EL PAíS › EL OFICIALISMO NEGOCIA APOYOS EN EL SENADO PARA APROBAR EL ACUERDO CON LOS BUITRES
En Cambiemos redoblan los esfuerzos para seducir a los gobernadores peronistas y se muestran confiados en reunir el número necesario para arreglar con los holdouts. En el FpV las opiniones frente a la iniciativa del Gobierno están divididas.
› Por Miguel Jorquera
A poco menos de dos semanas de la fecha prevista para el tratamiento en el recinto del Senado del proyecto del Gobierno para pagarle a los fondos buitre nadie arriesga números sobre el resultado de la votación, pero las expectativas de oficialistas y opositores son diferentes. En Cambiemos apuestan a que su relación con los gobernadores peronistas –que a pesar algunos cuestionamientos se pronunciaron a favor del acuerdo– logre disciplinar el voto de sus senadores. Confían que esa estrategia volcará la balanza a su favor y les dará un triunfo “contundente” para quebrar, como ya lo hicieron en Diputados, a la principal fuerza de oposición. En la bancada del Frente para la Victoria (FpV) las opiniones dividen posturas y las dudas acercan posiciones. A los gobernadores los seduce la posibilidad de endeudarse para tomar aire en la asfixia económica con que el Gobierno nacional los somete con la promesa de abrir el grifo de oxígeno a cambio de votos. Muchos senadores comparten las necesidades de sus mandatarios pero a no pocos les preocupa que la débil negociación del Gobierno con los holdouts desate una catarata de juicios que lleven al país nuevamente a la bancarrota. La posibilidad que el FpV reclame mayores garantías en el acuerdo con los buitres y modifique la media sanción de Diputados aparece hoy como lejana. El otro camino conduce a una votación dividida y una derrota casi segura.
De todas maneras, de un lado y otro continúan las negociaciones y saturan las calculadoras. Cambiemos tienen 16 senadores propios: 9 radicales, otros 6 PRO puros y la lilita María Odarda (con cierto juego propio). A ellos les suma otros 9 aliados de distintas fuerzas que –como ya lo hicieron en la Cámara baja– levantarán la mano junto al oficialismo. Esa lista incluye a los massistas del Frente UNA con el delasotista cordobés Carlos Caserio, el dasnevista chubutense Alfredo Luenzo y la fueguina Miriam Boyadjian; peronistas federales como el santafesino Carlos Reutemann, el sanjuanino Roberto Basualdo y el salteño Juan Carlos Romero; los neuquinos del MPN representados por el petrolero Guillermo Pereyra y Carmen Crexell, y el bonaerense Jaime Linares (GEN).
Con 25 votos, a Cambiemos le faltan sumar una docena de voluntades para alcanzar los 37 que le den la mayoría o al menos once que significaría –con asistencia perfecta– un empate que desequilibraría Gabriela Michetti. “Tengo buena expectativa”, dijo la vicepresidenta, aunque agregó que no puede “asegurar ni garantizar” que el oficialismo vaya “a tener los votos” y sobre la negociación con los gobernadores peronistas señaló que “el proceso hay que pasarlo”.
Por lo bajo, la cuentas del macrismo son más auspiciosas. No dudan que los ex aliados kirchneristas de Misiones y Santiago del Estero se sumarán a la propuesta oficial. Los tres senadores misioneros que integran el FpV pero que responden a la alianza provincial del Frente Renovador de la Concordia se alinearían con la postura el ex gobernador radical K y ahora diputado Maurice Closs, quien en la Cámara baja votó a favor del acuerdo y alineó a sus comprovincianos a favor del acuerdo. Lo mismo sucedería con los tres senadores santiagueños, que integran el FpV y un partido aliado, pero que tributan al Frente Cívico del también ex gobernador radical K y actual senador Gerardo Zamora, a quien el kirchnerismo premió con la vicepresidencia de la Cámara alta. Los diputados de ese espacio votaron a favor de sellar el pacto con los buitres.
Así, a Cambiemos le hacen falta seis votos de alcanzar en triunfo por la mínima diferencia que tratará de reclutar entre los otros 32 senadores del FpV, que divide posturas entre quienes adhieren a la propuesta de los gobernadores del PJ apremiados por financiamiento y están dispuestos (y algunos convencidos) a acompañar al oficialismo; el kirchnerismo mas duro que se opone tenazmente al acuerdo con los buitres; y los que pretenden mayores garantías para prevenir un aluvión de demandas de los bonistas que ya adhirieron a los canjes del kirchnerismo en 2005 y 2010.
Entre los primeros está la clave a la que apuesta el macrismo para volcar la votación a su favor. Confían en contar con el respaldo del salteño Rodolfo Urtubey, primo del gobernador Juan Manuel Urtubey, y de su socia provincial Cristina Fiore que ya rompió con el FpV. También con los dos catamarqueños que responden a la gobernadora Lucía Corpacci, entusiasmada con la quita de retenciones que Mauricio Macri concedió a las mineras con yacimientos en su provincia. Así como con los dos senadores fueguinos alineados con la apremiada gobernadora Roxana Bertone. El número, ajustado y exiguo, no conforma al Gobierno, que volvió a la carga sobre los gobernadores peronistas que no lograron disciplinar a sus legisladores, como pasó en Diputados. En la mira macrista están las propias Corpacci y Bertone, el entrerriano Gustavo Bordet, el sanjuanino Sergio Uñac, y el tucumano Juan Manzur. Los operadores de Cambiemos también trabajan sobre alguno de los senadores del FpV que no responden a los gobernadores de sus provincias, como sucede en Corrientes, Santa Fe, Jujuy y Buenos Aires.
En el FpV las expectativas son inversas. Las aspiraciones de máxima pasan por mantener el bloque unido y no sucumbir a una derrota.
Pragmático y alineado con los gobernadores acuerdistas (ver aparte), el jefe del bloque Miguel Angel Pichetto juzgó como “un buen gesto” que el Procurador General del Tesoro, el radical Juan Carlos Balbín, fuera al Senado, pero insiste en que haya un dictamen sobre los riegos de litigiosidad que implican los acuerdos firmados. El Gobierno promete garantías pero no les pone firma.
La idea de introducir modificaciones –a la que el macrismo se opone– no termina de ser materializada y aparece lejos en las aspiraciones entre algunos senadores del FpV, aunque imponer los cambios y que los mismos deban ser ratificados en Diputados para acompañar la iniciativa, no los exhibiría en la vidriera de los derrotados.
Si bien, los que reclaman garantías y los que se oponen podrían ser mayoría dentro del FpV, eso tampoco asegura una derrota del oficialismo. A poco menos que dos semanas de la votación, el oficialismo araña un éxito –que pocos podían imaginar– con menos de un tercio de los senadores.
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