EL PAíS › LOS ASISTENTES A LA MOVILIZACION EN PRIMERA PERSONA
Hombres y mujeres de a pie compartieron con militantes kirchneristas el cierre de la marcha de la resistencia convocada por la Asociación Madres de Plaza de Mayo. El temor al 2001 y la represión; la pérdida de empleo y el apoyo a CFK.
“Para mí es atípico esto de resistir”, cuenta un jubilado de hablar pausado que llegó solo a la Plaza de Mayo y nunca militó políticamente. “Yo trabajé toda mi vida y personalmente no la paso mal pero vengo por una cuestión solidaria. La comida no me cae bien si el que tengo enfrente no puede comer”, dice mirando a los ojos y agrega: “veo muchas medidas que afectan a la mayoría de la población, veo cada vez más gente que la está pasando mal y pienso que hay que estar acá, tratando de expresar la disconformidad”. Alberto es una de las miles de personas que ayer soportó el diluvio y el frío que congelaba hasta los huesos para marchar durante horas junto a militantes de organizaciones sociales y políticas, en contra del gobierno de Mauricio Macri. La convocatoria de Hebe de Bonafini, que invocó las históricas “Marchas de la Resistencia” nacidas para enfrentar el terrorismo de Estado, planteó como consigna central del acto la lucha por el derecho al trabajo. “Derecho a trabajar, resistir sin descansar. Cristina conducción”, decía entre pañuelos la gran bandera diseñada por la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Entre los manifestantes podía verse a los jóvenes de La Cámpora, Kolina, la Juventud Peronista, Nuevo Encuentro y la Tupac Amaru.
La marcha tradicional alrededor de la pirámide de Mayo se amplió esta vez hasta la mitad de la plaza habilitada por el vallado (el recorrido incluyó el frente de la Catedral y del Cabildo). A las tres de la tarde, cuando ya habían transcurrido 22 horas de ronda y las Madres se tomaban un merecido descanso bajo una carpa en el centro de la plaza, la columna de manifestantes (que abarcaba unas cuatro a cuadras a juzgar por el trayecto) no tenía espacios vacíos. La mayor delegación, encabezada por el diputado Andrés Larroque y el nieto recuperado Horacio Pietragalla, fue la de La Cámpora, con pibes de la ciudad pero también de San Miguel, Ituzaingó, Almirante Brown y varios partidos más del conurbano. “Porque Néstor no murió/ lo llevo en el corazón/ con la jefa los soldados de Perón”, cantaron a coro.
A pesar de las inundaciones que complicaron la movilización desde muchos barrios, fue notoria la delegación de la Tupac con sus camperas caqui y una ancha bandera de “Milagro Sala #presa política”. También aportaron garra, trompetas y música la JP Descamisados, la JP Peronismo Militante, el Partido Comunista Congreso Extraordinario y el Movimiento Aníbal Verón, entre otros.
Las banderas, pecheras y sombrillas que identificaban a dirigentes políticos no fueron mayoritarias. Se destacaban la agrupación Eva Perón referenciada en el intendente Jorge Ferraresi, de Avellaneda, y los partidarios de Mario Secco, el intendente de Ensenada, que sería el primer orador del acto.
“¿Querés saber qué siento? Siento angustia”, confiesa un hombre al cronista de Página/12 mientras saca un cartel con esas mismas dos palabras. Detrás suyo, en la vereda de Hipólito Irigoyen, una mujer duerme sobre un colchón mugriento y dos criaturas con rostros curtidos comen las migas de lo fue un budín. “Vengo ahora porque cuando empiecen a reprimir tal vez no me anime. Están preparando el terreno”, agrega Jorge, el hombre de la angustia, y se explaya sobre su certeza de un escenario que incluirá palos y balas a partir de un escenario planificado con denuncias de “amenazas” al presidente Mauricio Macri o a la gobernadora María Eugenia Vidal.
“Vengo a apoyar a la presidenta”, dice sin dudar Margarita, madre de familia de Florencio Varela, quien sonríe al reparar que la gestión de CFK terminó en diciembre. Detrás hay un puesto de pines de Evita, Cristina, “Juicio y castigo” y “#soydel49%” que en el ballotage no votó a Cambiemos. Margarita cuenta que su marido y sus hijos, obreros de la construcción, quedaron sin trabajo en los últimos meses, y que no se referencia en ningún otro liderazgo. Cuando se le recuerda el pedido de la ex presidenta en Avellaneda hace apenas una semana (“Cristina conducción, no. Cristina militante, junto a cada uno de ustedes”) asiente con la cabeza. “Espero que cambie de postura”, reclama, mientras de fondo retumba “Vamos a volver…”
“Soy de quienes quedamos en la calle en 2001 y estoy porque no quiero que aquella historia se repita”, explica René mientras camina y cobija al cronista con su paraguas. “Después de aquella crisis pudimos crear una cooperativa de reciclado de plástico. Crecimos durante el gobierno de Néstor y somos parte de la lucha por el trabajo sin patrón”, explica y agrega que la cooperativa forma parte del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. “Con el tarifazo pasamos de pagar 12.000 pesos de luz a recibir una factura de 67.000, que por supuesto no podemos pagar”, agrega.
Minutos antes de las cinco, con el frío pegando duro y techos de nylon improvisados para cubrirse de una lluvia torrencial, la voz oficial del acto agradece “esta maravillosa herramienta que nos regalaron las Madres”, celebra a gritos “casi 24 horas ininterrumpidas de marcha” y anuncia que Hebe de Bonafini está en el escenario. La columna que marchó durante horas se transformó en un bloque de militantes apiñados para darse calor, que ocupan buena parte de la histórica plaza. Los vendedores de choripanes y bondiola empiezan a levantar campamento. Mientras un vendedor ofrece paraguas y pilotos, un anciano con una bolsa de nylon en la cabeza muestra un cartel con la leyenda “Macri, pará la mano!”.
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