EL PAíS
Duhalde, del Mercosur a los laberintos del pensamiento K
El ex presidente se encontrará otra vez con Kirchner para seguir ajustando la agenda de la integración regional. Qué hace el hombre fuerte bonaerense y qué piensa sobre la marcha del Gobierno, la Corte, el PAMI, las coimas y hasta Chacho.
› Por Diego Schurman
Un día le confesó que cuatro años eran suficientes. Que no estaba en su horizonte la reelección. Otro le anticipó el nombramiento de Graciela Ocaña al frente del PAMI. Eduardo Duhalde no imagina ahora con qué tema lo volverá a sorprender Néstor Kirchner. Pero no tardará mucho en saberlo: anoche acordaron un nuevo encuentro. Oficialmente, el ex presidente buscará avanzar con la agenda del Mercosur. Extraoficialmente, prestará sus oídos para escuchar los “último momento” del actual mandatario.
La reunión estará enmarcada en la tarea que Duhalde, como titular de la comisión de representantes permanentes del Mercosur, iniciará por el continente para armar una suerte de “liga sudamericana”, que permita plantear posturas comunes en foros internacionales. Del tema –que reveló en un reportaje publicado por este diario hace 15 días– estuvo conversando esta semana con el canciller Rafael Bielsa.
Por ahora hay consignas que ya cuentan con el aval de Inácio Lula da Silva, con quien Duhalde ha estado hablando en los últimos días. Se trata, según se propuso, de avanzar en la búsqueda de un “crecimiento regional equilibrado”, con iniciativas en salud, educación y agro-ganadería.
De todos modos, el ex presidente –por pedido expreso de Kirchner– ya se fijó como objetivo priorizar la integración política para después avanzar con la integración comercial. En ese sentido, una de las metas a futuro es el acuerdo con la comunidad andina de naciones. Es un tratado que incluye a los países del Mercosur ampliado, más Ecuador, Bolivia y Venezuela, y que augura transformar en embrión de una unión aduanera.
Renunciamientos
Por ahora el Mercosur no le depara tantas sorpresas a Duhalde como lo que escucha de boca del propio Kirchner. En la última reunión, el pasado 29 de diciembre, quedó paralizado cuando le dijo que no estaba en su mente la reelección. Dicho de otro modo: una vez cumplidos los cuatro años se volverá a su casa.
Como gobernador, Kirchner echó mano a la reelección sin ningún tipo de prurito. En cambio, se opuso tenazmente a la perpetuidad de Carlos Menem en la Casa Rosada. Para el Presidente no hay contradicción alguna. Y para ello saca de la galera el ejemplo norteamericano, donde los alcaldes no tienen la limitación de dos períodos, como sí sucede con el primer mandatario de ese país.
Duhalde no creyó demasiado en la confesión presidencial. “¿Se imaginan si sigue fenómeno como ahora y que al cuarto año diga ‘muchachos, me voy’?”, se le escuchó decir al ex presidente en la intimidad.
¿En qué contexto Kirchner habló de su futuro? En rigor, lo que venía cotejando con Duhalde es la extraña sensación que se tiene del paso del tiempo estando en el poder, sobre todo en una administración que muestra una alta dosis de ejecutividad.
“Estos 7 meses me parecieron 3 años y de acá a mayo (el 25 de ese mes se cumplirá un año de su asunción) voy a tener la sensación de que ya pasó por lo menos un período”, graficó Kirchner a su interlocutor.
Por amor o conveniencia, Duhalde no se cansa de decir que si todo anda bien el santacruceño tiene que apostar a un período más. El ex presidente considera que su suerte está atada a la del actual mandatario.
Ese día, Duhalde no fue el único sorprendido. Kirchner escuchó una nota nueva en la música habitual de su antecesor. Fue cuando le dijo que su “retirada” de los cargos públicos también incluye el Congreso. Hasta ahora Duhalde había dicho públicamente que no auguraba pelear nuevamente por la presidencia pero sí había dejado abierta la puerta para ser senador. “Prefiero estar con mis nietos”, lanzó. No era, por supuesto, la confesión de un hombre cansado del poder. Más bien la de un ex mandatario cómodo con esta nueva función de manejarlo detrás de escena. Duhalde es hoy amo y señor del Congreso, ya que a él responde la mayoría de los legisladores.
Ocaña, Argibay y Chacho
En vísperas de año nuevo Duhalde también se enteró, mucho antes que la mayoría de los argentinos, del nombramiento de Ocaña al frente del PAMI. El ex mandatario no le dio su parecer a Kirchner, pero sí a algunos diputados en una reciente reunión con justicialistas bonaerenses. “¿Ocaña sabe algo del tema previsional?”, arrancó, para contestarse: “Fue una excelente manera de desgastar a Carrió”.
Para el ex presidente, la honestidad no garantiza capacidad de gestión. Y ahora Ocaña deberá rendir un duro examen para no ser el pato de una disputa política.
De todos modos, más allá de su disconformidad con el nombramiento, Duhalde destacó el trabajo de persuasión de Alberto Fernández. “Se ve que tiene cintura duhaldista”, elogió y se autoelogió. Efectivamente, fue el jefe de Gabinete el que hizo el trabajo final para convencer a la diputada del ARI (ver página 6). Pero no estuvo solo en la tarea: lo ayudaron el secretario de Desarrollo Social porteño, el arista Rafael “Balito” Romá, y curiosamente un duhaldista de pura cepa, el ministro de Defensa José Pampuro, quien había mantenido algunas conversaciones previas con Ocaña.
En ese movimiento pendular frente a las decisiones del Gobierno, Duhalde muestra un apoyo crítico a la promoción de Carmen Argibay para la Corte Suprema. No le gustó para nada que la candidata opinara del aborto y de la Iglesia –“siempre dije que tienen que hablar por sus fallos”–, pero eso no ha sido suficiente para que saliera públicamente a cuestionarla.
“La verdad, no la conozco, ni al resto de las candidatas que hay para ocupar la otra plaza”, dice. Incluso niega entre los suyos alguna vinculación con la experta en seguridad social Hilda Kogan, a quien se ubica geográficamente cerca del radical Federico Storani, aunque también con llegada al peronismo bonaerense.
Duhalde aparenta no interesarse demasiado por el tema. Y lo mismo le sucede con las denuncias de soborno que activó el ex secretario parlamentario Mario Pontaquarto. Para ello utiliza el refrán “mucho ruido y pocas nueces”. Hace días le dijo a uno de sus colaboradores: “Si no aparece otro Pontaquarto que avale lo que dijo Pontaquarto no va a pasar nada”.
De todos modos, le puso contento que el caso le permitiera una nueva aparición pública a Carlos “Chacho” Alvarez. “Yo de él tengo el mejor de los conceptos. Es una de las personas por las cuales soy capaz de decir que pongo las manos en el fuego.”
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