Mar 12.03.2002

EL PAíS  › OPINION

Debimos darnos cuenta

Por José Duduchark*

Debimos darnos cuenta: lo que se consume es efímero. Lo que se construye, permanece. La globalización se corresponde con una subjetividad que le es propia. El sujeto de la globalización es el sujeto del consumo, que la hace posible y la retroalimenta. El sujeto del consumo sólo busca eso: consumir. No le importa a qué costo para sí ni para la sociedad en que está inmerso. Hipoteca su vida, su futuro y el de sus semejantes, si es necesario, para consumir hoy. No es extraño que los movimientos antiglobalización recurran al boycot al consumo como una de sus expresiones de lucha. Son intentos de poner límite y llamados de atención sobre lo que el consumismo deja como saldo nocivo, especialmente para las sociedades menos desarrolladas y más pobres. Es interesante ver cómo esa consecuencia financiera de la crisis del modelo aplicado en Argentina, la incautación de depósitos y la disminución de circulante, provocó un alejamiento forzado del consumo. Y al disminuir el consumo aparecieron otros intereses. Reflotó una antigua subjetividad: la del sujeto social. El sujeto que se constituye como tal en la participación, la solidaridad y la preocupación por el bien común por encima del individual. Una característica del sujeto globalizado es su inserción en la realidad a través de los medios de comunicación. El sujeto globalizado que quiere saber qué está pasando no se asoma a la ventana; enciende la tele, se conecta a internet. El sujeto globalizado no va al mercado; hace compras virtuales, opera desde su ordenador, que, sin duda, lo ordena sin que él se de cuenta. No es casual entonces que los que se movilizan en asambleas vecinales se cuiden de que no “nos manden de vuelta a casa a ver la TV”.
Será este sujeto social que estamos viendo detrás de las cacerolas, en las asambleas, en los piquetes, en el trueque, una alternativa a la globalización? Sabrá este sujeto social aprovechar las ventajas de la comunicación, del ejercicio de su ciudadanía (concepto tan olvidado), para generar un sistema de representación más auténtico, una forma más equitativa de distribuir la riqueza, una articulación más equilibrada entre lo global y lo local? Para construir, en definitiva, una sociedad más justa, equitativa, vivible para todos? O se constituirá en un elemento más de consumo que termine consumiéndose a sí mismo?

* Psicólogo. Titular de CEDP

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