Al término de su asamblea general, realizada en Embalse Río Tercero (Córdoba) durante toda la semana anterior, la Iglesia Evangélica Metodista Argentina (IEMA) dio a conocer un mensaje al pueblo argentino en el que sostiene, entre otras cuestiones, que “vemos con alegría que, a lo largo del año 2003, se dieron pasos importantes para recuperar la vigencia de las instituciones republicanas y democráticas que quedaron tan debilitadas durante la década pasada en un proceso que hizo eclosión a fines del año 2001”. En este sentido, afirman los metodistas que “la autogestión obrera en fábricas tomadas, la cooperativización productiva, la reactivación laboral, son señales de nuevos tiempos”.
Los metodistas, presididos actualmente por la obispo Nelly Ritchie, cuentan entre sus filas también a otras figuras muy destacadas en la lucha por los derechos humanos, como lo son los obispos eméritos Federico Pagura y Aldo Etchegoyen. En la declaración producida en Río Tercero, los metodistas confían en que “se consoliden los primeros pasos dados en orden a la defensa de los intereses nacionales y populares ante la tremenda presión del capitalismo tardío” y esperan “la concreción de los enunciados que proponen combatir la corrupción y dar mayor vigencia a la Justicia”.
Advierten a su vez los cristianos metodistas que “ningún proyecto nacional y popular será posible mientras impere el sistema capitalista globalizado que está llevando a países y continentes a la destrucción a través de extorsiones económicas, guerras fratricidas, desarticulación de la ética solidaria, cruzadas antiterroristas que sólo buscan ocultar la insaciable codicia de poder que tiene el imperio, dejando paso a una terrorífica secuela de muerte y marginalidad de dimensiones planetarias”.
Sin ser una de las comunidades más numerosas dentro de los evangélicos, los metodistas constituyen uno de los grupos más dinámicos, y junto a otras iglesias han participado activamente de acciones de solidaridad, por la justicia y la defensa de los derechos humanos, adquiriendo por ello la mayor notoriedad pública. “Los cristianos metodistas –dicen ahora– denunciamos este sistema (capitalista) destructor de la vida, como fruto del pecado de la codicia y la avaricia humanas, y lo condenamos con la fuerza que emerge del Evangelio de Jesucristo, Señor de la Historia, quien promueve la plenitud de la vida para sus hijos e hijas destruyendo la muerte y el pecado”. Reconociendo “la profundidad del daño causado”, los metodistas hacen, sin embargo, una exhortación que forma parte del título de su declaración “¡Vamos, vienen nuevos días!” pidiendo que “trabajemos para que toda persona tenga acceso pleno a los derechos que hacen digna su vida” y en la esperanza de que “nuestros hijos e hijas no buscarán su futuro en otros países, ni verán más conculcados sus derechos a una educación sólida e integral”. De la misma manera llaman a promover la honestidad, el respeto, la cooperación, la solidaridad y la justicia en todos los ámbitos de la sociedad, advirtiendo sin embargo que “el anhelado proceso de cambio profundo será arduo y difícil” y que “nuestra esperanza está fundada sólo en Aquel que hace nuevas todas las cosas”.