EL PAíS › ARTISTAS Y TRABAJADORES DE LA CULTURA DEJARON SU MARCA EN LA MARCHA
El Frente de Artistas y Trabajadores de las Culturas y otros colectivos como Cultura Unida partieron desde el Teatro San Martín para denunciar el vaciamiento de programas y el tarifazo y el ajuste que impacta en la actividad teatral.
› Por Sergio Sánchez
Los inmensos carteles con los rostros de las vedettes tienen competencia esta tarde. En el medio de la calle Corrientes, un actor caracterizado como San Martín se traslada por la avenida en un carro de recolección de residuos. “Meritocracia”, “Dependencia”, “Pobreza”, “Ajuste”, “Hambre”, “Olvido”, “Represión”, “Desigualdad”, se lee en cada una de las bolsas de basura. Es una puesta teatral, sí, pero también es un reflejo de un sentir colectivo, de un reclamo. El actor y el carro no están solos en la escena. Lo acompaña una columna rica y diversa de manifestantes nucleados en el Frente de Artistas y Trabajadores de las Culturas y otros colectivos como Cultura Unida, el grupo Catalinas Sur. El grupo de artistas se concentró en la puerta del Teatro San Martín y se reunió en Plaza de Mayo con el resto de las organizaciones sociales que participaron ayer de la marcha federal para ponerle un freno a las políticas macristas de ajuste, despedidos y tarifazo.
De hecho, el nuevo rumbo económico afectó directamente el funcionamiento de los espacios culturales, que se vieron ahogados por el excesivo aumento de los servicios. Las salas teatrales, por ejemplo, dependen de la luz para el normal funcionamiento de las obras, que suelen exhibirse por la noche. Sin embargo, la persecución a los espacios culturales independientes es una constante en territorio porteño. “Venimos a defender los derechos culturales entendidos como derechos humanos, no como negocio, que es lo que la matriz del gobierno que estamos viviendo en estos últimos ocho meses nos ha demostrado, no solo con el tarifazo, sino con el sistemático cierre de espacios culturales y la falta de una política de fomento cultural”, describe el panorama Luis “Chino” Sanjurjo, director del Observatorio de Políticas Culturales del Centro Cultural de la Cooperación (CCC) y miembro del Frente de Artistas.
Pese a la serie de demandas que se repiten en pancartas y cánticos, se respira un clima de celebración y unidad en la marcha. Abrazos y más abrazos, risas y gestos de solidaridad marcan el pulso de la marea humana. Hay una necesidad de encontrarse y ganar espacios. “Creo que es fundamental estar presentes en este momento en la calle, ya que estamos viviendo una realidad gravísima. Hay que estar presentas. Los que estamos en el campo de la cultura estamos asistiendo a desmantelamiento de los diferentes proyectos, aparatos y espacios”, le dice a Página/12 la actriz Cristina Banegas, mientras saluda a ex alumnas y gente querida. Como indica Banegas, el desfinanciamiento de programas culturales como el de Orquestas Juveniles fueron foco de masivas protestas convocadas por todo el campo de la cultura.
“La democracia se defiende movilizándonos, articulando, uniéndonos en un gran frente transversal en el que confluyen aquí un montón de organizaciones culturales, artistas, trabajadores de la cultura, creadores, artesanos”, enmarca “Chino” Sanjurjo, uno de los más activos del Frente de Artistas. “Reivindicamos la discusión de una Ley Federal de las Culturas. La política cultural del gobierno nacional no hace otra cosa más que ratificar lo que ha sido su matriz en la Ciudad de Buenos Aires. En tanto, la gobernadora de Buenos Aires (María Eugenia Vidal) desjerarquizó el Instituto de Cultura, desarmó la única agencia de cultura que estaba funcionando en la Provincia. Entonces, la política cultural de este gobierno claramente es neoliberal que ataca a los más vulnerables y reproduce un modelo de desigualdad que es excluyente. Estamos viviendo una emergencia cultural”, se explaya Sanjurjo. “La cultura necesita políticas de fomento y un estado presente”. Entre otros, se desactivaron programas que articulaban con organizaciones sociales, como Puntos de Cultura, el programa cultural en Cárceles, Maravillosa Música (que convocaba a músicos jóvenes) y los programas de formación de gestores culturales.
Durante la marcha, los artistas no se olvidaron que Darío Lopérfido aunque renunció al Ministerio de Cultura porteño, sigue siendo el director artístico del Teatro Colón. “Cultura libre de negacionismo”, era una de las frases que se replicaba en miles de carteles, en alusión a los dichos de Lopérfido sobre la cantidad de desaparecidos. Una imagen que también circuló fue el rostro de Dilma Rousseff, recientemente destituida mediante un “golpe constitucional”. “La tristeza no es solo brasilera”, rezaba un cartel. “Fue inevitable sumarme a la marcha, es el cuerpo en la calle, es la única forma de poder producir una subjetividad de resistencia permanente. Me parece que desde que asumieron estos tipos nos dimos cuenta que sus ‘guampas’ estaban muy afiladas y era necesario poner el cuerpo en la calle y no atemorizarnos, que es lo que quieren. Quieren quitarnos identidad”, sostiene el actor Luis Ziembroski. “La cultura también tiene que ver con que no se puede comprar carne o que el fútbol ya no va a ser gratis”, dice. “El momento sombrío que está viviendo Latinoamérica con la caída de Brasil es peligrosísima. Y el realineamiento de nuestro país con Estados Unidos es descarado, perverso y cínico. No nos queda otra que estar acá”.
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