EL PAíS
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Las opciones
Por Eduardo Aliverti
Hace como mil años, cuando la movilización popular se cargó a Domingo El Pérfido y a Fernando El Tonto, que no estaba tan claro un esquema de opciones en el destino inmediato de la comarca.
Es cierto que el soplo que terminó de derribar a la Alianza se guareció, solamente, bajo el paraguas de “que se vayan todos”; y que por lo tanto no hubo una consigna propositiva capaz de avanzar más allá de la protesta. Pero al menos una cosa estaba clara: el pueblo no quería saber más nada con esa manga de inútiles y los echó. Sobrevino la experiencia de Adolfo El Breve y enseguida la de Eduardo El Inexpresivo, que en parte amortiguó –hasta hoy– la ebullición social porque no había más cartas institucionales en la mesa y porque el avance hacia la derecha fue disimulado con guiños hacia el populismo. Pero ahora se acabó el tiempo de los amagues y, de nuevo, aparece el de las definiciones.
Hay dos grandes cuerpos de datos objetivos. En uno se aprecia un país sin actividad económica, paralizado a la espera de algún rumbo de algún tipo, sin leche y con una sociedad terriblemente mufada, que está tanto en erupción como carente de guía para enfrentar con ciertas chances a las facciones de la clase dominante. En el otro, esas facciones ya consiguieron o están por conseguir las tajadas de la hecatombe, pero aquel grado de movida popular los asusta. Entre otros motivos (y no el menor), porque el Gobierno teme acabar como los dos anteriores y apela a los últimos firuletes que quedan: retenciones a la exportación, proyectos de impuestos extraordinarios, etcétera. El tema es que ya desembarcó el Fondo Monetario con el Gran Jefe Indio a la cabeza, apurando la dirección de siempre con dos volanteos posibles: o hay liderazgo político para ejecutar el ajuste con todos los desocupados y la represión que haga falta para cerrar las cuentas, o el liderazgo político cierra esas mismas cuentas afectando algunos intereses de los grandes grupos. Problema de ustedes cuál vía eligen, dicen el indio y sus caníbales, pero si quieren ayuda para que les mandemos la plata que nos deben, decidan algo.
El Gobierno se debate, entonces, respecto de cuál variante de derecha va a escoger. Una que supone ajustar con un costo social inmediato, a sangre y fuego; y otra que significa tocar las rentas extraordinarias de los ganadores para morder un hueso raído del Fondo, acolchonar el conflicto social y demorar la sangre y el fuego.
Por el momento no hay noticias de que contemplen una “tercera vía”. Nada del otro mundo. Apenas plantearse un perfil productivo con redistribución del ingreso. Lo que ocurre es que es demasiado revolucionario para una dirigencia política tan pusilánime como ésta.