EL PAíS › TRES HIPOTESIS SOBRE LA FUGA DE LOS CONDENADOS POR EL TRIPLE CRIMEN DE GENERAL RODRIGUEZ
Los interrogantes que abre la búsqueda de los hermanos Martín y Cristian Lanatta y de Víctor Schillaci. El respaldo económico y las posibles complicidades dentro del penal. Organización o improvisación.
› Por Raúl Kollmann
La fuga de los hermanos Martín y Cristian Lanatta y de Víctor Schillaci, condenados a reclusión perpetua, plantea una serie de preguntas y de hipótesis, por ahora sin solución clara. El escape parece haberse hecho mediante un arreglo económico. Muchos hablan de respaldo de narcos o de políticos y de cifras millonarias. Pero al mismo tiempo surgen evidencias de que los prófugos protagonizan un raid de poca monta, pidiéndole dinero a amigos y familiares; robando una camioneta a una ex suegra y rondando la zona donde se criaron en lugar de haber cruzado la frontera hacia playas y destinos más seguros.
Pese a lo precario de la fuga, lo cierto es que los prófugos todavía no pudieron ser recapturados, aunque la lógica indica que la intervención de todas las fuerzas federales, provinciales y de inteligencia debería dar resultados a corto plazo. Las autoridades lanzaron una serie de adelantos triunfalistas que no se concretaron –“están cercados”– y, ante la pifiada, tendieron a agrandar a los delincuentes –“tienen mucho apoyo”–, todo lo cual es un caldo de cultivo que justificaría un tiroteo y que los prófugos terminen apareciendo muertos. Es uno de los grandes peligros de los próximos días.
Hipótesis I: La cárcel de Alvear y el Servicio Penitenciario Bonaerense en general les sirvieron la fuga en bandeja. No hay nada detrás.
–Durante la semana que pasó, distintos internos de distintos penales se comunicaron con este cronista para trazar un panorama asombroso de lo que pasa dentro de las cárceles. Contaron, por ejemplo:
- De una dotación de 300 penitenciarios, concurren a trabajar unos 40 o 50, en varios penales. El 80 por ciento presenta carpetas médicas o psiquiátricas. Existe un gigantesco negocio con esas carpetas: hay médicos que firman numerosas y cobran un porcentaje del sueldo de los penitenciarios que, por esa vía, no van a trabajar. Si solo trabajan unos 50 o 70, por ejemplo, está claro cuántos hay prestando servicio por turno. Es lo que explica por qué había tan pocos guardias la noche de la fuga.
- La mayoría de los penitenciarios tiene dos trabajos. Por lo tanto, los que van al turno noche, duermen.
- El titular del Sindicato Unico de Trabajadores Penitenciarios, Sutpra, Juan Manuel Montenegro, contó ayer que hay penales donde 850 internos están a cargo de diez penitenciarios.
- En uno de los penales descripto por un interno había 12 médicos en 2009. Hoy en día hay cinco. De los cinco no va a trabajar ninguno. La enfermería la atiende un preso. Y como no quiere tener problemas, cualquiera que llega con algún problema es derivado a un hospital.
- El Servicio Penitenciario le adjudica muertes al hospital y el hospital al SP.
- En las cárceles no funciona nada y la situación en la de General Alvear era igual de grave que en el resto: en la sala donde se miraban monitores no había nadie; hay buenas cámaras hacia el exterior pero no funcionan, la apertura y cierre de celdas eléctrico, no funciona; otros sistemas de alarma están desconectados, la dotación nocturna era mínima y el penitenciario de la salida principal no portaba arma. A esto hay que agregar el robo de la comida de los presos, que llevó a la destitución de los últimos dos jefes de depósito.
En este cuadro de situación, tres presos condenados a reclusión perpetua y autorizados a estar en Sanidad, vieron fáciles chances de darse a la fuga. Por eso el escape tiene mucho de improvisado y de falta de recursos. Aprovecharon la oportunidad y “se fueron”, como se dice en el argot. Varios de los presos que se contactaron con este diario contaron que no se escapan porque no quieren y otros revelan que el verdadero control lo ejercen presos que están en complicidad con los jefes penitenciarios, a cambio de favores de distinto tipo, entre ellos sexuales, de sus familiares, como denunció Hugo Cañón, titular de la Comisión Provincial de la Memoria. Los Lanatta y Schillaci estaban fuera de los pabellones y eso les dio las chances de escapar.
