Lun 26.10.2015

EL PAíS  › OPINIóN

El corazón del peronismo está dañado

› Por Martín Granovsky

El corazón del peronismo está dañado y no alcanzó para que el Frente para la Victoria ganara la primera vuelta.

Los resultados en la provincia de Buenos Aires excepto La Matanza y Lomas de Zamora y otros distritos (pocos) fueron insuficientes.

Por segunda vez en democracia una ola nacional abarca a la provincia de Buenos Aires en momentos en que se ponen en juego no solo candidaturas legislativas sino para el Poder Ejecutivo.

La primera fue en 1983, con el triunfo de Raúl Alfonsín a nivel nacional y el de Alejandro Armendáriz en la gobernación. El recuerdo es técnico. El presidente del Juicio a las Juntas Raúl Alfonsín no es Macri y, desde el punto de vista del peso personal, Armendáriz no contribuyó a la ola nacional como sí lo hizo de manera decisiva María Eugenia Vidal.

La diferencia obvia es que en 1983 esa ola nacional fue victoriosa y ahora, en cambio, el ganador a escala del país fue Scioli, también en Buenos Aires, y la ganadora de la provincia fue Vidal y no el candidato del FpV Aníbal Fernández.

Vidal hizo una gran elección no sólo en el interior de la provincia de Buenos Aires sino en el conurbano. Sin duda su figura potenció a la de Mauricio Macri y la de Macri potenció a la de Vidal. Sin duda la continuidad esgrimida por Daniel Scioli no fue lo que quería la mayoría de los votantes bonaerenses. Sin duda el discurso casi obligatorio de Aníbal Fernández según el cual no se quejaría de la herencia que le dejaba Scioli fue inútil. No podía decir otra cosa, porque Scioli era el candidato oficialista a nivel nacional, pero tampoco transparentar algunas de sus críticas. Por ejemplo, a la política hacia la Bonaerense, distinta de la implementada por Néstor Kirchner con la Policía Federal y dirigida luego en la práctica por Fernández. No podía mostrar su proyecto agrario distinto no solo del implementado por Scioli sino por el gobierno nacional.

A pesar de las críticas del oficialismo, que nunca tuvo en cuenta el trabajo de Vidal como candidata e incluso la cuestionó por el presunto desconocimiento de la provincia, la vicejefa del Gobierno porteño trabaja desde hace más de diez años con el jefe de Gobierno electo, Horacio Rodríguez Larreta. Fue una de las primeras personas que Larreta enroló en la Fundación Sophia, un grupo que trabajó primero para Francisco de Narváez y Macri y luego directamente como base de sustentación técnica de Macri. Primero en la ciudad. Después a nivel nacional.

La idea de que, o por su pertenencia a la Casa Rosada o por adherir al paradigma no punitivo y sí preventivo sobre las drogas Fernández fue un piantavotos que le espantó apoyos a Scioli, no parece razonable al observar otros resultados nacionales. Un ejemplo es Entre Ríos, donde el PRO hizo una buena elección con Alfredo De Angeli contra el FpV y obtuvo la victoria en Paraná. Otro ejemplo es Mendoza. Otro más, Jujuy. Y Córdoba. Y siguen las firmas. En todo caso el problema es genérico y afectó a todo el FpV, incluyendo al propio Fernández, al gobierno nacional y al candidato a presidente.

El kirchnerismo no había sacado anoche conclusiones tajantes sobre los motivos de un resultado que nadie esperaba.

Hoy es esperable que comience una serie de discusiones circulares. Si Scioli se diferenció de más o de menos. Si Cristina actuó en la campaña de más o de menos. Si La Cámpora debió trabajar más o mostrarse menos. De paso: en el principal distrito en juego, Lanús, perdió el secretario de Justicia Julián Alvarez frente al macrista Néstor Grindetti. Si, para seguir con la secuencia, la interna no habrá sido demasiado encarnizada y, en algunos casos, suicida. Un ejemplo es Quilmes, donde el intendente Francisco “Barba” Gutiérrez jugó contra Fernández pero al mismo tiempo se pegó un tiro en el pie, como dirían los brasileños. Ganó el chef Martiniano Molina, una figura pública similar por su bajo nivel de rechazo a la del periodista Diego Valenzuela, que propinó una derrota tremenda al intendente Hugo Curto.

No valen las explicaciones fáciles, como la repetición en el cargo. Julio Pereyra volvió a ganar en Florencia Varela por una diferencia amplia y garantizó los votos de Scioli y Fernández. Quienes escarben en estos resultados quizás encuentren una diferencia entre intendentes preocupados por modernizarse y participar de emprendimientos productivos, universitarios y tecnológicos mientras a la vez no descuidan la política, por un lado, y por otro lado los que simplemente cuidan el puesto y sólo aspiran a repetir una rutina sin cambios.

Un veterano dirigente del oficialismo que no quiso sacar conclusiones apuradas comentó después de la medianoche a Página/12: “Si alguien quiere entender cómo funcionan las cosas, cómo se articulan las políticas públicas y la campaña, debería investigar por qué el sucesor elegido por Maurice Closs en Misiones, Hugo Pasalacqua, ganó de manera aplastante”. Y agregó: “Algo deben haber hecho bien”.

Tal vez una pista más a explorar entre tantas sea el voto de los inundados, que en las PASO no fueron a las urnas y ayer sí.

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