EL PAíS › EDUARDO NIEVA RELATO EL VIOLENTO OPERATIVO QUE POLICIAS DE JUJUY HICIERON EN SU CASA
El domicilio de Nieva fue allanado por error en el marco de las causas contra Milagro Sala impulsadas por Gerardo Morales. Cuando los efectivos policiales llegaron, sólo estaba el hijo menor de la familia. Trataron de tirar la puerta abajo y después revolvieron todo.
› Por Alejandra Dandan
Hace unos días, a las once de la mañana, Rosario y Eduardo César Nieva recibieron un llamado desesperado de su hijo menor desde su casa, en una humilde barriada de San Salvador de Jujuy. En la puerta de entrada, un grupo de cincuenta policías se disponían a tirar la puerta abajo si no les autorizaban el ingreso. Ya habían trepado a los techos y desistieron bajar por el patio del fondo ante la presencia de tres perros. El operativo con todas las características de violencia fue ordenado por la Justicia de la provincia sobre un domicilio equivocado. Ese día se realizaron otros 24 allanamientos en el marco de las causas de persecución a la organización Tupac Amaru impulsadas por el gobernador Gerardo Morales. A los Nieva les revolvieron la ropa y hasta quisieron robarles los anotadores de un nieto. “Son unos anotadores que me dieron en el trabajo para mi nietito, para que empiece a escribir, son borradores, todos en blanco y ellos se lo querían llevar para ver qué contenían. ¡¡¿Cómo se lo van llevar?!!”, les dijo el dueño de casa cuando finalmente llegó. “Yo estoy pidiendo ahora que me den un papel por escrito que diga que todo esto fue una coincidencia de apellidos”, dice Nieva, todavía agitado, a Página/12. “Yo no tengo que ver ni con la Tupac, ni con la señora Sala, ni con los prófugos, ni con el gobierno. Y no quiero que pidan perdón sino que me limpien el honor de mi apellido.”
–¿Cómo fue el procedimiento en su casa?
–Nosotros en ese momento no estábamos. Estaba mi hijo. Y ha venido la Policía y ha querido entrar de prepo. Y él ha dicho que no. Que esperen, porque quería llamarnos. Y después, se han subido por arriba del techo. Querían entrar por el fondo. Y por el fondo no pudieron largarse porque tengo tres perros que son malos. Así se volvieron al frente. Y cuando, mi hijo nos habló por teléfono, le hemos dicho que abra la puerta. Ellos entraron. Yo no soy partidario de que no hagan allanamientos. Que hagan lo que tengan que hacer, pero tienen que respetar las cosas de la casa. Porque rompen una cosa, ¿y quién la paga? Hay una vecina a la que le han hecho también un allanamiento. Le han roto tres puertas, que salen como tres mil pesos arreglarlas. ¿Quién paga eso? Eso no lo paga nadie. Uno no tiene la plata en cualquier momento y ellos no lo van a pagar. Se lavan las manos. Yo lo que más quiero ahora es que me dejen limpio el apellido y que digan que nada que ver con los prófugos o con los que no están prófugos.
–¿A qué hora fue y cuántos policías eran?
–Fue cerca de las once de la mañana. Han sido como 50 canas. Y le digo que yo el día anterior he ido al médico, llevaba en el bolsillo 2 mil pesos y me han asaltado. Me quedé sin comprar un remedio. Y no había un agente en la calle como para decir que me habían asaltado. Nada, de nada. Porque está bien que hagan un allanamiento, pero que vayan a agarrar a los culpables y no a un inocente. En la casa, mi hijo estaba solito y no quería abrir. Como estaban amenazándolo que iban romper la puerta, les ha dicho que quería hablar con su mamá. Y ella le dio autorización para que abra la puerta.
–¿Qué pasó adentro?
–Han empezado a hurguetear todo, todo. No solo a hurguetear. Han empezado a tirar las cosas como ellos querían. Y cuando yo les pregunté si iban a dejar las cosas en orden tal como estaban, me dijeron que no. Que eso lo íbamos a tener que hacer nosotros.
–¿Usted llegó en ese momento? ¿Qué cosas hurguetearon?
–Acá en la biblioteca que tengo, no sacaron nada. En la pieza, abrieron los placares y han revuelto toda la ropa. Inclusive yo tengo unos anotadores que me dieron en el trabajo para mi nietito, para que empiece a escribir. Son unos borradores, están todos en blanco y ellos se lo querían llevar para ver qué es lo que contenían. “¡¡¿Cómo se lo van a llevar?!! ¡¡Si no tienen nada!!”, les dije yo. “¡Si vos querés uno, comprá!”, les dije. ¡Así de fácil! Cuando llegué yo, no me querían dejar entrar. “Si soy el dueño de casa”, les dije. Me dijeron que por orden del juez yo no podía entrar. “¡Llámelo al juez!”, respondí. Después llegó mi señora. La tuvieron más de media hora en el solazo bárbaro. Después, les dije que la dejen y la han hecho pasar. Decí que estábamos acá, si no nos rompían cosas. Lo que yo no entiendo es por qué ellos van a hacer lo que ellos quieren. ¿Porque tengan un uniforme, son dueños? No, no son dueños de nada. Venían a buscar drogas o joyas. La única joya que tiene mi señora es una cosa que es una bolita que usan en el campo y las pintan de colores. Nada más. Y en todos los años que tengo, yo mismo no probé ni una hoja de coca.
–¿Le mostraron orden de allanamiento?
–Nos mostraron un tipo de cuadernillo con cinco o seis hojas. Tenían los allanamientos de 25 domicilios dentro de la ciudad capital. Y donde estaba mi dirección también. Yo no tengo nada que ver, ni con la uno ni con otro.
–¿Le pidieron disculpas?
–Nada. Ellos se han retirado y no han dicho nada, solo que vayamos a ver al juez. Fuimos y nos atendió el subsecretario que era el doctor Pablo Armata, que también estuvo ese día en mi casa. Yo le expliqué que me dé algo escrito, que diga que todo esto fue una coincidencia de apellidos, que no tengo nada que ver ni con la Tupac, ni con la señora Sala, ni con nada, ni con el gobierno. Como dije, tengo 70 años, ¡qué ganas tengo yo de meterme con la política a esta edad! Hace un mes que me jubilé. Más que nada, estamos diciendo que nos pidan perdón. Pero no por el perdón, sino que limpien el apellido porque en Jujuy hay muchos Nieva, no creo que todos sean malos.
–Le quedaron cosas rotas?
–Gracias a Dios, no me han roto nada. Lo único que no puedo encontrar hasta ahora que estuve buscando y buscando es una escarapela con la collita, que lo tengo hace más de diez años. Es que en todas las fiestas patrias me la pongo a esa escarapelita. Que no la puedo encontrar. No es por lo que vale, le digo, porque la collita no se consigue así nomas. Es una escarapela de colores argentinos, una muñequita disfrazada de colla.
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