Fue el primer conflicto que reprimió el macrismo. Las balas de goma contra los trabajadores de Cresta Roja (CR) que cortaban la autopista Riccheri iniciaron el ajuste con represión de Cambiemos. La única de las promesas formuladas en aquel momento por parte del Gobierno a los operarios fue la reapertura de la planta de pollos, pero lo hizo con menos de la mitad de los puestos (de 3500 retornaron 1300), con una reducción salarial y, además, precarizados: quienes faenaron los primeros 40 mil pollos firmaron un contrato por 180 días. “A los que estaban en la planta no les resultó agradable, pero por respeto se les siguió el circo, todavía tenemos la herida abierta de la represión”, dijo a Página/12 el ex delegado Darío Sánchez, sobre la presencia del Presidente.

El viernes habían hecho una prueba con 40 mil pollos trasladados desde la planta de Monte hasta la de Esteban Echeverría, adonde acudió ayer Macri y parte de su gabinete, un predio que era del grupo Rasic que en diciembre pidió la quiebra y ahora es operado por tres empresas lideradas por Ovoprot. Además del ingreso parcial que dejó afuera a 2200 trabajadores, la merma en los sueldos y contratos temporales para empleados que tenían 30 años de antigüedad, les quitaron premios y plus salariales. El sueldo promedio pasó de 15 mil pesos a 12 mil. En tanto, la cuestión legal tampoco está resuelta. El Ministerio de Producción planea a futuro una licitación que culminaría con la venta final de la empresa.

“Empezamos a trabajar esperanzados, pero no contentos porque no están todos los compañeros adentro como exigíamos”, comentó Sánchez. Macri ayer dijo que “van a ir ingresando de a cientos”, pero en los hechos esto dependerá del incremento de la producción. Uno de los trabajadores que no pudo ingresar se quejó de que la selección se hizo mediante listas, y que fue una condición del consorcio empresario que la comisión interna aceptó, a pesar de que habían acordado hacerla mediante asambleas. Allí la gobernadora María Eugenia Vidal dijo que CR “se convirtió en el símbolo de que sí se puede”. Para Sánchez “vinieron porque saben que nuestra lucha se convirtió en emblema para el movimiento obrero, y para demostrarle a los patrones que de su manera de actuar garantiza ganancias y precarización laboral. Y pretende tapar los miles de despidos de todo el país”.