Hipótesis II: Es cierto que en la cárcel las medidas de seguridad eran casi inexistentes, pero aún así, compraron la fuga.
En el mundo de la criminalística se dice que si un preso sale por la puerta del penal, hubo complicidad. De manera que aún tomando en cuenta la situación de General Alvear, se podría deducir que hubo dinero a cambio de las condiciones para escaparse.
El primer punto es por qué los hermanos Lanatta y Schillaci estaban en Sanidad, es decir en la enfermería, un sector privilegiado. Los demás presos están engomados a las 20. El término del argot engomados significa adentro de su celda y el SP cierra las puertas a esa hora. La noche de la fuga, tres presos condenados a reclusión perpetua estaban a sus anchas en la enfermería, no dentro de su celda.
La jueza de ejecución penal de Mercedes, Marcela Ortemin, autorizó que los Lanatta y Schillaci estuvieran en sanidad por pedido de las autoridades de General Alvear. Los penitenciarios argumentaron que tras la entrevista de Martín Lanatta con Jorge Lanata, el preso argumentó que estaba en peligro. Sobre esa base, la magistrada permitió la movida, sin que se explique por qué eso llevó también a Cristian Lanatta y a Schillaci a obtener el mismo beneficio. Una condición pedida por la jueza era un monitoreo 24 horas de esos presos, algo inexistente. En todo esto parece haber una devolución de favores a Martín Lanatta por sus servicios electorales.
La fuga desde sanidad, donde no estaban obligatoriamente dentro de ninguna celda, resultó sencilla. Fue la movida clave. Aún así, salir del penal no es fácil sin complicidades: se abren y se cierran puertas, hay que atravesar guardias, se supone que hay penitenciarios apostados en el muro y alguien mira el estacionamiento. La hipótesis de que compraron la huida –no por mucho dinero– no parece descabellada y lo cierto es que tenían una camioneta esperándolos. El vehículo negro entró a las 2.30 a General Alvear y salió de la ciudad a las 2.35, según registraron las cámaras del municipio. La impresión es que se planificó y se pagó.
Hipótesis III. La participación de la política o de narcos o del propio Servicio Penitenciario.
El diagnóstico es muy difícil. Están los que dicen que la fuga fue una devolución de favores por la burda intervención de Martín Lanatta en la campaña electoral, como una pieza importante en las PASO y luego a favor de Cambiemos. La otra alternativa es que los mismos narcos que les encargaron el triple crimen de General Rodríguez financiaron esta huida. Por último, desde Cambiemos dicen que el SPB quiso marcar la cancha y que nadie se meta con ellos y sus negocios. Esta variante parece poco probable, Cambiemos tiende a darle todo el poder posible a las fuerzas de seguridad y penitenciarias, no a recortarles atribuciones.
Hoy por hoy, los hermanos Lanatta y Schillaci no parecen protagonizar una fuga muy sofisticada ni que un poderoso los esté apoyando con grandes fondos. La realidad es que se mantuvieron cerca, no pasaron la frontera, no lograron hasta ahora ponerse en camino hacia un país que no tenga convenio de extradición con la Argentina y, mucho menos, disfrutan de una playa como es la fantasía de muchos ciudadanos que observan el espectáculo con asombro.
Lo concreto es que tuvieron que buscar un vehículo y dinero en casa de un amigo, Marcelo Melnyk, en Florencio Varela y después recurrieron dos veces a la ex suegra de Cristian Lanatta en Berazategui, todo en las zonas que solían frecuentar y donde se los conoce bastante. No se trata de movimientos sofisticados y producto de un planeamiento frío. Es más, parece cantado que hubo un grueso error del lado policial al no contemplar que si fueron una vez a lo de la ex suegra y la visita les permitió llevarse dinero, era probable que volvieran a recurrir a ella.
Con los días habrá más claridad. Todo indica que alguien les abrió la puerta del penal y que hasta ahí llegó el respaldo. Pero la fuga no es un capítulo cerrado: hay muchas preguntas abiertas que tal vez se contesten con los próximos hechos y con el final de la huida. Por ahora, lo decisivo es que los Lanatta y Schillaci sean detenidos y que no se dibuje un tiroteo con un final grave y previsible.
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