EL PAíS › ENTREVISTA AL CANCILLER HéCTOR TIMERMAN LUEGO DE LAS REVELACIONES SOBRE LA GESTIóN DE ESTADOS UNIDOS SOBRE IRáN
Timerman brinda nuevos detalles sobre sus contactos con Gary Samore, el asesor de la Casa Blanca en temas nucleares, quien le contó sobre las negociaciones con Irán. La relación con los fondos buitre y la situación de Stiuso.
› Por Victoria Ginzberg
Página/12 En Estados Unidos
Desde Nueva York
El canciller Héctor Timerman es el único miembro de la comitiva presidencial que queda en Nueva York. Todavía tiene trabajo en la ciudad, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Ayer, por ejemplo, participó en un evento sobre la abolición de la pena de muerte junto a la embajadora ante la ONU, Marita Perceval. En un alto de su actividad, habla con Página/12 en el bar del Hotel Mandarin, en un piso 35 con una magnifica vista de Manhattan. Allí, da detalles de la revelación que hizo la Presidenta el lunes sobre el caso AMIA y la negociación con Irán y dice que a la dirigencia de la DAIA y la AMIA no le interesa saber la verdad sobre el atentado. A modo de despedida, señala dos asuntos importantes sobre los que el próximo gobierno deberá tomar decisiones en materia de política exterior. Uno, es si le da prioridad al seguimiento del tratado sobre la reestructuración de la deuda externa que se aprobó en la ONU. Otro, es si insiste a Estados Unidos para que colabore con información sobre el paradero del ex espía Antonio Stiuso.
–La Presidenta reveló el lunes que en 2010 hubo gestiones de un funcionario norteamericano en relación a Irán y que el gobierno sabía que Estados Unidos estaba negociando con Irán antes de que abrir un canal de diálogo por la causa AMIA. ¿Por qué lo dijeron ahora?
–Los gobiernos mantienen ciertas reservas sobre algunas acciones. Por otro lado, nos pareció que había que aclarar que Estados Unidos había estado negociando desde hace muchos más años que nosotros con el régimen de Teherán y que inclusive habían solicitado nuestro apoyo. Ellos querían retirar de Teherán un combustible que se podía transformar en combustible para armas nucleares. Ese combustible fue diseñado por la República Argentina en la época de Raúl Alfonsín especialmente para venderlo a Teherán. Pero en estos temas siempre se guarda la propiedad intelectual, nadie puede tocar ese combustible, porque fue un invento de la Argentina. Según nos plantearon los americanos, Irán no quería quedarse sin el combustible porque de otra forma tenía que cerrar el reactor. Al negociador de Estados Unidos, Gary Samore, se le ocurrió pedir a la Argentina que reemplace ese combustible por uno nuevo que no se pueda usar para armas nucleares. Ahí fue cuando vinieron a verme a mí. Yo tenía una relación con Gary Samore de cuando fui embajador. Me reuní dos veces con él. Me contó que estaba negociando con Irán, que era muy complicado, que era gente muy dura, pero que había que encontrar una salida. Le dije que en principio la Argentina siempre está dispuesta a que haya una negociación y que eso a nosotros nos importaba mucho porque podía significar una apertura en el tema de la AMIA. Fui a verla a Cristina, ella dijo que le parecía bien, pero que dada la sensibilidad que había por el tema de la AMIA, quería algo por escrito. Pensábamos que colaborar con Estados Unidos e Irán nos podía dar a nosotros un camino para introducir el tema de la AMIA en un diálogo. Samore dijo que también tenía que consultar. El hablaba directamente con Obama, era el asesor principal para temas nucleares. Quedó en volverme a contestar.
–¿Fue la última vez que lo vio?
–No. Casualidad o no, aunque la Presidenta no cree en casualidades, lo vi cuando fui a reunirme con el canciller iraní por primera vez en Naciones Unidas. Cuando entro a la ONU, entra conmigo Gary Samore.
–¿Y no le hizo ningún comentario?
–Sí. Le dije: “Te voy a dar una primicia, me voy a reunir con el canciller iraní para ver si podemos llegar a un acuerdo”. Me dijo que le parecía bien que habláramos, que era gente muy difícil para negociar, pero que valía la pena el intento.
