Dom 01.11.2015

EL PAíS  › LAS DECLARACIONES DE LOS DIRIGENTES DE CAMBIEMOS EN LA CAUSA POR LA MUERTE DEL FISCAL NISMAN

Con los Tribunales como trampolín electoral

A los dichos de Bullrich, Alonso y Carrió se sumó esta semana el ex directivo de la DAIA y diputado electo del PRO, Waldo Wolff. Denunció ante la fiscal Fein haber recibido un llamado intimidante de Daniel Rafecas, el primer juez que rechazó la denuncia del ex fiscal.

› Por Irina Hauser

Algunos como Patricia Bullrich y Laura Alonso, se jactan de haber tenido un vínculo estrecho con Alberto Nisman, hablan de sus últimos días y de su inminente visita al Congreso para explicar la denuncia contra la Presidenta en el caso AMIA. Están quienes, como Elisa Carrió, dicen tener datos claves, por ejemplo, la supuesta llegada de un Buquebús lleno de ciudadanos de Medio Oriente el día que el fiscal apareció muerto. También los hay de discurso precavido, como Federico Pinedo. O los que consiguen generar noticias de alto impacto, al estilo del diputado electo del PRO y ex vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff, quien en el contexto del expediente sobre la muerte de Nisman denunció por supuestas intimidaciones al juez Daniel Rafecas, el que rechazó abrir una investigación basada en la denuncia de Nisman contra el Gobierno (antes de aparecer sin vida). Es largo el desfile de dirigentes del PRO y sus socios partidarios que pasaron por la causa que apunta a dilucidar si hubo un suicidio o un homicidio y que han intentado influir e inclinar la balanza hacia la segunda hipótesis a través de sus declaraciones testimoniales. La realidad es que ninguno de ellos aportó hasta ahora elementos precisos, pruebas o teorías que colaboren con el esclarecimiento del hecho.

La mayoría de los referentes de PRO y sus aliados incorporados a Cambiemos que declararon ante la fiscal Viviana Fein han tratado de trazar una línea directa entre la denuncia que hizo Nisman contra la Presidenta, el canciller Héctor Timerman y otros personajes por supuesto encubrimiento de los iraníes con pedido de captura en al caso AMIA, y su muerte. Por fuera del expediente, otros apostaron a reforzar la teoría que involucra al Gobierno: “Nisman murió por denunciar con valor lo que las pruebas sostienen (...) Así como Nisman no merecía la muerte, sí merece Cristina un juicio político”, proclamó el dirigente de la comunidad judía Sergio Bergman (PRO) días después de la muerte de Nisman, al ritmo de la letra que había sembrado el propio Mauricio Macri.

La denuncia de Nisman terminó en archivo por la decisión de tres tribunales diferentes. Rafecas fue el juez de primera instancia que rechazó abrir una investigación por la denuncia de Nisman al considerar que no había ofrecido pruebas elementales de ningún delito: el Memorándum de Entendimiento con Irán nunca fue aprobado por ese país, o sea que no se aplicó ni existieron sus supuestas consecuencias, y las alertas rojas para la captura de los iraníes sospechosos, siempre estuvieron vigentes, incluso ahora. Después dos tribunales más, la Cámara Federal y la de Casación, sostuvieron lo mismo: que no había delito en juego.

Esta semana Wolff, diputado electo por el PRO bonaerense, aterrizó ante la fiscal Fein y contó una supuesta situación de hace más de ocho meses: dijo que después de cuestionar a Rafecas por su decisión en un programa de televisión, el juez lo llamó por teléfono en tono amenazante. En un momento, agregó, una voz de mujer, de alguien que pareció agarrar el teléfono, le gritó “te vas a morir hijo de puta”. Rafecas negó rotundamente la versión. Aceptó que la conversación existió pero que “no hubo, ni mucho menos, contenidos amenazantes, ni míos ni de nadie más”. Añadió que lo sorprendían semejantes declaraciones de parte de un ex dirigente de la DAIA, que incluso lo premió hace tres años por su trayectoria. Wolff había sido citado como testigo por pedido del abogado Pablo Lanusse, quien representa a la mamá de Nisman, Sara Garfunkel. Fue porque Nisman le mandó por WhatsApp el sábado 17 de enero una foto que mostraba su escritorio lleno de papeles del expediente AMIA y la denuncia, además de unos resaltadores amarillos, en señal de que se estaba preparando para presentarse en el Congreso. Eso ocurrió en medio de un chateo donde Wolff le preguntaba si era Oscar Parrilli quien debía dar la orden para que se conocieran detalles y nombres de la denuncia.

Wolff dijo que en febrero optó por no hacer ninguna denuncia judicial, a pesar de que había ido a consultar al fiscal general Ricardo Sáenz –uno de los organizadores de la marcha del 18F orientada contra el Gobierno con la excusa de un homenaje–, quien le dijo que el hecho era “una amenaza”. Sáenz, el fiscal amigo de consulta de Wolff, es casualmente el superior jerárquico de Fein, estuvo tuiteando esta semana con espíritu opositor, entre otras cosas: “A partir del #22N la sociedad ya no tolerará las agresiones, las amenazas ni los engaños, viene un país distinto, de ciudadanos plenos”.

