Mar 27.10.2015

EL PAíS  › OPINIóN

Como hace cinco años

› Por Eduardo Jozami *

El resultado electoral tan distinto al pronosticado plantea necesariamente muchos interrogantes, demasiados como para tener respuestas con la urgencia que requiere la reanudación de la campaña. No es fácil evaluar cuál fue el peso relativo de la demonización de Aníbal Fernández, los déficit discursivos de la campaña, la falta de un comando único u otros factores que deben haber incidido para que Daniel Scioli tuviera un desempeño menos satisfactorio de lo esperado.

Estos, como otros interrogantes respecto de la construcción política del kichnerismo y sus limitaciones son cruciales, pero no podremos resolverlos en estas cuatro semanas que restan para el ballottage: más adelante será necesario revisar, para sacar conclusiones, todo lo que se hizo desde que surgieron las primeras candidaturas. Sin embargo, algunas cuestiones, exigen una respuesta inmediata: es imprescindible una mayor unificación de la campaña para mostrar a la población una imagen de mayor gobernabilidad.

Cuando sólo quedan dos candidatos, la perspectiva de la confrontación entre los dos modelos se vuelve más nítida. El macrismo con ese discurso evangélico que sobrevuela las contradicciones para anunciar a cada paso un mundo feliz, elude un análisis más riguroso de su gestión en la Ciudad de Buenos Aires como también intenta ocultar que se pronunció en contra o se abstuvo en las votaciones que sancionaron las principales normas de la gestión kirchnerista, a las que súbitamente habría dejado de oponerse.

Por otro lado, la consigna del Cambio, que seguramente subestimamos porque no aparecía sustentada en propuestas concretas, arraiga con facilidad luego de un período de doce años de gestión. Quizás, en su afán de mostrar su integración con el FpV, el candidato no pudo acentuar los matices de su propuesta que pudieran responder a esa demanda de cambio. No es fácil hacerlo, por otra parte, cuando el gobernador de Buenos Aires lleva ya ocho años de gestión, pero sin embargo, ese es el mismo lapso en el que gobernó la ciudad Mauricio Macri y el jefe de Gobierno –dueño exclusivo del discurso macrista– no tiene problemas en prometer todo lo que hará en la presidencia aunque nada de eso pueda fundamentarse en lo que hizo anteriormente. Esto es tan cierto que promete llenar la Argentina de viviendas cuando no hizo casi ninguna en su gestión.

Scioli puede sacar ventaja a su oponente, apoyándose en las profundas transformaciones que impuso el kirchnerismo y señalando que, en caso de triunfar su adversario, éstas conquistas estarán en peligro. No parece creerlo así una parte de la población que ha olvidado demasiado rápido los efectos de las políticas de ajuste y reducción salarial aplicadas antes del 2003, las mismas que siguen proponiendo los economistas del macrismo, más allá de los caprichosos giros discursivos del candidato.

Por otro lado, como la mayoría de la población percibe que serán necesarios algunos cambios en la economía, el candidato del FPV debe aclarar más esas propuestas, para vencer la desconfianza de quienes temen que esos cambios reduzcan el compromiso de la gestión con la orientación dominante en los últimos doce años, tanto como la de quienes teman que su discurso no toma en cuenta las dificultades de la coyuntura. No es tan complicado esto como parece, sólo se trata de explicitar más las medidas a adoptar con la seguridad de que en ese debate él puede ganarle dos veces a Macri: mostrándose identificado con las políticas kirchneristas que la mayoría de la población ve como positivas y mostrándose más capaz de encarar las medidas coyunturales sin afectar los núcleos centrales de las políticas de transformación.

A pesar del impacto del resultado del domingo, quedan aún cuatro semanas de campaña y ya hemos visto en este tiempo con rapidez pueden cambiar los resultados. Habrá que convocar a los muchos peronistas que votaron a Massa que hoy deberían pagar un precio demasiado alto si olvidaran su tradición, a los progresistas y de izquierda que tienen críticas al candidato del FpV, pero saben lo que puede significar un gobierno de centroderecha que gobernaría el país y sus dos distritos más importantes y a todos los que no se resignen a la restauración de la experiencia noventista. Hace 5 años la muerte de Néstor Kirchner fue el momento de eclosión de una nueva militancia, por qué no soñar que este nuevo aniversario nos dé fuerzas para superar esta encrucijada y seguir avanzando.

* Director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.

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