EL PAíS › EL JUEZ RODRíGUEZ SOBRESEYó A LOS IMPUTADOS POR LA DENUNCIA DE LA SUPUESTA SECRETARIA DE KIRCHNER
Miriam Quiroga había asegurado por TV que fue secretaria del presidente y presenció el traslado de bolsos con dinero. El juez determinó que nunca ocupó ese cargo y que “el hecho no ocurrió”. La ex pareja de Quiroga declaró que hizo la denuncia para promocionar un libro.
› Por Raúl Kollmann
No quedó nada. El juez federal Luis Rodríguez dictó el viernes los sobreseimientos de todos los imputados por la ruidosa denuncia de Miriam Quiroga, la supuesta secretaria de Néstor Kirchner. La mujer apareció en el programa de TV Periodismo para Todos diciendo que, siendo secretaria del mandatario, con oficina enfrente de la de Kirchner, vio numerosos bolsos, que supuestamente contenían dinero en efectivo, que se llevaban después a Olivos y a Santa Cruz. Tras el programa, la denuncia fue presentada a la Justicia por Elisa Carrió, que no aportó ningún elemento: sólo una copia de lo exhibido por Jorge Lanata. El magistrado –que incluso hizo una inspección ocular de la Casa Rosada– advirtió que Quiroga nunca fue secretaria de Kirchner, que su oficina no estaba enfrente sino a 70 metros de la del santacruceño, que ella misma dio marcha atrás y dijo que sólo una vez vio un bolso, pero que no sabe si tenía dinero y que, para colmo, fue desmentida en forma lapidaria por un policía federal, que fue su pareja en la época de los hechos. El ex custodio presidencial y policía federal contó que Quiroga se ofreció para realizar la entrevista con el periodista para promocionar un libro que se tituló Mis años con Néstor, lo que vi.
Después de dos años de instrucción –el programa fue emitido el 5 de mayo de 2013–, Rodríguez demolió los dichos de Quiroga en un fallo de 37 páginas. Sobre el final, el magistrado se ocupó de decir que no sobresee a los imputados por el beneficio de la duda, sino porque no se acreditó ninguno de los hechos.
Dada la muerte de Néstor Kirchner, los imputados en el caso fueron el secretario del fallecido presidente, Daniel Muñoz, su esposa Carolina Pochetti y el gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta, tío de Pochetti y quien, según Carrió, se benefició de los supuestos bolsos. El juez no sólo hizo un detallado análisis de los dichos de Quiroga en la televisión, sino incluso de los bienes de Peralta y su esposa, así como de Muñoz y Poche- tti. Rodríguez hasta tomó en cuenta un asombroso anónimo en el que se decía que Muñoz era propietario, a través de la empresa Aires Argentinos, del avión en el que supuestamente se llevaba el dinero. La información resultó falsa, Muñoz no tenía relación con esa empresa que, además, fue creada cuatro años después de los hechos mencionados por Quiroga. Respecto de Peralta, cuya defensa fue ejercida por León Arslanian y Germán González Campaña, el juez dijo que “no se percibe ninguna anomalía en su situación patrimonial”. El gobernador tiene dos propiedades que ya eran suyas y de su esposa antes de acceder a la función pública y un vehículo que comparte con su cónyuge. “No poseen una situación patrimonial llamativa”, concluye el fallo.
De manera minuciosa, Rodríguez demolió lo que era el gran título: una ex secretaria de Kirchner se confiesa. El magistrado se basó en las declaraciones de los cuatro testigos que la propia Quiroga presentó: los cuatro dijeron que la mujer nunca fue secretaria del presidente, sino directora de Documentación, cargo en el cual se ocupaba únicamente de recibir y clasificar las cartas que le daban a Kirchner antes o después de los actos en los que participaba. También el juez demolió la versión de Quiroga de que su oficina estaba enfrente del despacho presidencial, por lo que podía ver los bolsos.
En un hecho inusual, el juez, el fiscal Ramiro González, los secretarios letrados, los abogados de las partes, participaron de una inspección de la Casa Rosada. En el fallo, el magistrado describe minuciosamente que el despacho de Quiroga estaba ubicado a 70 metros del de Kirchner, que incluso el de los secretarios está a 40 metros, y que en el medio está el Salón Verde desde el cual tampoco se puede ver lo que ocurre en el despacho presidencial porque éste tiene puertas cerradas. Además de la inspección, Rodríguez se basó en que los testigos propuestos por Quiroga la desmintieron sobre su papel en la Casa Rosada y su cercanía con el fallecido presidente.
Sin embargo, las mayores desmentidas provinieron de la propia Quiroga y de un ex custodio presidencial que tuvo un vínculo sentimental con ella. En un parte de la entrevista de Lanata, se le preguntó sobre “la plata en efectivo en el Gobierno y en Olivos que llevaban o traían tipos”. La respuesta de Quiroga: “yo vi los bolsos”. Sin embargo, ante el juez se desdijo y mencionó que sólo una vez vio un bolso en el que además alega no haber visto dinero, sino que Muñoz le dijo que adentro había billetes. En otra declaración hasta mencionó lingotes. Lo cierto es que todo el relato naufragó porque ella misma admitió que sólo vio un bolso y ubicó su oficina en un lugar que no es el real, se adjudicó una función que no tenía y el custodio con el que mantenía una relación, Néstor Senyszyn, reveló que ella nunca le contó ese hecho. Antes de ir a la entrevista con Lanata, en una hamburguesería, le dijo que hacía la nota para promocionar su libro, que era su único ingreso. Senyszyn declaró que, en toda la época de la relación –duró tres años–, Quiroga no le habló ni de bolsos ni de dinero. El propio Senyszyn fue custodio presidencial –dejó de serlo después de un tiroteo a raíz de un robo– y sostuvo que nunca vio que se trasladaran bolsos, salvo con cartas. “Miles de cartas que le daban. Jamás dinero”, explicó. Senyszyn declaró que Quiroga le admitió que se autopromocionaba como amante de Kirchner para tener más poder.
Sobre el final, Rodríguez hace una reflexión sobre el tiempo que le demandó el expediente. Se lamentó porque la Justicia es lenta, en este caso tardó dos años, pero que se evaluaron todas las pruebas y en la resolución dice expresamente: “Se dicta el sobreseimiento porque el hecho no ocurrió”.
Los supuestos bolsos, las confesiones de una secretaria que no era secretaria, que vio la situación desde una oficina que en verdad estaba a 70 metros de donde ella decía, todo movió ríos de tinta, informes espectaculares y varias tapas de diarios. Habrá que ver ahora la repercusión del fallo que dice que lo dicho fue falso, plagado de mentiras.
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