Lun 18.03.2002

EL PAíS  › SILBARON A VANOSSI EN EL ACTO POR EL ANIVERSARIO DE LA EMBAJADA

Un acto con dolor y gritos de repudio

Hubo discursos críticos, hubo reclamos airados, momentos de dolor y un fuerte abucheo a la clase política en la persona del ministro de Justicia. Israel “confía en el gobierno”.

Los silbidos y los gritos de “ladrones”, “hipócritas”, y “que se vayan”, lograron tapar el discurso del ministro de Justicia, Jorge Vanossi, en el acto por los diez años del atentado contra la embajada de Israel. En la ceremonia, que se realizó ayer en el lugar donde funcionaba la sede diplomática y contó con la presencia de funcionarios argentinos e israelíes, los familiares de la víctimas criticaron el desempeño de la Corte Suprema y los gobiernos peronista y radical.
A las 14.45, las campanas de la iglesia de San Francisco de Asís, en la esquina de Arroyo y Suipacha, marcaron el inicio del homenaje. Exactamente a esa hora, en esa esquina, hace diez años, un atentado terrorista destruyó la embajada de Israel y mató a veintidós personas. El embajador de Israel en Buenos Aires, Benjamin Orón, fue el primero en subir al palco para leer un mensaje del canciller Shimon Peres. “Fueron 29 víctimas”, comenzó el discurso, citando la cifra de muertos que se manejó en los primeros cinco años de la investigación. “Eran transeúntes, empleados, el sacerdote de la iglesia vecina... fue el atentado más grave contra un objetivo israelí en el exterior”, leyó Orón, que terminó afirmando que “Israel reitera que no cesará en sus esfuerzos hasta encontrar a los asesinos y someterlos a juicio”.
Los familiares de las víctimas fueron los más duros a la hora de evaluar el desarrollo de las investigaciones del atentado. “Responsabilizamos a toda la clase política y dirigente del menemismo y el radicalismo que nunca dieron la importancia debida a esto, y sólo se acercaron a los familiares con políticos de turno o políticos desacreditados” acusó Carlos Susevich, padre de Susana, muerta en el atentado. Susevich también la emprendió contra la Corte Suprema, que “no supo, no pudo y nunca quiso tomar los recaudos para dilucidar esto, e hizo declaraciones oportunistas sólo para disipar su actitud de inoperancia total y deslindar a personal de seguridad de la conexión local”.
Cuando el ministro Vanossi comenzaba a pronunciar su discurso, empezaron a oírse algunos silbidos e insultos que salían de la multitud, detrás del vallado policial que protegía a los oradores. “Mentiroso”, “que se vayan”, “ladrones” le gritaban cada vez con más fuerza, mientas muchos se daban vuelta para darle la espalda. A esa altura, y aunque el discurso se volvió casi inaudible, el funcionario aseguraba que “éste Gobierno, y quien por él les habla, está aquí por mucho más que un acto testimonial, está por un compromiso donde está en juego el honor nacional y la democracia constitucional: es un acto de conciencia y lo asumimos sin retórica”.
Vanossi siguió hablando y soportando estoicamente el abucheo, ya generalizado. “Queremos conocer la verdad, toda, sancionar a culpables intelectuales y materiales, instigadores, financiadores, ejecutores, cómplices y encubridores por acción u omisión”, afirmó el ministro, que terminó diciendo que la falta de justicia en los atentados a la embajada y la AMIA son “reflejo de una vergüenza desgarradora, donde la Justicia brilla por su ausencia”.
Uno de los funcionarios israelíes invitados fue Roni Milo, ministro de Cooperación, quien subió al escenario junto con dos guardaespaldas, parte del importante operativo de seguridad del acto. Además de los 100 efectivos de la Policía Federal que custodiaban los alrededores, el lugar estuvo vigilado por varios agentes del Mossad, el servicio de inteligencia israelí. Todos los funcionarios israelíes –hubo 17 embajadores ante países latinoamericanos presentes-, los políticos argentinos y el embajador Orón estuvieron en el centro de la plaza, dentro de un vallado, y en ningún momento tuvieron contacto con la prensa ni el público.
En medio de su discurso, Milo se dirigió a Vanossi –ubicado en el palco junto al ministro de Salud Ginés González García, al jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra y a la vicejefa Cecilia Felgueras– y le dijo: “Usted ha venido aquí en nombre del Presidente y nosotros confiamos en que va a hacer todo para ayudarnos a ayudarles a encontrar a aquellos que han realizado este pecaminoso asesinato”. Además de Susevich, hablaron otros dos familiares durante el acto. Uno fue Elena Romana, hermana de Juan Carlos, el cura que murió en la parroquia San Francisco de Asís, frente a la embajada. El otro, Dani Karmon, cónsul israelí al momento del atentado, que perdió a su esposa. Actualmente vive en Israel, aunque regresó especialmente para el acto. “Volví con una de mis hijas, para mostrarle el lugar donde trabajaba su madre muerta, a la que casi no conoció”, declaró, marcando uno de los momentos más emotivos de la ceremonia. Luego de una hora de discursos, y frente a un público silencioso, el saxofonista Oscar Kreimer cerró el homenaje tocando los himnos de Argentina e Israel.

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