EL PAíS
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Las frases de cada año
El latiguillo que puso de moda el Fondo Monetario para transmitir la presión a favor de los bonistas fue que la Argentina debe negociar “de buena fe” con los acreedores. En el 2001, desde Washington, se había impuesto otro término: el de la “economía sustentable”. Por entonces, Anne Krueger, la número 2 del FMI, propiciaba el fin de la convertibilidad y el default con los inversores en títulos de la deuda argentina, de manera de castigar a los especuladores. Eran tiempos del “riesgo moral” y de Paul O’Neill, ex secretario del Tesoro estadounidense, explicando que era imposible organizar un rescate financiero para la Argentina ya que no podía fundamentárselo a los carpinteros y plomeros de su país que pagan impuestos. La contradicción entre un mensaje y el otro acaso sea un síntoma de la confusión existente en el seno del FMI sobre la situación de la Argentina. No debe olvidarse que el mismo staff del Fondo que juega junto a los acreedores privados es el mismo que ya perdió varias pulseadas. Hace nada más que un año y medio presagiaba que sobrevendría la hiperinflación si el corralón no se resolvía mediante la entrega compulsiva de bonos a los ahorristas estafados. Eso sí, seguro que ese pronóstico se hizo “de buena fe”.
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