existe un pronunciamiento sobre la puerta cerrada y si los peritos dictaminan respecto de la presencia o no de otra persona en el baño.
Como se sabe, la junta de criminalistas está integrada por cuatro especialistas de la Policía Federal, incluyendo el forense de mayor trayectoria, Horacio Sapag; un balístico, un químico y un criminalista. A ellos se agregaron el profesional que representa a Arroyo Salgado, Daniel Salcedo, y el designado por la defensa de Diego Lagomarsino, Luis Olavarría.
Todo indica que cinco de los seis tendrán una misma opinión, mientras que expondrá sus discrepancias Salcedo, en nombre de la ex esposa.
Así como la junta médica no dijo con todas las letras que Nisman se suicidó, sino que no hay elementos que sostengan de manera científica el asesinato –“no hay certeza, desde el punto de vista científico-legal de que se haya tratado de homicidio”–, es muy probable que la junta de criminalistas se expida de forma similar, señalando que nada asegura que al fiscal lo mataron. Sin embargo, todo el dictamen de cinco de los seis peritos va a rebatir los puntos precisos planteados por la querella.
Lo que sostiene Arroyo Salgado es que Nisman fue llevado al baño por alguien que le apuntaba. El supuesto asesino lo obligó a arrodillarse frente a la bañadera, se colocó atrás y, apoyándole el arma del lado derecho, le disparó.
Toda la historia parece inverosímil desde el momento en que se plantea que Nisman no tuvo ninguna reacción, por cuanto no tiene lesiones defensivas ni hay desorden de pelea en el baño. Tampoco se explica por qué si Lagomarsino participó del crimen –como dice la querella– no se llevó el arma, teniendo en cuenta que la pistola estaba a su nombre. Desde el punto de vista médico-criminalístico, a esta hora está claro que Nisman tenía un golpe en la cabeza. Todo indica que ese golpe provino de la caída después del disparo. Sin embargo, si estaba arrodillado la caída fue muy leve y por lo tanto no tiene sentido el golpe.
La pistola apareció debajo del cuerpo del fiscal, en la espalda. Si dentro del baño hubo un asesino que quiso simular un suicidio, la lógica es que hubiera tomado la pistola para dejarla depositada en la mano del fiscal. Era una manera de armar el cuadro del suicidio.
La caída de la Bersa, en cambio, ya fue analizada por la junta de criminalistas y la mayoría coincide en que es compatible con un disparo efectuado por él mismo, estando parado, frente al espejo. El criminalista Daniel Salcedo, que representa a Arroyo Salgado, sostiene que las gotas de sangre que hay en la bacha del baño indican que Nisman estaba arrodillado, le dispararon del lado derecho y eso provocó una especie de spray de sangre en la salida del orificio de la bala. Sin embargo, la junta médica dictaminó que el fiscal sangró por la boca, la nariz, el oído y el orificio de entrada de la bala. Ese sangrado por la boca explicaría por qué quedaron gotas en la bacha. Habrá que ver si hay coincidencia en este punto en la mayoría de la junta de criminalistas.
La hipótesis más probable es que Nisman tomó la pistola con las dos manos, una sosteniendo la otra, tal como se exhibió en un estudio encabezado por Mario Cafiero. Ya antes, un prestigioso criminalista, Raúl Torre, insistía en que el disparo se hizo con una mano apoyando la otra, y ese diagnóstico lo dio antes de que se hiciera público que el fiscal tiene manchas de sangre en las dos manos. Desde el punto de vista del homicidio, no tiene sentido que el fiscal tuviera sangre en ambas manos. El asesino le usó la derecha para realizar el disparo –algo de por sí extraño–, pero es inentendible la existencia de sangre también en la izquierda.
Por último, si hubo un asesino, no se explica por qué el dedo de la mano derecha del fiscal aparece rígido, en posición de disparo.
Si Nisman estaba arrodillado, frente a la bañadera, con la bacha a la derecha y un asesino detrás disparándole del lado derecho, la lógica indica que debió caer mirando a la bañadera. Sin embargo, cayó al revés, dándole la espalda a la bañadera y de cara al inodoro.
Si el asesino estaba parado detrás, no se entiende por qué hay pequeñas manchitas de sangre casi al lado del inodoro, es decir en dirección adonde hubiera estado el homicida. Esas manchitas no deberían estar en el piso sino en la ropa del asesino.
Hoy por hoy parece probado que la puerta del baño estaba cerrada cuando llegaron al departamento los primeros que encontraron el cuerpo del fiscal: el custodio Armando Niz y la madre de Nisman, Sara Garfunkel, junto a una amiga. Todos testifican casi lo mismo: la puerta estaba cerrada o entornada y la cabeza del fiscal impedía abrirla. Pero, además, está la evidencia de que en el piso, al pie de la puerta, había gotitas de sangre. Si la puerta hubiera estado abierta, esas gotas habrían quedado en la puerta, no en el piso.
Habrá que ver si la junta de criminalistas se expide sobre la cuestión de la puerta cerrada y el hecho de que resulta casi imposible –sin dejar rastro– matar a una persona, salir del baño y maniobrar desde afuera para que el cuerpo quede contra la puerta impidiendo su apertura. El tema no figura entre las preguntas que hizo la fiscal, pero hay un punto de pericia en que Fein les pide a los criminalistas que le aporten cualquier otro elemento que sirva a la causa.
Todo indica que el 9 de junio, Fein tendrá dictámenes –el médico y el criminalístico– que no dirán que hubo un suicidio, pero que sí dirán que no hay nada que indique o que asegure que Nisman fue asesinado. Desde el punto de vista de los peritos, la hipótesis de Arroyo Salgado quedará más que cuestionada, entre otras cosas porque 13 médicos señalaron que Nisman murió el domingo 18 de enero y no el sábado 17 como sostiene la ex esposa del fiscal y porque la gran mayoría de los especialistas afirmará que estaba parado frente al espejo y no arrodillado, con un hombre detrás disparándole. Aun así, es Fein la que tendrá que decidir. Es ella la que tendrá la totalidad de los estudios en las manos, lo que incluye el análisis de llamadas y celulares, las imágenes de las cámaras de Le Parc y los datos surgidos de las computadoras de Nisman, con una apertura –según aparece acreditado– en la mañana del domingo 18 de enero. La lógica indica que Fein dirá que no se pudo probar que al fiscal lo asesinaron y, por lo tanto, no se pudo probar la existencia de un delito. Pero por ahora, ésa es sólo una especulación, queda camino por recorrer y más pruebas por realizar.
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