EL PAíS › OPINIóN
› Por Gustavo Veiga
Los Panamá Papers se transformaron en una conexión indispensable para profundizar en el escándalo de la FIFA que estalló el 27 de mayo del 2015. Hay nombres que se repiten y otros que se agregan a la lista de sospechados de negocios turbios. Dirigentes y empresarios, partícipes necesarios de la marabunta de corrupción, aparecen calcados en ambos casos: los franceses Michel Platini y Jérome Valcke, el uruguayo Eugenio Figueredo, el paraguayo Nicolás Léoz y los argentinos Hugo y Mariano Jinkis, son algunos de los protagonistas que se mencionan de nuevo, aunque esta vez como clientes del bufete de abogados panameños Mossack Fonseca o mencionados en sus papeles incendiarios.
Ese estudio es el mismo que facilitaba la creación de las sociedades offshore. En las cuentas de los bancos de EE.UU. que investigó el Departamento de Justicia de ese país cuando la emprendió contra la FIFA se depositaron coimas, se lavó dinero o se estafó al fútbol a escala planetaria. Esta oleada reciente de documentos filtrada por un consorcio de periodistas de investigación, cuanto menos, demuestra que el fútbol ha sido otra vez un traje a medida para escapar a los controles fiscales.
La frutilla que decora esta gran torta de presunta corrupción es Lionel Messi. O mejor dicho, él y su padre Jorge, porque a los dos se les atribuye en las flamantes filtraciones la compañía offshore Mega Star Enterprises, algo así como una nave insignia familiar creada en 2013 que ni siquiera es mencionada en las imputaciones por las que ambos irán a juicio en España el 31 de mayo próximo. Ahí se los acusa de evadir al fisco 4,1 millones de euros. Es por derechos de imagen del jugador del Barcelona que no habría tributado. El lo niega y hasta pagó una cifra millonaria el año pasado. Pero también niega ahora la sociedad que se descubrió en los Panamá Papers.
El sitio español El Confidencial publicó el domingo último una documentada investigación sobre Mega Star Enterprises. La compañía que los Messi abrieron un día después de que fueran descubiertos por el fisco, el 13 de junio de 2013. Eso describe el medio en el link http://bit.ly/1SMNrmi.
Ahora bien, los papeles que queman del estudio Mossack Fonseca introducen nuevos personajes en la trama de las sociedades offshore. Uno que parece destinado a tener varios titulares garantizados es el uruguayo Juan Pedro Damiani, miembro del Comité de Etica de la FIFA. En la página oficial de la megainvestigación que realizaron 370 periodistas de 78 países se publicó: “Los registros muestran que Damiani y su firma legal trabajaron para al menos siete compañías offshore vinculadas a Eugenio Figueredo, un ex vicepresidente de la FIFA que ha sido acusado por autoridades de EE.UU. por fraude y lavado de dinero en su rol de la supuesta conspiración de sobornos”.
También se denunció que el estudio de abogados de Damiani “servía como una intermediaria para una compañía con base en Nevada vinculada a Hugo y Mariano Jinkis, un dúo de padre e hijo empresarios que han sido acusados de pagar decenas de millones de dólares en sobornos para adjudicarse los derechos de transmisión de eventos de FIFA en Latinoamérica”.
El uruguayo es presidente de Peñarol y abogado. Dijo que su bufete no mantiene “ninguna relación profesional” con gente acusada en la investigación de FIFA por parte de EE.UU. Al diario El Observador de Montevideo le aseguró: “Este tipo de cosas me extraña mucho. Parece ilógico porque yo fui el primero que denunció lo que nadie había denunciado, hechos gravísimos, y los presenté en el Comité de Etica de la FIFA, por lo tanto no creo que ahora el Comité de Etica me investigue a mí”.
Se equivocó. La BBC informó el domingo que “está bajo investigación interna de la FIFA” por los Panamá Papers. Podría ser la punta de un nuevo iceberg para el fútbol sudamericano, a esta altura inundado por una sudestada de corrupción que no se detiene.
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