Mar 03.05.2016

EL PAíS  › OPINIóN

Memoria, Utopía y Realismo (M + U = R)

› Por Gabriel Mariotto *

El 17 de octubre de 1945 Perón debe haber visto desde los balcones de la Casa Rosada las tres banderas de lo que sería el frente nacional y popular. La justicia, la libertad y la soberanía andaban entre los canteros y las fuentes de la histórica plaza. Darwin Pasapontti (1) un joven nacionalista de orígenes claramente anarquistas, esperaba la llegada del Coronel junto a los socialistas de Borlenghi y los radicales del Paso de los Libres de Arturo Jauretche. Cada uno de ellos buscando a su modo la justicia, la libertad y la soberanía de una Patria a la que amaban, cada uno a su manera y con sus ideales. Entonces Perón no tuvo que darle muchas vueltas al asunto. En 1946, en un acto multitudinario dentro de su campaña a presidente, deja claramente expresado que el Justicialismo tendrá tres banderas: la de la Justicia Social, la de la Libertad Económica y la de la Soberanía Política. 1949 vino a dar rango constitucional a los tres pilares del Peronismo y a esa Constitución apuntaron las bombas que cayeron en Plaza de Mayo en junio de 1955. Mucho tiempo, mucho dolor y mucha sangre ha pasado desde esos días, sin embargo el pueblo argentino sigue sintiendo las tres banderas como su horizonte político.

¿Cómo se lee y cómo se vuelve a levantar esta trilogía? Creo que ya no podemos pensar en la soberanía de la Patria si no la pensamos como Patria Grande. En este mundo de frentes políticos y económicos regionales es absurdo pensar en un proyecto soberano de un país de Sudamérica sin el acompañamiento de los hermanos de la región. Teniendo enfrente una política de concentración de la riqueza cada vez más exacerbada, es ingenuo plantear nuestra libertad económica sin la fuerza que sólo la unidad e integración de nuestros pueblos puede brindar. Y sin soberanía política ni independencia económica la justicia social queda subsumida a una frase de compromiso, retrocediendo a los tiempos de la caridad y la beneficencia.

Es entonces que propongo tomar otras banderas, que no son lo mismo pero son igual, para retomar una senda que pareció afirmarse en las manos entrelazadas de Lula da Silva, Hugo Chávez y Néstor Kirchner y que hoy pasa por su momento más difícil, cuando no son golpes o asonadas militares las que debilitan el proyecto popular, sino que son las urnas –históricas aliadas del peronismo– las que ponen en jaque la transformación y la unidad continental. Los poderes fácticos también trabajan en bloque conspirando sin necesidad de tanques y uniformes como queda en evidencia en el caso de Brasil y su juicio político a Dilma o las derrotas electorales en Argentina o Bolivia.

El doloroso ejemplo de nuestra Patria –donde día a día vemos retroceder conquistas, donde con sonrisas y buenos modales se destruyen puestos de trabajo, donde en nombre de la modernización se desmantela al Estado y en nombre de la competitividad se abren importaciones y se desprotege la pequeña y mediana industria, donde la ineficiencia de algún funcionario político quiere ser reemplazada por la “eficacia y transparencia privada de los CEO”– es anuncio de lo que se está esperando en los centros financieros como destino de nuestro continente.

La propaganda modernista es un puñal envuelto en papel de seda. A esa oferta que nos traen los nuevos líderes apolíticos propongo oponerles una nueva trilogía planteada por el papa Francisco cuando ante los movimientos sociales del mundo entero nos anuncia “tierra, techo y trabajo”, como tres derechos inalienables de todo ser humano. Con la simpleza de la verdad, esta “exigencia” que nos propone Francisco deja sin argumentos a legiones de comunicadores, lobbistas y marquetineros del mundo gerencial y eficientista.

Los pueblos –decía Perón– no tienen por costumbre desaparecer, y esa sentencia tuvo este viernes una demostración cabal de su actualidad y certeza. Las calles de Buenos Aires fueron ríos de pueblo dirigiéndose al Monumento al Trabajo, sindicatos, militantes sociales, el peronismo en su mejor expresión sin otra bandera que la de la Patria, todos convocados por una sola consigna la defensa del trabajo. En nuestra tierra, bajo nuestro techo.

Para los miles y miles de compatriotas con los que marché rescato un párrafo, enviado por Francisco a compañeros reunidos en un encuentro de políticas públicas en febrero de 2014 el Papa compañero nos proponía: “memoria del camino de nuestro pueblo, memoria histórica que es herencia y a la vez, raíz de pertenencia. Utopía, esa capacidad de otear horizontes y lanzarse hacia el futuro para hacer crecer la herencia y transmitirla a las nuevas generaciones. Realismo que nos defienda de todo fantasía e ilusión; realismo concreto de la cotidianeidad de la vida en la cual se resuelven las situaciones”

Memoria, utopía y realismo, como una nueva tríada que nos ponga en camino para que cada uno tenga su tierra su techo y su trabajo en una Patria Grande que sea de una vez y para siempre justa, libre y soberana.

(1) Baleado la noche del 17 de octubre desde el diario Crítica. Fue el primer caído del peronismo, su padre anarquista era un activo militante peronista.

* Diputado del Parlasur.

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