Dom 11.01.2004

EL PAíS

Noches en vela por la provincia y el interbloque en Diputados

Entre desembarcar a Cristina Kirchner y “agudizar las contradicciones”, se debate cómo encarar la era que abre el “retiro” de Duhalde. Bonasso y los desvelos en Diputados.

Por F. Y.

De todos los temas políticos que preocupan a los hombres de Néstor Kirchner en el gabinete nacional, dos son los que les quitan el sueño. Por un lado, la frágil relación entre el Presidente y su aliado Eduardo Duhalde. Hay entre los ministros diferente visiones sobre cómo resolver este intríngulis. Algunos apuestan al posible desembarco de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires. Otros, en cambio, sostienen que lo mejor es “agudizar las contradicciones” entre ambos dirigentes porque “el mejor de los justicialistas bonaerense es como el peor de los nuestros. Entonces lo más conveniente es que la gente vea cuál es la diferencia para que después elija”. El otro tema está relacionado con el Congreso y la construcción de un espacio kirchnerista no justicialista. Un caso que por ahora les generó más dolores de cabeza que éxitos.
Mi Buenos Aires querido
La provincia que Duhalde controla cual caudillo federal es, sin duda, un tesoro apetecido por más de uno de los kirchneristas que pululan las oficinas en la Rosada. Sostienen que si el proyecto del Presidente es transformarse en el referente de un nuevo modelo político, debe controlar el principal distrito electoral del país. El tema es cómo. Esta es una de las razones por la que varios de estos funcionarios, de extensa e intensa militancia en los setenta, pergeñaron el lanzamiento de la senadora Kirchner. Varios duhaldistas confesaron a este diario que el atrevimiento disgustó a al jefe bonaerense, que permaneció en silencio fruto de la lectura diaria de las encuestas –una verdadera adicción– que dan cuenta de la buena imagen que mantienen tanto el Presidente como su consorte. Más visceral y menos diplomática que su esposo, la actual diputada Hilda “Chiche” Duhalde habló por boca de una de sus colaboradoras, Graciela Giannettasio. La vicegobernadora consideró que era “una vergüenza” el prematuro lanzamiento de la candidatura de la primera ciudadana. Algunos duhaldistas que dicen conocer bien al caudillo juran que su esposa suele expresar lo que él no puede. En esta oportunidad, como no era conveniente, Chiche se valió de Giannettasio.
Si este avance kirchnerista en el territorio bonaerense debió contar con algún guiño presidencial, no tuvo el beneplácito de todos en el gabinete. Un ministro que comparte buena parte de las decisiones con el santacruceño dijo a este diario que la estrategia no es la más indicada, al menos por ahora. El funcionario prefiere “agudizar las contradicciones”. Sonriente por su ocurrencia marxista, el ministro indicó que el aparato del PJ bonaerense es un hueso duro de roer que “se maneja solamente con mano dura, como la de Duhalde” y que hasta que eso no cambie lo mejor es extremar las diferencias entre uno y otro estilo. La frase que el hombre eligió para dar cuenta de esta situación es lapidaria: “El mejor de ellos es como el peor de los nuestros”.
El ministro descree de aquella posibilidad –abonada por otro sector del kirchnerismo– que dice que el supuesto retiro de Duhalde de la política permitirá al kirchnerismo hacer pie en Buenos Aires. Esto, claro, fruto de la probable incapacidad que tendrán sus herederos de contener a la heterogénea tropa que puebla el territorio. “Es cierto que ellos se van a matar por quedarse con el control del aparato. Pero no conviene fantasear. Lo nuestro es un proceso, no hay que apurarse y lo mejor, insisto, es mostrar nuestra gestión, nuestra política”, indicó el kirchnerista.
Más allá de lo que digan algunos expertos en duhaldismo que visitan asiduamente el despacho de este funcionario, éste descree de que la “operación Cristina en Buenos Aires” le haya provocado un disgusto al ex presidente. Estos expertos –que durante años compartieron la intimidad de Duhalde y ahora están alejados pero mantienen contactos con quienes fueron sus colegas– aseguran que ante el anunciado retiro de Duhalde de la política se abrirá una disputa por el control partidario. “El ‘Mono’ (José María) Díaz Bancalari quiere ser presidente del PJ. Es posible que lo logre. Pero como es tan ortodoxo, cerrará el partido con el consiguiente tendal de heridos. Esto le permitirá al kirchnerismo hacerse fuerte, sobre todo con una figura de peso como lo es Cristina.” El ministro en cuestión está al tanto de esa teoría, que no lo termina de convencer: “Mire, todo bien, pero qué pasa si (Felipe) Solá o (Julio) Alak participan de las internas y ganan. A nosotros nos conviene que presida cualquier otro como por ejemplo (Manuel) Quindimil, que está en las antípodas nuestras”.
Los K fuera del PJ
Si la relación con Duhalde les quita el sueño a los kirchneristas de la Rosada, la construcción de un espacio que responda al Presidente en la Cámara baja les está provocando, por ahora, pesadillas. Hasta ahora el experimento no arrojó los resultados esperados. La dificultad que encontró el diputado y periodista Miguel Bonasso para conformar un bloque que respalde a Kirchner por fuera del bloque peronista que conduce Díaz Bancalari, a quien consideran “un dirigente noble que siempre llega a nuestras mismas conclusiones pero desde la derecha”, no es menor.
Sin duda la tarea encomendaba a Bonasso no es la más fácil. Debe encolumnar a una tropa donde conviven visiones ideológicas diferentes –como es el caso del diputado José Roselli, ex compañero de Luis Zamora– y pretensiones políticas y de cartel contrapuestas. “En el Congreso son todos iguales, con ansias de protagonismo más allá de su ideología. Entonces hay que mimarlos, escucharlos y saber ceder”, repitió el ministro ultrakirchnerista.
Por ahora, Bonasso aglutinó en el bloque Convergencia a una media docena de legisladores. Trabaja a destajo para incorporar a la peronista porteña Juliana Marino, que llegará con tres legisladores más, a la aeronavegante Alicia Castro y al ex ARI Mario Cafiero. Pero no le es fácil. Le cuestionan al periodista su intención de pretender ser el titular de este futuro interbloque que, si prospera, podrá disputar la vicepresidencia tercera de la Cámara. Este es un objetivo deseado por el Ejecutivo pero consideran que Bonasso debería resignar al menos uno de estos puestos.
Si las críticas terminaran allí no sería tanto problema para el periodista. El tema es que también se quejan en la Rosada por la actitud asumida por el bloque que conduce en la única sesión de Diputados en que participaron. El 17 de diciembre se debatió en el recinto la ley marco que regula el ingreso de tropas extranjeras al país. Bonasso y los suyos se opusieron a la norma porque entendían que concedían al Ejecutivo la potestad de otorgar inmunidad a las tropas, condición que sólo puede promover el Poder Legislativo.
Como Bonasso votó en contra, los justicialistas pusieron un grito en el cielo que, obviamente, llegó a los despachos de Balcarce 50. “Actitudes como estas son muy sensibles a los oídos presidenciales –reconoció el ministro– y, para evitar estos problemas, porque los duhaldistas llegaron hasta acá en tropel para quejarse de los kirchneristas transversales. Todo se hubiera resuelto si se retiraban del recinto y no votaban. Total, no era una ley que podía modificar el curso de la gestión. Es cuestión de estrategia.”
La queja del funcionario no es en vano. Contó que el propio Duhalde aprovechó la ocasión para remarcarle este hecho a Kirchner y restregarle por la cara que “los únicos que te acompañamos somos nosotros, los justicialistas”.

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