–¿Esa conversación informal fue la única que hubo con Estados Unidos con relación al Memorándum?
–Hubo algunas reuniones en el Departamento de Estado. Ellos no estaban de acuerdo con que la Argentina negocie. Lo que creo, y este es un comentario personal, es que Estados Unidos no quería que Teherán negocie con ningún país antes de negociar con ellos. Quería aislar a Teherán y una negociación con nosotros podía significar que Irán era un país con el que se podía negociar y llegar a un acuerdo. Pero el nuestro era un acuerdo muy pequeño, era un acuerdo de cooperación judicial. Lo que hablamos con la Presidenta, y esto es algo que la gente no toma en cuenta cuando analiza este tema, es que Teherán tiene una ley que impide las extradiciones y la Argentina tiene una ley que impide juzgar en ausencia y nadie puede negociar con otro país y pedir que viole la ley. Las posibilidades eran hacerlo en un tercer país en el que Irán esté de acuerdo o hacer que el juez viaje a Teherán. Los jueces argentinos viajan, con autorización de la Corte Suprema, a distintos países a tomar testimonios, en países que no extraditan, que son muchos. Nos parecía que era un camino correcto, ya que Estados Unidos estaba negociando con Irán.
–¿Pero la reacción más fuerte contra el memorándum vino del gobierno de Estados Unidos o de sectores más conservadores o vinculados con la comunidad judía?
–El ataque más fuerte vino del lobby de la comunidad judía de Estados Unidos, de la dirigencia de la AMIA y la DAIA, de la extrema derecha norteamericana en el Congreso de los Estados Unidos, que se montaron junto con el tema de los buitres. Porque son los mismos diputados...
–¿De dónde viene el vínculo del tema buitres con AMIA?
–Los fondos buitre utilizan cualquier elemento que puedan para dañar el prestigio argentino en el mundo. Quieren decir que nosotros negociamos con asesinos. Bueno, son los mismos con los que negocian Estados Unidos y Alemania. Algunos dicen que antes estaba (Mahmud) Ahmadinejad y ahora está (Hasan) Rohani, pero no hay que olvidarse que Irán tiene un líder supremo, que es un ayatolá, y que es el mismo. Cambiaron ahora tal vez las necesidades políticas de Irán o las necesidades políticas de Estados Unidos y pudieron encontrar un camino común que la Argentina celebra. Lo que no entendemos es por qué negociar con Irán está mal si lo hace la Argentina y bien si lo hace Estados Unidos.
–¿A eso se refirió la Presidenta cuando habló de hipocresía?
–El Departamento de Estado decía que nosotros no teníamos la fuerza de negociar con Irán. Nosotros estábamos negociando solamente un acuerdo judicial. Por otro lado, se firmó el acuerdo nuclear con Teherán y, al otro día, el ministro de Economía de Alemania viajó a Teherán para comenzar a hacer negocios. Todos los que firmaron el acuerdo ya estaban yendo a Teherán. Me parece bien eso, pero me parece mal que la Argentina u otros países tengan negadas ciertas acciones que consideramos que son importantes para nuestro pueblo.
–¿El interés de los buitres con AMIA tiene que ver con la denuncia que hizo Nisman? ¿La vinculan a esos sectores?
–Empezó mucho antes, cuando nosotros anunciamos que estábamos negociando con Irán. Publicaban avisos en Estados Unidos en los que estaban Cristina y a Ahmadinejad y ponían “dos terroristas negociando”.
–¿Pero la denuncia que hizo Nisman contra la Presidenta y contra usted también la vinculan con los buitres?
–Evidentemente, Nisman trabajaba con servicios secretos. Queda clara su relación con Stiuso y la relación de Stiuso con servicios secretos de Israel y de Estados Unidos.
–¿La película sobre Nisman que se estrena en Estados Unidos ahora fue financiada por los fondos buitre?
–Está financiada por los buitres, por la extrema derecha republicana. Fue el mismo director de cine que hizo un documental muy agresivo contra John Kerry cuando era candidato a presidente. Es un hombre de la extrema derecha que trabaja para ellos. Y es obvio que eso es un trabajo de lobby de los fondos buitres y de aquellos que no quieren que Irán sea parte de nada, que le hacen el juego a la extrema derecha israelí.
