EL PAíS
› REUNION SECRETA ENTRE DUHALDE Y SOLA
“¡Basta de peleas por pavadas!”
El ex presidente y el gobernador se encontraron el viernes a la noche, en Capital, y solucionaron sus cuitas, sellando un acuerdo “profundo” y de largo alcance, según revelaron a Página/12. Mércuri y Corvatta seguirán al frente de las cámaras legislativas bonaerenses. El apoyo a Néstor Kirchner.
› Por Sergio Moreno
El viernes, a la noche de lo que fue un día más que agitado en territorio bonaerense, Eduardo Duhalde y Felipe Solá mantuvieron una reunión secreta en la que firmaron el armisticio. Cuando aún no se acallaban los gritos proferidos por los intendentes del conurbano por la detención de Jesús Cariglino, mandamás de Malvinas Argentinas, el gobernador de la provincia y él ex acordaron resguardarse, apoyarse y “dejarse de discutir por pavadas” que podrían perjudicarlos a ellos y a Néstor Kirchner. “Llegamos a acuerdo muy profundos sobre la base de que lo que ocurre en la provincia es muy complicado; no nos vamos a pelear por boludeces”, dicen que dijo Solá a sus íntimos ayer a la mañana. Ambos dirigentes acordaron, además, retirar sus demandas sobre las cámaras legislativas, verbigracia, la presidencia de Diputados seguirá en manos de Osvaldo Mércuri y la de Senadores en las de Hugo Corvatta.
El encuentro se produjo en la Capital Federal. Fue muy prolongado. Solá estaba agotadísimo tras un largo día de fragor por la detención de Cariglino, bajo los cargos de estafas y administración fraudulenta que habría cometido cuando licitó programas de pavimentación para su municipio, años atrás. “Los intendentes están hipersensiblizados –contó a este diario un conocedor del terreno y de los actores–, creen que todo es en su contra y que el ataque a uno es el ataque a todos.” Un ejemplo de tanto celo lo dio Hugo Curto, mandamás de Tres de Febrero y enemigo interno de Cariglino en la primera sección electoral: Curto salió corriendo a San Martín, donde estaba apresado Cariglino, para verlo y expresarle su solidaridad en este mal trance.
“Usted no sabe cómo estaba Mario Ishi (intendente de José C. Paz, el distrito más pobre del segundo cordón del conurbano), echaba fuego por los ojos”, relató a Página/12 un dirigente que estuvo ayer con el sujeto. Los condottieri trataron de armar una marcha a favor de la libertad de Cariglino –que la recuperará no bien declare, ya que los delitos que se le imputan son excarcelables–, que fuera frenada a tiempo por Curto y Solá.
El viernes, los anillos que rodean a la Capital incandescieron.
Pipas de la paz
Con esta escenografía, por la noche, Duhalde cruzó la General Paz para sentarse a reflexionar con su otrora protegido en la carrera electoral por la gobernación. Ambos, gobernador y ex, venían de una pelea nacida en los desacuerdos y fogoneada por los centuriones de unos y otros. En el medio, la maldita policía bonaerense hacía de las suyas, el delito crecía, la sensación de inseguridad erizaba la piel de los ciudadanos y Kirchner entraba a la cancha grande del mayor territorio nacional acusando a la fuerza de seguridad de mantener un contubernio con los delincuentes, sincretismo sazonado por el dinero espurio de la política conurbanera.
Por si algo faltase, el Presidente evalúa jugar a su dama, Cristina Fernández –que ha hecho cambio de domicilio a La Plata– en el futuro, en el terreno de su aliado y viejo patrocinador. Su ministro del Interior, Aníbal Fernández, ya camina la provincia con idéntico fin.
Así las cosas, Duhalde hizo dos movidas: encargó a su colaborador Alfredo Atanasof la realización de debates internos para discutir la renovación del PJ provincial y envió una carta a sus legisladores nacionales –electos y ya en funciones– exigiéndoles un incondicional apoyo a Kirchner y a Solá bajo la advertencia de incurrir en infamante traición a la Patria de no hacerlo.
La carta sorprendió a todos los presentes, el martes pasado, al ser leída por Chiche Duhalde. El mensaje es la palmaria expresión de los temores del ex presidente, que ve a su partido declinar en la decadencia –ya expresada en las urnas–. Para evitarlo, Duhalde quiere aprovechar estos dos años sin elecciones y generar lo que ha dado en llamar aggiornamento. “Tenemos que aggiornarnos”, categoriza uno de los máscercanos colaboradores del ex Presidente, y ejemplifica: “Antes, en el pasado, la Unidad Básica era el centro de la vida política de un barrio, de una zona. Ahora, las vecinas se cruzan la calle, los estudiantes se van a la esquina, nadie se acerca, mejor dicho, le escapan. Los empresarios hace tiempo que no se acercan a un partido político”. El hombre, ladero por larguísimos años del hombre fuerte de Buenos Aires, dice que su jefe ve con claridad los nubarrones en el horizonte. “Duhalde viene olfateando todo esto. Ve que perdemos votos en la provincia, elección tras elección. El PJ viene en picada. Si no lo cambiamos ahora corremos riesgos para el futuro, si bien no se vislumbra que surja ningún candidato fuerte en la oposición como para competirnos. Duhalde quiere cambiar antes de que nos derroten. Por eso el debate con intelectuales, por eso la carta del martes pasado”, recuerda.
