EL PAíS › PRODUCTORES DE LA UNIóN DE TRABAJADORES DE LA TIERRA REGALARON 20 MIL KILOS DE VERDURAS PARA MOSTRAR LA CRISIS DEL SECTOR
Reclamaron una ley de acceso a la tierra y la suspensión de los desalojos. El Gobierno dijo que no les pidieron audiencia.
Tres semanas después del frutazo, llegó ayer el verdurazo a Plaza de Mayo. Cientos de familias que integran la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) se movilizaron para regalar 20.000 kilos de verduras con la finalidad de visibilizar la crisis que atraviesa el sector de horticultores. Casi cuatro cuadras de cola llena de jubilados con y sin changuitos, desocupados con bolsos y bolsitas, mujeres con bebés y sin ellos, algunos, vecinos de la zona, otros, una gran mayoría, llegados tras varias horas de viaje desde el conurbano se concentraron para llevarse algo de verdura regalada. La escena de una necesidad extrema se prolongó durante horas apenas a cuatro cuadras del Foro de Negocios donde el presidente Mauricio Macri trataba de seducir a empresarios para invertir en el país. “Son imágenes que creíamos sepultadas en la historia argentina. Con mi compañero nos rompimos el alma para que esas imágenes no se repitan”, remarcó la ex presidenta Cristinta Fernández de Kirchner en su charla en ATE (ver página 10). El ministro de Agricultura, Ricardo Buryaile, salió al cruce de la protesta: “Nunca me pidieron una reunión”, dijo y los mandó a que : “En lugar de regalar en Plaza de Mayo vayan a vender a la feria”.
Agustín Suárez, uno de los referentes y organizadores de UTT, se encargó de responderle a Buryaile. “El ministro no puede decir que nadie lo llamó, el 16 de diciembre, fuimos a donar 6000 kilos a la puerta de Agricultura y nos presentamos para plantearles las necesidades que tenemos”, y agregó que “ese día nos recibió el Jefe de Gabinete del ministerio, Guillermo Bernaudo, pero a partir de entonces nadie nos vovlio a atender”. “Tras la devaluación y los tarifazos salimos a la calle y en marzo realizamos el primer paro quintero de 48 en La Plata, cortando todos los accesos al mercado central”, acotó. Remarcó que “si el ministro no sabe los problemas del sector, eso habla muy mal de él”.
También se ocupó de Buryaile, Enrique Martínez, coordinador del Instituto para la Producción Popular, quien dijo: “No puedo creer lo que dijo el ministro, la gente que estuvo en Plaza de Mayo es un grupo de productores del Gran Buenos Aires, y no son gente que venden en ferias o que le falten lugares para colocar la producción, no trabajan sobre tierras propias y son tomadores de precio no formadores. No necesitan una feria, necesitan un trato digno, realmente es una expresión de absoluta ignorancia lo que dijo”.
El reparto estaba anunciado por los organizadores para las once de la mañana. A las nueve, sólo eran unos pocos los que se habían acercado con sus bolsas y changuitos, para las diez y media, la fila que comenzaba frente al Cabildo ya sumaba más de cien metros; y a las once, los peregrinos en una cola que llegaba hasta la pirámide central y después serpenteaba hacia los costados y se replegaba sobre si misma, superaba largamente los trescientos metros.
Muchos llegaron desde el conurbano bonaerense, ellos, con bolsas de supermercados en los bolsillos; ellas, algunas, con los carritos y varias bolsitas, y todos habiendo hecho largos trayectos en colectivos. Otros, vecinos de la zona, portaban changuitos, mochilas, e hijos. Desocupados, jubilados y jóvenes en busca de trabajo, formaban el grupo mayoritario que, pasada la hora de la convocatoria, comenzó a preocuparse por la larga espera para recibir las verduras. Luz, desocupada, que había viajado durante más de dos horas, desde Francisco Álvarez, contó que “si no vengo, con el precio que tienen las verduras, en casa ya no las comemos. Un tomate ya no se lo que es y ni hablar de un morrón”. Mirta, joven madre de cuatro chicos, que vive en la villa 31, y esperaba charlando con Luz, aclaró que “vine porque en la villa la verdura cuesta más cara que en los otros barrios, y casi no compro nada, espero que me den algo para pasar la semana”.
En cambio, Juan, jubilado y vecino de la Boca, dijo: “vine para protestar por la situación en que estamos, el gobierno no escucha, te dice que escucha, pero no te da soluciones, además, como jubilado antes no pagaba ganancias, ahora pago”.
Al mediodía, los únicos camiones que se veían eran los de los canales de televisión y frente a ellos a Juan Domingo, un jubilado, el cuarto en la larga fila, vestido de gaucho, que había llegado a las ocho de la mañana desde Navarro y al que los movileros no paraban de entrevistar.
Cerca de la una, cuando algunos llevaban más de cuatro horas de espera, llegó la columna de la UTT por Avenida de Mayo, encabezada por un tractor, detrás, las banderas verdes y rojas de la organización y un millar de familias de productores, muchos de ellos con cajones de hortalizas al hombro. Tras ellos, los cuatro camiones cargados de espinacas, acelgas, lechugas, brócolis, cebollas de verdeo y apios.
Al frente de la marcha, dirigiendo la entrada a la plaza, Nahuel Levaggi, principal referente y organizador de la Unión de Trabajadores de la Tierra. Después de dar la vuelta a la plaza, los manifestantes y sus camiones se instalaron frente a la Catedral y, desde allí, inundaron de verde la plaza y a los pacientes convocados. Y aunque algunos pesimistas vaticinaban problemas, el reparto se realizó como si hubiera estado totalmente organizado –que no lo estuvo–.
Durante la entrega miembros de la UTT leyeron un comunicado donde expresaron que : “Somos familias trabajadoras de la tierra que producimos los alimentos que el pueblo consume diariamente: verduras, cerdos, leche, queso, maíz, huevos, pollos. Pero a pesar de la dignidad de nuestro trabajo, las condiciones en las que vivimos, producimos y comercializamos son muy precarias”. Los reclamos que puntualizaron fueron cuatro: “La ley para el acceso a la tierra por parte de pequeños productores, la suspensión de los desalojos a los campesinos de sus tierras, la inmediata reglamentación y asignación de presupuesto para la Ley de Agricultura Familiar, y el apoyo para el fortalecimiento de la producción y la comercialización de los pequeños productores y las economías regionales”. Además, señalaron que “así como pagamos el alquiler, podríamos pagar un crédito y avanzar en dignidad, arraigo y una mejor calidad de vida para nuestras familias. Hay mucho territorio concentrado en pocas manos, y miles de pequeños productores sin tierra y campesinos queriendo ser desalojados. Debemos comenzar a hablar de Reforma Agraria para llegar a una soberanía alimentaria” en referencia al proyecto de ley que crea un fondo fiduciario para el otorgamiento de créditos que les permita la compra de tierras a los pequeños productores. Por la mañana y frente al Congreso Nacional, le habían entregado el petitorio a un grupo de diputados que se comprometieron a tratarlo.
Informe: Nicolás Romero.
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