Mar 19.03.2002

EL PAíS  › QUE LLEVO A VANOSSI A GANARSE LOS ABUCHEOS

“Por algo le dicen Vanidossi”

No estaba previsto que el ministro de Justicia hablara en el acto aniversario del atentado. El insistió en hacerlo contra varios consejos. También se obstinó en no cambiar lo que llevaba escrito.

› Por Raúl Kollmann

“En el radicalismo y en el Gobierno a (Jorge) Vanossi le dicen Vanidossi. Y esa soberbia fue la que lo hizo hablar en el acto por el atentado contra la embajada, cuando hasta le habíamos sugerido que podía haber silbidos y abucheos. La gente está furiosa por el fracaso de la investigación del atentado y eso además se da en el marco de la bronca que hay con los políticos.” Con estas palabras, un funcionario del Gobierno pintó su diagnóstico sobre el mal momento que pasó el ministro cuando habló en el acto del domingo: los presentes se dieron vuelta, los abucheos fueron ensordecedores. Para colmo, Vanossi la remató la noche del domingo argumentando que los silbidos provenían “de la turba, los que gritan desaforadamente son turba”.
Página/12 reconstruyó los pasos que llevaron a que Vanossi hablara en el acto.
u La concentración fue organizada por el gobierno de la ciudad en acuerdo con la Embajada de Israel. Ello deriva de un convenio firmado cuando se donó el predio donde estaba ubicada la embajada en el momento del atentado: la plaza es de la Ciudad y tiene que arreglar anualmente un acto con la Embajada de Israel.
u Conscientes de los riesgos de silbidos y abucheos, el área de protocolo de la ciudad le hizo llegar una carta al gobierno nacional “informando” de la realización del acto. No fue una invitación a hablar ni participar, sino que la idea era “notificar” que se iba a hacer la concentración.
u El Gobierno contestó que sería representado por el ministro de Justicia, Jorge Vanossi, quien diría unas palabras a la concurrencia.
u Asombrados por esta respuesta, los miembros de protocolo volvieron a mandarle una nota a Vanossi preguntándole si estaba seguro que quería hablar. Los organizadores preveían la reacción del público. Vanossi insistió en que hablaría.
Casi todo el resto se conoce: el ministro ya fue silbado cuando se hizo un anuncio inicial y después, cuando le tocó el turno, se despachó con todo el discurso, sin abreviar una palabra pese a que los abucheos y silbidos iban in crescendo. “Por lo menos debió abreviar terminando en el tercer renglón y no confrontando con la gente. Fue otra muestra de la soberbia”, insistió el funcionario que participó de la organización del acto. Tal vez lo más notable es que Vanossi llevó una nota de Duhalde para ser leída en el acto, pero los organizadores decidieron no darla a conocer para evitar nuevos chiflidos.
El embajador de Israel, Benjamín Orón, señaló ayer que la reacción contra Vanossi era “esperable, aunque la verdad es que lo siento mucho por la persona del ministro”. El titular de la DAIA, José Hercman, se mantuvo en el mismo andarivel: “La gente reaccionó como lo está haciendo en términos generales contra todo lo que representa el Gobierno, y todo lo que representa el político”. Por último, Carlos Susevich, padre de Graciela –fallecida en el atentado– sostuvo que “tal vez no estoy muy de acuerdo con los silbidos, pero sí hubiera estado de acuerdo en que se hiciera silencio total y no se lo aplaudiera”. La impresión es que si Vanossi hubiera mantenido un perfil bajo, haciéndose presente, acompañando el acto, pero sin buscar el protagonismo del discurso, las cosas hubieran sido completamente distintas.
En la noche del domingo, en el programa “Periodistas”, el ministro se quejó de que lo empezaron a silbar antes de que pronunciara la primera palabra. Reseñó su reclamo desde hace años por el esclarecimiento del caso y mencionó que el Gobierno acaba de sacar un decreto por el que tendrán que declarar los agentes de la SIDE en el caso AMIA. Sin embargo, la gente no silbó sus palabras o sus antecedentes, sino que era evidente que iba aabuchear a quien representaba al estado argentino que no hizo nada por investigar y a dirigentes políticos cuestionados por buena parte de la sociedad.
Vanossi parece que sintonizó con su apodo, Vanidossi, calificando a la gente de turba: o sea gentuza que no piensa ni razona.

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