Antes que Wolff, otros dirigentes PRO y afines ya habían declarado en el expediente. Patricia Bullrich lo hizo al comienzo, el 26 de enero. Contó que Nisman la llamó el 13 de enero, apenas un día después de haber vuelto repentinamente al país de un viaje por Europa que le había regalado a su hija por el cumpleaños, y la citó para el 14, el día que presentó la denuncia. Cuando llegó la hicieron pasar a una sala de reuniones donde ya estaba su compañera partidaria Laura Alonso. A las dos les explicó quiénes eran todos los acusados por él, y les dijo que tenía pruebas y escuchas. Según Bullrich, el año anterior Nisman le había comentado que estaba siguiendo una línea de investigación que, cuenta que le dijo, “va a generar una situación explosiva en relación al Memorándum”. Cuando se reunieron le dijo: “Esto era”. La diputada contó que él le había confiado que un agente de inteligencia le había proporcionado a un imputado, información suya y de su familia, y que para él era una traición. Ella le propuso ir a exponer al Congreso sobre su denuncia y complementar con lo que quisiera, él le pidió que lo acompañe al programa A dos voces de TN. Más tarde, por mensajes, Nisman le preguntó si habría prensa, ella le dijo que no. Pedía que fuera reservada. Le preocupaba, además, si estaría presente el diputado del FpV Andrés “Cuervo” Larroque, a quién incluyó en su denuncia como supuesto nexo entre la Casa Rosada y los iraníes. Nisman insistió en preguntarle a Bullrich si estaría garantizada su seguridad. “Algún insulto te vas a comer”, le dijo ella.

En febrero declaró la diputada Laura Alonso y respaldó el relato de Bullrich. Contó que cuando Timerman salió a explicar que estaban vigentes las credenciales rojas contra los iraníes, Nisman le decía que no era exacto. En dos intercambios de mensajes recordó que él le repitió esta frase en alusión a su visita al Congreso: “Voy a ir con todo”. Pinedo declaró el 18 de marzo que no conocía a Nisman personalmente, sólo por teléfono. Relató que el domingo 18 de enero se reunieron en la casa de Bullrich junto con Alonso y Cornelia Schmidt y Mario Negri (UCR) tuvo una participación telefónica, por altavoz. Evaluaban una estrategia para que Nisman declarara: el bloque oficialista quería una reunión pública y el PRO y el radicalismo, no, querían una reunión secreta. Pensaban, por lo que les había adelantado el fiscal, que tenía información que no había incluido en la denuncia. Al final decidieron que primero se debatiría recibir a Nisman con todas las condiciones de reserva que solicitaba. Lo harían esperar en un despacho. Cuando este encuentro transcurría, el fiscal –de acuerdo a los horarios estipulados por la autopsia– ya estaba sin vida.

En mayo último, declaró Elisa Carrió, hoy socia en Cambiemos, y contó una larga lista de historias increíbles, entre ellas que un barco de Buquebus llegó a Buenos Aires el 18 de enero a la noche, procedente de Uruguay. Traía a bordo casi únicamente pasajeros iraníes y de Medio Oriente, con personal de Inteligencia que venía a controlar la hora en que Nisman aparecería muerto. “Me dijeron que el asesinato de Nisman fue cometido por la inteligencia iraní, algo que me consta, intervinieron sicarios venezolanos, lo que no me consta, y tuvo la cobertura de la empresa de seguridad de Le Parc, con zona liberada que brindaron policías federales que responden a Aníbal Fernández, no a Sergio Berni”, aseveró. “Yo acuso al general César Milani de haber participado del asesinato de Nisman como conexión local”, aventuró. Cuando la fiscalía salió a cotejar los primeros datos –lo que implica tiempo y recursos– encontró, por ejemplo, que en el barco señalado, no había ningún ciudadano iraní ni se detectaron documentos o pasaportes falsos. También se descartaron otros datos que señalaba Carrió, como que el contador de la pareja de Sandra Arroyo Salgado es el mismo que el del edificio Le Parc, donde vivía Nisman. “Me dijeron”, “me lo contaron”, reiteró la diputada en la declaración.

Hasta ahora todos los aportes del PRO y aliados apuntaron a la teoría de que la muerte de Nisman fue un homicidio, la misma con la que insiste su ex esposa, Sandra Arroyo Salgado, e intentan involucrar al Gobierno. La fiscal Fein está ahora de licencia. A su vuelta, tomará declaraciones a agentes de inteligencia y espera recibir el informe pendiente sobre la computadora y el teléfono de Nisman. Cuanto más se demore todo, más chances de que sigan apareciendo testigos con relatos exóticos.

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