Mar 24.05.2016

EL PAíS  › SEIS POLICíAS FUERON ABSUELTOS POR EL TRIBUNAL

Con un sabor amargo

De los 13 uniformados que estaban acusados, sólo cinco fueron condenados, dos fueron sobreseídos por prescripción y los otros fueron absueltos. Quejas de los familiares.

› Por Ailín Bullentini

“Tanto tiempo esperando para esto, yo no doy más.” Marta Pinedo aguantó las lágrimas y la bronca con todas sus fuerzas hasta que el Tribunal Oral Federal número 6 terminó de leer la sentencia del juicio por el que esperó 15 años, “toda una vida de dolor”. No quería que la sacaran de la sala y ya había oído la advertencia del presidente José Martínez Sobrino cuando algunos tímidos aplausos celebraron las condenas a la cúpula política por la represión del 20 de diciembre de 2001. Es que no tenía ganas de aplaudir, sino de gritar. “Señores, este juicio ha concluido”, dijo el juez, y entonces sí. “Impunidad, esperé tantos años por ustedes y ahora me voy sin nada, hijos de puta”, soltó entre sollozos.

“Sin nada.” Es que a Marta, a su hermana y a sus dos hijos, las esperanzas se le hicieron añicos al escuchar que más de la mitad de los acusados por la muerte de Alberto Márquez –esposo, cuñado, padre– resultaron absueltos. Márquez tenía 57 años y el 20 de diciembre de 2001 se acercó al microcentro con Marta y una amiga de ella. Iban en su auto. Frenaron en 9 de Julio, entre Sarmiento y Perón. Se bajaron. A lo lejos, desde la autopista, se acercó a toda velocidad una camioneta desde donde civiles y uniformados dispararon indiscriminadamente. Recibió dos balazos en el tórax. Murió en la calle. Los miembros del departamento de Control de Integridad Profesional de la Federal –Carlos Oliverio, Carlos López, Roberto Juárez, Gonzalo Firpo Castro, Eugenio Figueroa, Mario Seia, Norberto Sabino, Sebastián Saporiti y Horacio Berardi– llegaron al juicio acusados de disparar balas de plomo contra las personas que aquella tarde estaban en la plazoleta de 9 de Julio, entre Sarmiento y Perón. Dónde cayó Márquez, pero también donde resultaron gravemente heridos Martín Galli y Paula Simonetti, quienes sobrevivieron.

La querella que representaba a los familiares del hombre asesinado había pedido condenas fuertes: 25 años para Oliverio; 20 para Firpo Castro, López y Juárez, y 16 al resto. El TOF estuvo lejos de ese umbral. Condenó a López, Juárez y Firpo Castro a entre tres y seis años de prisión por “homicidio en agresión”. Según el artículo 95 del Código Penal, la figura, mejor conocida como “homicidio en riña”, entiende conflictos de “más de dos personas” en los que “resultare muerte o lesiones sin que constare quiénes las causaron” por lo que “se tendrá por autores a todos”. Al resto, incluido al ex comisario Oliverio, los absolvió. “Dale, gordo, da la cara, dale, date vuelta y mirame”, le gritó Pinedo golpeando el vidrio que separa el sector del público del recinto judicial en la Sala AMIA de Comodoro Py. No fue la única, al cierre de la lectura.

Víctor Belloni estaba acusado de intentar asesinar a los manifestantes Marcelo Dorado y Sergio Sánchez en Avenida de Mayo y 9 de Julio. Se enfrentaba a una condena de 10 años de cárcel. El TOF 6 lo condenó a tres años de cárcel por “abuso de armas”. El único acusado por la muerte de Gustavo Benedetto, cuyo asesinato, producto de un balazo en la cabeza, fue transmitido en vivo por la televisión, era Omar Bellante, subcomisario a cargo de la custodia del banco HSBC. Bellante estaba acusado de encubrir el asesinato. Ayer fue condenado a tres años de prisión en suspenso.

El juicio comenzó con el análisis de las heridas sufridas por 117 personas durante la represión de aquel 20 de diciembre. La fiscalía alegó, al cierre de la instancia de debate, que contaba con 48 casos de lesiones probadas. Las condenas ordenadas ayer incluyeron poco más de la mitad de esos casos. Los policías Jorge Toma y Carlos Loforte afrontaban pedidos de condena por vejaciones, es decir maltratos, una acción penal que el TOF consideró prescripta. Ambos fueron sobreseídos.

“Impunidad”, exclamó alguien desde el fondo de la sala, inmediatamente al cierre de la sentencia. El grito fue el primero de muchos: “Cobardes.” “Asesinos.” “No van a poder dormir en su vida.” El tantas veces oído en juicios por delitos de lesa humanidad “como a los nazis, les va a pasar, adónde vayan los iremos a buscar” ganó la sala. También el “presente” tras el el nombre de cada una de las cinco víctimas fatales. Marta Pinedo ya no paró de llorar. “Los caídos viven en nuestra lucha”, decía su remera.

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