Públicamente, Duhalde ya había expresado en innumerables oportunidades su apoyo al proyecto de Kirchner. No hizo lo mismo con Solá hasta el martes pasado, cuando lo reivindicó en su ya mentada misiva. El viernes a la noche, se lo repitió a Solá, frente a frente.
¡Basta de peleas por pavadas!, dicen que fue el común denominador de la conversación reservada. La tertulia atravesó temas peliagudos como la situación de la provincia, la violencia, la Bonaerense, las cámaras legislativas, el futuro. “Esto (la situación social de la provincia, la violencia, el desempleo, etc.) es muy serio como para andar peleándonos”, coincidieron los popes. “El nivel de acuerdo fue muy profundo”, dijo Solá a los suyos una vez terminado el meeting, más que contento. “Fue la mejor reunión que tuve en mucho tiempo”, dicen que dijo el gobernador.
No perder
Como un gesto de autopreservación, Duhalde y Solá decidieron terminar con sus cuitas para no perjudicarse, “ni perjudicar al Flaco”. El Flaco es Kirchner. El primer paso en esa dirección será dejar languidecer el tema de las presidencias de ambas cámaras provinciales. “Ninguno de los dos va a seguir peleando por eso, van a hacer como si siguiesen peleando, pero no van a pelear más. Van a tratar de no aparecer como derrotados, pero Osvaldo Mércuri va a seguir presidiendo Diputados y Hugo Corvatta, Senadores”, confió ayer una fuente bonaerense a Página/12.
La historia reciente cuenta que Solá impulsaba a su jefe de gabinete, Florencio Randazzo, para presidir la Cámara baja, y Duhalde a su socio y ex secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Antonio Arcuri, para el Senado. Ahora, tras las decisiones de ambas cámaras de mantener la autodeterminación e independencia del Ejecutivo, Solá y Duhalde dejarán correr el agua. “Mire –ensayaba un dirigente nacional de extracción bonaerense ante este diario–, Corvatta no es Metternich, pero Arcuri tampoco es Scarface, aunque Arcuri se parece más a Scarface que Corvatta a Metternich.”
“Vamos a dejar que se diluya, no queremos que esto aparezca como una derrota de nadie. El (Duhalde) se equivocó en el Senado, yo con lo de Diputados, aunque creo que me equivoqué más yo que él”, contaba un confidente de Página/12 sobre una reflexión que hizo ayer el gobernador.
Solá, cuyas autocríticas alcanzan a la foto que se sacó con Mauricio Macri en medio de la campaña porteña (“Me equivoqué, no debería haberlo hecho”, suele decir el gobernador a sus laderos), viene de una laboriosa recomposición de relaciones con el Presidente. Kirchner enfrió su trato con el gobernador después de la campaña electoral bonaerense. Ambos se acercaron nuevamente tras un mensaje que Solá le envió al patagónico a través de ministro de Planificación, Julio De Vido. Kirchner invitó al mandatario a un acto en la Basílica de Luján donde fueron perseguidos –en un patético rondó– por el ex banquero de Carlos Menem Raúl Moneta.
Después vino la avanzada contra la bonaerense y contra el ministro de Seguridad de la provincia, Juan José Alvarez. Pero Kirchner, que dijo en la intimidad que quiere “a Felipe acá, de este lado”, invitó al bonaerensea viajar a El Calafate con los reyes de España. Los gestos del Presidente fueron por demás generosos. Sentó al gobernador a su vera durante el vuelo de tres horas y media, en la hostería donde se hospedaron se quedaron charlando hasta las dos de la mañana, whisky de por medio y, al día siguiente, desayunó a solas con el gobernador. “No me pidió que arme una fuerza propia en la provincia. No me lo pidió ni yo le dije nada”, revela el gobernador en la intimidad. Sí acordaron pasarse información de inteligencia.
El tema de Juanjo Alvarez también fue abordado en esa oportunidad.
–A Juanjo lo voy a bancar –le dijo Solá.
–Está bien, lo apoyo, pero no quiero operaciones –le advirtió Kirchner. El gobernador le prometió que no iba a haberlas.
La reunión del viernes por la noche con Duhalde parece haber derramado un bálsamo sobre lo que fuera un presagio de tormenta mayor entre los tres hombres más poderosos del país.
Esto no implica que la avanzada contra la maldita Policía Bonaerense vaya a detenerse, ni que en la Casa Rosada decidan morigerar la presión sobre los arcaísmos de la política bonaerense. Bien podría ser el inicio de una tarea conjunta, tripartita. Cuando estos aires de cambio comiencen a soplar en el territorio, ¿resistirá esa troika la polvareda que se va a levantar? Veremos.