EL PAíS › LOS ENCUESTADORES HABLAN DEL VOTO DEL 22 DE NOVIEMBRE
En lo que coinciden es en que es imposible hacer un pronóstico firme y que lo que hagan los votantes de Massa será clave. La identidad de Scioli, los errores de Macri y los cálculos racionales –y emocionales– a la hora de votar.
› Por Raúl Kollmann
Prácticamente la totalidad de los consultores en campañas electorales consideran que, todavía, el final del ballottage es incierto; Daniel Scioli quedó más incómodo que Mauricio Macri después de la elección del 25 de octubre, pero todo se definirá en las dos semanas que restan. Los consultores también coinciden en que el votante de Sergio Massa es clave de cara al 22 de noviembre, consideran que no es un electorado homogéneo y que Scioli necesita aproximadamente el 45 por ciento de los votantes del tigrense para ganar. Respecto del tono de la campaña, los encuestadores no están del todo de acuerdo entre ellos. Algunos insisten en que Scioli debe hablarle a quienes no lo votaron, otros sostienen que es clave mostrar las consecuencias de lo que sería un gobierno de Macri y están también quienes plantean combinaciones e incluso otras tácticas (ver aparte).
Página/12 dialogó con ocho de los encuestadores más conocidos, que expresaron puntos de acuerdo y de discrepancia. Hay un diagnóstico en el que están de acuerdo todos: el final de ballottage es incierto, que el resultado está abierto y que todo se definirá en el tramo final.
Coincidiendo con la mayoría de sus colegas, Manuel Mora y Araujo, de Ipsos-Mora y Araujo piensa que “las dos primeras semanas estuvieron más orientadas a digerir el impacto de la primera vuelta que a desarrollar a pleno las campañas para la segunda. Está claro que esa primera vuelta fue más indigesta para Scioli que para Macri. Y también para el kirchnerismo, lo que produjo mucho ruido en la campaña de Scioli”.
“Aníbal Fernández, Florencio Randazzo, los muchachos de Carta Abierta, Hebe Bonafini, intervinieron en una orquestación perfecta para confundir a los votantes sobre el sentido del voto a Scioli. Ahora todo indica que las campañas se desplegarán durante los próximos diez días. Scioli tiene que centrarse en sus propuestas y Macri... también. Lo que cada uno piensa de su adversario y de su credibilidad a los votantes los tiene sin cuidado. El nicho mayor a disputar son los votos de Massa. Los candidatos no deberían cometer el error de creer que esos votos son de Massa. Además están los pequeños nichos de votos a otros candidatos, votos no positivos y demás. Todavía no tengo un pronóstico en firme”.
Eduardo Fidanza, de Poliarquía, coincide en que no hay un diagnóstico definido del ballottage. “Aún no tenemos datos acerca del ballottage. Por ahora, la impresión es que Macri tiene un camino más fácil, pero los últimos 15 días serán decisivos y falta el debate, que puede influir en las tendencias. La creencia social es ahora que gana Cambiemos, pero es necesario tomarlo con cuidado. Aún no está claro quién será el próximo presidente. Yo diría que el electorado de Massa estaría avalando más la posición de su ex candidato, que prefiere el cambio a la continuidad”.
“El ballottage tiene un final abierto”, afirma Enrique Zuleta Puceiro, de Opinión Pública, Servicios y Mercados, OPSM. “En primer lugar por el carácter absolutamente inédito en la experiencia institucional del país. Toda extrapolación basada en la política comparada o en las experiencias provinciales carece de mayor valor. Se enfrentan, de un lado, un peronismo dividido, casi sin comunes denominadores, que acelera un proceso de debate interno entre visiones difícilmente conciliables. La candidatura de Scioli es tal vez el único punto de convergencia de sectores que comienzan ya a proyectar las diferencias que se irán profundizando en el período que comienza. De otro lado, emerge por primera vez en la experiencia democrática del país la posibilidad de un triunfo de una fuerza de centroderecha. La elección del 25 de octubre puede ser vista como una revolución de las ciudades. El PRO y el radicalismo lograron trasladar la idea de los problemas cotidianos que tienen los habitantes de Buenos Aires y de treinta ciudades importantes en todo el país. Son dos perspectivas diferentes y la contienda entre ambas cobrara en las próximas dos semanas una intensidad pocas veces vivida por el sistema político argentino”.
Hugo Haime, de Haime y Asociados, piensa que “Macri está más cómodo que Scioli, aún saliendo segundo hace dos semanas. Su campaña levantó vuelo y aparece envuelto en un clima ganador. Pero esta semana comenzó a cometer errores. Comenzó a definir que hará con la economía y quiénes serán los que ejecutaran las medidas. Dejó de ser abstracto y por un lado va al centro político pero por otro estará obligado a discutir las consecuencias sociales de su plan económico. Esta semana que se inicia y la del debate serán definitorias para que el electorado tome sus definiciones”.
