Lun 11.03.2002

EL PAíS  › OPINION

Emitan, pero de verdad

Por Andrés Ferrari *

“La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.” (Marx)
El Gobierno anuncia una emisión de 3500 millones de pesos mientras los piqueteros solicitan un millón de puestos de trabajo. Si cada empleo de ese tipo costara 4000 pesos al año, implicaría para el Estado un total de 4000 millones. ¿Qué pasaría si el Gobierno emitiese directamente ese monto adicional? ¿Habría hiperinflación?
En principio, los 4000 millones para crear puestos de trabajo no serían un costo. Ayudarían a reactivar la economía. En cambio, el conjunto de medidas de Remes Lenicov sólo acentuará la recesión porque el Gobierno además continuará con los fuertes ajustes fiscales y prohíbe la indexación salarial a pesar de prever una inflación del 15 por ciento. El plan es recesivo. En lugar de transferir poder adquisitivo a quienes tienen mayor capacidad de consumo, lo hace hacia quienes tiene mayor capacidad de ahorro (y así sí es probable que el dólar suba). Este es el mismo camino recesivo de los últimos tiempos basados en el temor a la “híper”.
La convertibilidad no sólo era un régimen cambiario, sino también una política monetaria: el monto de pesos dependía de las reservas del Banco Central. Más aún: el uno a uno implicaba una fuerte restricción monetaria con su conocidos efectos nocivos sobre el consumo y la producción.
La convertibilidad “estalló” por sus efectos pauperizantes y no por un debate crítico. Por eso, las ideas que derivaron en su aplicación se extienden con los anuncios de Remes Lenicov: la cantidad de pesos en la economía seguirá siendo inferior a las reservas. Pero el ministro, por otra parte, explica la pesificación de los depósitos por la reciente fuga masiva de dólares (20.000 millones), lo que, convertibilidad mediante, redujo el nivel de pesos. Según el BCRA, la contracción de la base monetaria a fines del 2001 fue de 5000 millones de pesos respecto de cuando asumió De la Rúa, a fines del 99. El agregado monetario mínimo (“M1”) en noviembre estuvo casi 10.000 millones de pesos por debajo, mientras que en el M3 la caída llega a 20.000 millones de pesos. Y siempre en medio de fuertes deflaciones, alto desempleo y quiebras.
Muchos temen que la emisión genere hiperinflación o aumente el dólar. Se basan en recuerdos que no tienen que ver con esta realidad. Más allá de la convertibilidad: si con una base monetaria mayor antes no hubo hiperinflación sino lo contrario, ¿por qué la habría ahora?
Cinco puntos para el debate:
- Las reformas de los 90 modificaron definitivamente la estructura social. Con 15 millones de pobres, según Remes Lenicov, 80 por ciento de asalariados con ingresos inferiores a una canasta básica, 20 por ciento de desempleo o más y otro tanto de subempleo, la situación social es exactamente la opuesta a la preconvertibilidad. El dolarizado ahorrista-especulador era viable cuando las riquezas y los ingresos estaban más equitativamente distribuidos y las necesidades básicas, de prácticamente todos, satisfechas.
- Por eso definitivamente deben dejarse atrás los debates infantiles y abstractos “blanco o negro”. Sin emisión no hay mercado, y mucho menos capitalismo. La cuestión es cuál debe ser el nivel de emisión sin que genere inflación.
- La emisión no inflacionaria es el financiamiento barato por excelencia de los Gobiernos, muy inferior que el costo de los exorbitantes intereses de los banqueros. Ante una fuerte recesión, es directamente reactivante. Bien lo saben los Estados Unidos, que para compensar el golpe económico del atentado a las Torres Gemelas recurrieron a incrementar gastos hasta 130.000 millones de dólares vía déficit público.
- Se debe emitir no para los especuladores sino para los necesitados, quienes al gastarlo 100 por ciento regenerarán demanda para muchas pymes que hoy solo sobreviven con escasa rentabilidad por unidad. El tema esencial en Argentina es volver a producir, y para eso hace falta mercado. * Admitamos que, descartada la híper, este mecanismo utilizado moderadamente genera algún efecto sobre la inflación y el precio del dólar. ¿Cuál sería el problema si permite alimentar medio país? Hay aquí la cuestión ética de cuáles son las prioridades. La prioridad “estabilización a toda costa y dólar barato” derivó en la convertibilidad.
Para empezar a dejar atrás definitivamente la pesadilla del presente no hay que temerle al debate sobre la emisión. Aún quienes reclaman sus dólares depositados se beneficiarán: sólo así la sociedad argentina tendrá fuerza política para hacer frente a quienes gozaron de la fábrica de dólares de la Argentina de la convertibilidad y ahora le traspasan el costo a un Estado quebrado: los 20.000 millones de dólares de deuda privada de los grandes grupos que el Estado asume por el nuevo jubileo.
Lo primero es asegurar que medio país pueda realizar una actividad humana esencial: comer. Emitir para los abajo de la línea de pobreza no soluciona todos los problemas (¿qué medida podría hacerlo individualmente?), pero coloca a la sociedad en la dirección correcta de pesificar sin jubileo.
* Economista. Instituto de Estudios Brasileños, Universidad de San Martín.

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