–Esos sectores que atacan al gobierno argentino también están en contra del presidente Barack Obama. ¿La Argentina podría haber tenido una relación distinta con Obama? Porque tienen enemigos comunes...
–No diría enemigos, pero tenemos algunas posiciones comunes en las cuales podemos trabajar. El problema es la política de excepcionalidad de Estados Unidos, por la que consideran que ellos tienen autorización para hacer ciertas cosas y que uno tiene que estar pidiéndoles permiso. La Argentina no le pidió permiso para negociar con Irán y no se lo va a pedir para negociar con ningún país del mundo. Por lo menos, este gobierno. Pero la Argentina vio una oportunidad de negociar con Irán porque Estados Unidos lo estaba haciendo desde hace mucho tiempo antes. Creo que la oposición de la DAIA y la AMIA al Memorándum es porque hay un interés o deseo de no avanzar en la causa. Me da la sensación de que prefieren un Irán culpable, que saber realmente quiénes son los culpables. Lo que digo yo es que hasta que no haya un juicio no va a haber culpables.
–¿Qué hechos destacaría como los más importantes para la Argentina después de doce años de participación en Naciones Unidas?
–Es muy importante haber coronado nuestros doce años de Gobierno con una resolución sobre el tema de la deuda. Le habrá demostrado a la derecha argentina que no es un tema único de la Argentina, el mundo está preocupado por esa situación y el mundo tiene que buscarle una solución al tema de la reestructuración de las deudas. La votación fue absoluta: 136 votos a favor y 6 en contra, uno de ellos fue Israel. ¿Por qué Israel vota en contra de la Argentina? No es un centro financiero, no tiene acreencias, no presta dinero. Es la manera de estar bien con Estados Unidos.
–La Presidenta no incluyó el tema de las Malvinas en su discurso en la ONU. ¿Fue un olvido?
–La Presidenta tiene un montón de temas para desarrollar, se le acabó el tiempo. Lo importante es que ha sido la Presidenta que más ha hablado sobre Malvinas y más ha trabajado sobre el tema. Bajo el gobierno de Cristina, por ejemplo, todo Africa reconoció los derechos argentinos en las Malvinas. Antes eso no ocurría. Ha quedado claro que la posición argentina es la posición más aceptada por la mayoría de los países.
–¿Qué pasa ahora con Stiuso? La Presidenta pidió colaboración a Estados Unidos.
–A menos que esté con una visa especial ya tendría que estar ilegal, a manos que salga y vuelva entrar. Estados Unidos tiene que decidir si quiere proteger a una persona que puede ser culpable de muchos delitos. El próximo gobierno debe decidir si va a permitir que Stiuso sea custodiado en Estados Unidos o va a exigir que Estados Unidos coopere con la Argentina en algo tan importante como fue la muerte de Nisman.
–¿Qué opina sobre las declaraciones de un vocero del Departamento de Estado sobre el paradero de Stiuso?
–Es llamativa la falta de cooperación que muestra el gobierno de Obama. A su vez, es seguro que Stiuso debe contar con algún grado de protección que le ha permitido permanecer en la clandestinidad tantos meses. Seguramente está protegido por sus contactos en los servicios secretos de Estados Unidos (ver página 2).
–¿Cree que Stiuso está vinculado con la muerte de Nisman?
–Sí. estoy convencido. Stiuso y otros servicios de inteligencia. Creo que lo usaron y después lo abandonaron. Mi impresión es que le prometieron información que no existe y que le dijeron que se la iban a dar antes de ir al Congreso y no se la dieron. Pudo haber sido suicidio, pudo haber sido asesinato. No lo sé. Pero sí creo que no tenía datos para llevar al Congreso ni para hacer la denuncia.
–Más allá de la intención con la que se firmó el memorándum, que fue avanzar en la causa AMIA, ¿cree ahora que el acuerdo con Irán fue un error, o demasiado desgaste para el Gobierno?
–No. Quedó claro que estábamos dispuestos a seguir todas las alternativas posibles para resolver la causa. Pero para encontrar a los culpables, no para tener un juicio fantoche. En ese sentido hicimos lo que creímos más conveniente. Nadie hasta ahora nos ha traído una propuesta superadora. Si uno quiere cambiar las cosas hay que tomar ciertos riesgos. Así es la política.
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