Dom 08.02.2004

EL PAíS  › ¿QUE PASARIA SI ARGENTINA NO PAGA LOS 3100 MILLONES QUE VENCEN EN MARZO?

Parece que hay vida después del Fondo

Los economistas coinciden en que no sería una catástrofe inmediata, pero que habría que resolver rápido una nueva relación con los organismos para no ahogar la economía por falta de capitales. El juego del visteo y qué pierde cada uno.

› Por Claudio Zlotnik

¿Qué pasaría si, dentro de un mes, la Argentina dejara impaga la cuenta de 3100 millones de dólares con el Fondo Monetario? ¿Y si, contra el convencimiento de economistas y corredores de la city de que se llegará a un pronto acuerdo, las relaciones se terminan rompiendo con el organismo financiero? ¿Cómo impactaría esa decisión en la economía? Nada en el corto plazo, pero algunos especialistas ponen dudas para el mediano y largo, aunque sin demasiados fundamentos. ¿Hay riesgo de perder todo lo ganado tras la crisis? O, por el contrario, ¿sería mejor vivir con lo nuestro? Después de las preguntas, la primera certeza: el Gobierno tiene decidido dejar caer el vencimiento a menos que desde Washington se envíe una clara señal de que los 3100 millones serán reembolsados rápidamente. A pocas horas del encuentro clave entre Horst Köhler y Roberto Lavagna, el escenario del default es posible. A dos años de la cesación de pagos con los acreedores privados, la discusión sobre la deuda se convirtió en central entre las potencias del mundo cuando se analiza la cuestión argentina. Un juego de presiones que entró en etapa de definiciones.
En las últimas semanas se notó una espiralización de la crisis con los acreedores privados. El Fondo Monetario y el Grupo de los Siete países más poderosos aumentaron la presión para que la Argentina demuestre que negocia “de buena fe”. Roberto Lavagna ya les contestó: el último viernes dijo que la Argentina les pagó a los organismos más de lo que recibió. Y sin quita alguna. El último año se abonaron, en forma neta, 7000 millones de dólares. Para el ministro, esa es la mejor muestra de que hay “buena fe” por parte del Gobierno. ¿Convencerá este argumento a Koehler y al G-7? Por lo demostrado en las últimas jornadas, ellos ningunean esta realidad y se centran en la defensa de los bonistas. Su principal argumento consiste en que si la Argentina está creciendo más de lo previsto, no sólo debería cumplir con los organismos sino destinar más recursos a los acreedores privados. ¿Y si continúan los chispazos, no hay acuerdo, y el Gobierno no saca de sus reservas aquellos 3100 millones que vencen? ¿Habría consecuencias si el default se extiende al Fondo?
Página/12 consultó a un grupo de economistas sobre esa posibilidad. Los expertos, aun los que prefirieron el anonimato, coincidieron en que las consecuencias del default dependerían del tiempo que se demorase en regularizar la situación. El ejemplo que dan los economistas es el default con el Banco Mundial ocurrido a fines de 2002. En aquel momento, el acuerdo se selló en cuestión de días, y todo volvió a la normalidad.
Entre los consultados, Javier González Fraga aparece como el más reacio a atender a las presiones internacionales. “Pagar sin un acuerdo previo sería un error. Estaríamos en el peor de los mundos, ya que nos quedaríamos con menos reservas. Y si incumplimos, el efecto sobre la economía real sería mínimo”, señaló el ex presidente del Banco Central. En un escenario de default, dice, “las inversiones no se detendrían, ya que quienes concretan negocios lo hacen porque hay reactivación. Una economía que crece da oportunidades que ni empresarios ni inversores quieren perderse. La Bolsa podría bajar y el dólar subir un poco. Nada grave. De todos modos, no exageraría este cortocircuito con el FMI porque en algún momento se va a arreglar. Ellos van a buscar el acuerdo. No se querrán quedar afuera del éxito económico de la Argentina”.
Según González Fraga, el Gobierno debería mantener sin cambios su propuesta a los acreedores. “El 3 por ciento de superávit fiscal es un techo; no un piso negociable”, dijo a este diario. Y completó: “Si bien no me gusta opinar sobre las negociaciones, creo que lo único que puede hacer el Gobierno es ablandar el discurso de confrontación. Pero no hay nada que mejorar en la letra del acuerdo firmado”.
Ricardo Fuente pertenece a Ecolatina, la consultora fundada por Lavagna. Al igual que otros colegas suyos, opinó que el 2004 está asegurado entérminos de crecimiento. Pase lo que pase en la relación con Washington y con los acreedores privados. “Un default perjudicaría recién a mediano plazo. Podrían cortarse algunas líneas de financiamiento de bancos internacionales, que están siendo utilizadas por algunas empresas para importar maquinarias”, puso como ejemplo el economista. Esta misma observación fue compartida por un alto funcionario de Economía, ante una consulta de Página/12. Fuente también advirtió sobre un escenario de ruptura. “Vivir con lo nuestro sería muy difícil debido a la fuga de capitales constante que sufre la Argentina, a pesar de que en los últimos meses se notó una desaceleración”, apuntó.
Por la presión de la comunidad financiera internacional, el tema de la deuda se impuso como uno de los centrales en la agenda oficial. Lavagna y el secretario de Finanzas Guillermo Nielsen son los únicos con línea directa al exterior. A pesar del hermetismo, un funcionario de alto nivel expresó que, tras el desplome, “la economía se vino reconstituyendo y los empresarios ya descontaron que este año sería de negociación permanente. Por eso no habría que preocuparse si persiste la pelea y no pagamos en marzo. La cuestión será darse cuenta en qué momento la presión se espiraliza de tal manera que genera una sensación de retroceso en la situación general. Más allá de lo técnico, esta es una dimensión psicológica, relacionada con las expectativas. Y en medio de una negociación tan dura siempre existe el riesgo de echarlo todo a perder”.
Hasta aquí, los supuestos peligros que afronta el Gobierno. Pero tanto en Economía como en la Casa Rosada saben que el FMI también tiene para perder en el tironeo. Si las cosas salieran mal, puede quedar como el culpable de una nueva caída de la Argentina. Y todo por salir en defensa de los “fondos buitres”. También corre otro riesgo: que Kirchner juegue a fondo, quiebre la relación con el FMI, y el país se siga recuperando.
Al respecto, puede ser interesante la opinión del JP Morgan Chase, uno de los bancos de inversión más grandes del mundo y uno de los que se bajó del sindicato convocado por Economía para coordinar la renegociación con los acreedores privados. Vladimir Werning, economista jefe de la filial argentina comentó que si el default con el Fondo es temporario “el impacto sería limitado: el dólar podría subir por encima de los 3 pesos, pero el Banco Central posee suficiente fortaleza para limitar la escalada”. Pero el escenario sería más problemático “si nos aislamos”. “Para que la Argentina crezca más allá del 2004 necesita de inversiones. Y podrían faltar si se quiebra la relación con Washington”. Para Werning, todavía no está claro si adjudicar la férrea postura del Gobierno a “un cambio filosófico en la relación con los organismos, que implicaría la confrontación permanente”.
En resumen, parece correcto que el Gobierno de un país sobreendeudado, con la mitad de su población sumergida en la pobreza, discuta y se ponga firme al momento de definir los recursos que destinará a atender a los acreedores. Entre otras cosas, porque la crisis que terminó de explotar hace dos años parece haber dejado como lección que sucumbir a los discursos que llevan implícito el marketing del miedo a lo peor es el camino errado. Latiguillos ligados a “el círculo virtuoso”, “el riesgo país” y ahora “la buena fe” encierran la intención de que ganen los mismos.

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