Para Artemio López, titular de Equis, “el panorama es muy incierto. Aún quedan más indecisos que diferencia en intención de voto existente entre candidatos. Difícilmente se pueda pronosticar un escenario tan cerrado, para captar diferencias menores a un uno por ciento se requieren estudios muy amplios, diez veces mayores a los habituales y con recolección de datos presenciales. Esos estudios no están disponibles hoy. Una clave son los votos de Massa, que no son homogéneos ni social ni geográficamente. En líneas generales bastará que el 45 por ciento del electorado que lo acompañó opte por Scioli para que este gane. Sin embargo ese 45 por ciento tiene restricciones distritales. No están disponibles para Scioli mayoritariamente en Córdoba ni en los distritos donde UNA tuvo protagonismo en la primera ronda. La mayoría de los votos que acompañaron a Massa el oficialismo deberá capturarlos en la provincia de Buenos Aires en general y en la Tercera y Primera Sección Electoral en particular”.
“Aunque faltan tan solo dos semanas, es difícil aún estimar a ciencia cierta un resultado concreto –señala Roberto Bacman, quien está al frente del Centro de Estudios de Opinión Pública–. Es cierto que las elecciones del 25 de octubre generaron una verdadera sorpresa en la opinión pública, en especial en la provincia de Buenos Aires. Y este resultado inesperado le otorgó a Mauricio Macri una ventaja simbólica, que el comando de campaña de Cambiemos supo aprovechar rápidamente: se adueñó del concepto de cambio, y sin profundizar, ni plantear en concreto los lineamientos del cambio, instaló la idea de la supremacía del voto cambio, sosteniendo que más del 60 por ciento de los argentinos, incluyendo a todos los que no eligieron a los candidatos del Frente para la Victoria, optaron por cambiar. Y desde allí, y con un fuerte efecto inicial, su consigna se potenció. Pero frente a un ballottage las cosas no son tan sencillas. Aunque es una campaña que transcurre en un lapso de apenas un mes, el voto estratégico o útil es una tipología de sufragio que se hace presente de manera inexorable, en especial en aquellos electores que en la primera vuelta electoral no han optado por ninguno de los candidatos que llegaron al ballottage. Y en este segmento el índice de labilidad de su intención de voto es muy alto. Es lógico que aquellos que no han elegido a Scioli o a Macri piensen mucho su voto, a tal punto que cuando en las encuestas se les pregunta por la seguridad de su voto, es justamente en este segmento donde se observan los valores más significativos de labilidad. Desde el punto de vista cuantitativo representan más del 21 por ciento y de ellos hasta el momento cuatro de cada diez no se han definido ya que piensan votar en blanco o se mantienen indecisos, pero otros dos y medio de cada diez, aunque responden por algún candidato en particular, luego se sinceran y plantean que no están tan seguros de su voto”.
“Por supuesto que una clave son los votos de UNA –señala Analía Del Franco, de Analogías–. El obvio común denominador de ellos es que votaron por el cambio y en este sentido Scioli está en una situación más complicada para atraerlos, ya que si bien su propuesta es racionalmente superadora del kirchnerismo tradicional, simbólicamente es oficialista. Esto no implica que en bloque este grupo de votantes se alinee con la opción a Mauricio Macri ya que resistieron el 25 de octubre a la exitosa campaña del voto útil de Cambiemos y tienen aún objeciones frente al PRO y hacia el propio candidato. Un grupo de estos votantes se identifican con la propuesta y slogan de Sergio Massa –el cambio justo– lejos de pensar en un cambio a cualquier costo, pretenden mantener los logros y el sentido global de lo realizado en la gestión kirchnerista pero con cambios, especialmente los que se denominan de estilo. Este grupo percibe riesgos si el cambio es irreflexivo, centrados en el empleo, la defensa del salario de estos años. El otro grupo son los del cambio irreflexivo o sea los que no se prestan a racionalizaciones sobre el sentido del cambio. Siempre en esta categoría de votantes de UNA, los primeros son los que se encuentran más cerca del voto a Scioli, los segundos a Macri”.
“Veo un ballottage encarnizado –diagnostica Ricardo Rouvier, de Rouvier y Asociados– alrededor de una opción binaria que se traslada a la comunicación. Los movimientos de votos son de una gran dinámica. Se verifica, que luego del 25, tal cual se preveía, se produce una ola favorable a Macri, que fue el ganador moral de la elección general. La disputa por los votos en la competencia, pondera el foco en el caudal electoral de Massa. Esa necesidad de conquista lleva al FpV a enfatizar la identidad peronista, y a Macri a hacer gestos que lo alejen de algo que lo ha caracterizado, un antiperonismo consuetudinario. Scioli sabe que debe imprimirle mayor tensión a la campaña y forzar la detención de esa ola que le da ventajas a su contendiente. El resultado de esta etapa final de campaña lo veremos en los días que restan para la elección final”.
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