EL PAíS › CADA COLUMNA GREMIAL SE DISTINGUIO CON GORROS Y BANDERAS Y TODOS MARCHARON JUNTOS CONTRA EL AJUSTE Y LOS DESPIDOS
Juan Carlos Schmid entusiasmó con “más de 350 mil trabajadores”. Frente al monumento Canto al Trabajo una multitud reclamaba contra los cientos de miles de despidos y se entusiasmaba con “la presencia unida” de todo el movimiento obrero.
› Por Ailín Bullentini
La jornada de protesta por las políticas de ajuste del gobierno nacional estuvo signada por la confluencia de las centrales obreras y una asistencia de trabajadores y trabajadoras que desbordó las calles que rodean el monumento Canto al Trabajo. La presencia de centenas de miles encendió en muchos de ellos y ellas la esperanza de “un movimiento obrero unificado”.
Las avenidas Belgrano, Independencia, San Juan, Garay y Brasil fueron las arterias por las que el torrente de movimientos sindicales y sociales circuló con dirección al epicentro: el monumento al trabajador. Allí, sobre la avenida Paseo Colón y de espaldas a las escalinatas de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires el escenario desde donde los dirigentes de las dos CGT y las dos CTA ofrecieron las arengas con las que clausuraron la jornada contuvo el caudal de manifestantes que se fue agolpando de a poco, cerca del mediodía.
“Más de 350 mil trabajadores”, anunció desde el micrófono el titular del gremio de Dragado y Balizamiento, Juan Carlos Schmid. Todavía no eran las 16. Schmid leyó el documento consensuado y las calles lo celebraron. La masividad de la asistencia, tema obligado en todos los comentarios, así como la convocatoria conjunta de centrales obreras que durante los últimos tiempos no solo estuvieron separadas entre sí sino que también sufrieron rupturas internas fueron los puntos que la calificaron como “histórica” en el análisis posterior. Sin embargo, las calles, los cuerpos e incluso el aire, ocupado con globos inflables gigantes con el nombre de diferentes organizaciones –Uocra, Sadop, CGT, entre otros– ayer fueron territorios de disputa identitaria. Cada colectivo marchó ataviado con gorros, remeras, camperas o chalecos con el nombre del sindicato o agrupación que los aúna. A excepción del Frente de Izquierda, que reclamó un paro nacional en grandes letras negras, las organizaciones no dijeron más que su nombre en las banderas que portaron. El gol lo anotó el sindicato de Panaderos, que enarboló la mitad de la fachada de la facultad con una gigante tela celeste y blanca con una leyenda que marcó presencia nomás. A unos edificios de distancia, UPCN intentó lo suyo.
Había que buscar finamente a los autoconvocados, que los había, pero en bastante menor medida que en otras movilizaciones populares. Hugo y Ernesto se ubicaron en el escalón de una fachada comercial de Independencia, a metros de Paseo Colón. Son jubilados, pero supieron ser panaderos y participar del gremio. “Ojalá el reclamo prenda. Se necesitaban los muchachos en la calle”, apuntó Ernesto, con la vista puesta en un pogo de una decena de camioneros que se había armado ahí nomás, entre carros de choripán y baños químicos bastante poco usados por los “muchachos”.
Hasta la 9 de Julio, Independencia quedó gobernada por Camioneros, quienes protegieron a la organización sindical liderada por Andrés Rodríguez UPCN, refugiada entre Perú y Bolívar. La disputa con ATE por la representación de los empleados públicos no está en su mejor momento, luego de que se le endilgue a UPCN una ausencia marcada en el reclamo por los recientes despidos en las diferentes carteras del Ejecutivo nacional. Las columnas de trabajadores que marcharon ayer con ATE miraron con recelo la enorme bandera que los que los “abandonaron en la lucha” colgaron de la fachada de uno de los edificios cercanos al escenario. “No les da vergüenza. Ni aparecieron en todo el conflicto, fueron los primeros en arreglar con los nuevos funcionarios y hoy aparecen acá a pedir por los derechos de los trabajadores”, se descargó Aníbal, un empleado público que “por suerte” resiste en su puesto de trabajo en el Ejecutivo nacional.
Del otro lado de la 9 de Julio, Independencia fue territorio de organizaciones sociales y sindicales de izquierda del Encuentro de los Pueblos. La columna de los colectivos gremiales representados en el Frente de Izquierda, tras una bandera sostenida por sus principales dirigentes políticos, avanzó por Paseo Colón desde Hipólito Yrigoyen.
El ala norte de la principal avenida del Bajo porteño se repartió entre centros de estudiantes universitarios, el rojo del Nuevo Mas y el amarillo fluorescente de la Uocra. El ala sur fue territorio de los obreros textiles, de la Federación de Obreros y Empleados de la Industria del Papel, de la CTA y de ATE. “Los trabajadores públicos estamos siendo víctimas de un Gobierno que no quiere un Estado activo”, puntualizó Paula Enz, que se desempeña en el área de Salud y ejemplificó el “abandono” que sufre con sus compañeros integrantes del Programa Organización Comunitaria en Salud: “Sin tareas, destinados más de 40 personas a una oficina en donde caben diez, yendo a cumplir horario ocho horas sentados en el piso desde hace cuatro meses”. Con uno de los pilares de la bandera de Ate Salud en la mano rescató que “si bien cada gremio tiene su problemática, acá los unifica la defensa de lo popular y de los derechos de los trabajadores”.
Desde el extremo sur de la ciudad, más temprano, ingresó la Asociación Bancaria, que pisó la calle tras cerrar una de las negociaciones paritarias más auspiciosas de los últimos meses: 33 por ciento de aumento con posibilidad de revisión “si la inflación supera esa cifra” y la reincorporación de todos los despedidos de los bancos Central y Provincia. “Por la coyuntura se necesita la fuerza de los trabajadores juntos y unidos, esperábamos una manifestación con todas las centrales gremiales en la calle”, opinó Victoria Prado, una de las integrantes de la Comisión de Cesanteados del Banco Central que desde el lunes volverá a su puesto de trabajo. Para ella, quien destacó la labor de “la Bancaria” en el conflicto que les permitió recuperar el trabajo, “la unidad es muy importante para que el movimiento de trabajadores pueda imponer políticas públicas que no sean las de los poderes económicos”. Al final de ese extremo de la avenida quedaron Barrios de Pie, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular y la Federación Universitaria Buenos Aires.
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