Mié 18.02.2004

EL PAíS  › BELIZ MANDO A INVESTIGAR UNA DESAPARICION EN CHUBUT

Mano de obra muy ocupada

Se trata de Iván Torres. En agosto, un patrullero lo levantó en una heladería de Comodoro Rivadavia. El gobernador Das Neves y el ministro de Justicia comprometieron esclarecer el hecho.

Una reunión entre las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora y el ministro de Justicia, Gustavo Beliz, abrió una nueva vía de investigación en el caso de Iván Torres, el joven que desapareció hace más de cuatro meses en Chubut. El 2 de octubre pasado Iván fue visto por última vez luego de que un patrullero de la Seccional Primera de Comodoro Rivadavia se lo llevó de la puerta de una heladería sin ningún motivo. Desde entonces, su familia, sus amigos y sus abogados, con el apoyo de varios organismos de derechos humanos, promovieron una causa para investigar su desaparición ante la indiferencia de la Justicia provincial y los obstáculos de la policía local. Las promesas de Beliz y del gobernador Mario Das Neves alimentaron las esperanzas de la familia de descubrir qué pasó con Iván y quiénes son los culpables. La desaparición de Iván es la número 12 en Comodoro Rivadavia, en los últimos diez años (ver recuadro).
María Millacura está instalada desde hace tres semanas en el hall de la comisaría donde, según la mayoría de los testimonios, salvo los aportados por los policías, estuvo su hijo antes de desaparecer. Junto a un colchón y a un cartel con la foto de Iván, asegura que no se moverá de allí hasta que aparezca vivo.
El 4, el 6 y el 8 de octubre, María repitió su visita a la Seccional Primera preocupada porque su hijo no había regresado a su casa. Ningún policía quiso tomarle la denuncia por escrito hasta diez días después, cuando apareció contando su historia en los canales de televisión, las radios y los diarios de Comodoro. Las irregularidades continuaron cuando, tras la presentación de un hábeas corpus, finalmente intervino el Juzgado de Instrucción Nº 2 a cargo del juez Oscar Herrera. El magistrado pidió a la comisaría un informe sobre los móviles y los policías que patrullaron el día de la desaparición de Iván recién el 17 de noviembre.
María logró enterarse cómo se llevaron a su hijo recién un mes después, cuando un joven se acercó a su casa para contarle que aquel 2 de octubre había sido detenido junto a Iván. Si bien fue liberado al día siguiente, le dijo que no había hablado antes por temor a que lo mataran. Ante la insistencia de María, aceptó declarar bajo identidad reservada. Pero hubo algo que volvió a enmudecer al testigo: la fiscal María Adriana Ibáñez fue a su casa a tomarle declaración a la una de la madrugada –particular hora de escuchar a un testigo– acompañada por un hombre al que presentó como “persona de mi confianza”. Era un policía perteneciente a la Brigada de la ciudad, que según el joven lo había golpeado en otra oportunidad.
El 2 de octubre, Iván salió de su casa a las 3 de tarde y le dijo a su mamá que volvería temprano porque al día siguiente tenía que ir a ver un trabajo. Como otros jóvenes de Comodoro, Iván sólo conseguía unos pesos haciendo algunas changas en la construcción. Esa tarde se encontró con unos amigos en la plaza que está frente a la terminal de ómnibus y luego fue hacia la costanera, donde junto a otros jóvenes solían ayudar a desarmar un castillo inflable y otros juegos que la heladería tenía para los más chicos. Por hacer el trabajo, los dueños les regalaban un helado. Uno de los amigos de Iván vio acercarse el patrullero 479 con tres policías dentro. Sin darle demasiada importancia, entró al local a buscar su helado. Cuando salió, el patrullero ya no estaba. Iván tampoco.
En el expediente, la familia denunció que la desaparición de Iván no es una excepción en la ciudad y que ocurrió en el marco de “una práctica sistemática de torturas físicas y morales llevadas adelante por la policía de la provincia en perjuicio de niños, adolescentes y adultos que pasan sus días en las calles, a quienes se les realizan, por ejemplo, simulacros de fusilamiento a los que llaman ‘el juego del gatillo’”.
Efectivamente, Iván venía siendo perseguido por la policía desde hacía largo tiempo. La mamá denunció que un mes y medio antes de desaparecer, Iván experimentó en carne propia un simulacro de fusilamiento. “Lo llevaron al kilómetro 8 cerca de un cerro, lo bajaron de los pelos, lo golpearon y con el torso desnudo lo patearon y amenazaron de muerte. Luego le dijeron ‘tenés un minuto para correr’. Mientras Iván intentaba escaparentre las matas, sintió el ruido de las balas cerca suyo”, contó María ante el juez. El 1º de octubre dos policías de la Seccional Primera se metieron en su casa, lo acusaron de robar un discman, golpearon a un amigo y le advirtieron “vos terminás mal”. Al día siguiente, Iván desapareció.
Los abogados de la familia y organismos de derechos humanos como el CELS y Correpi insisten con que debe cambiarse la carátula de la causa. En lugar de “desaparición de persona” exigen la figura de “desaparición forzada de persona”, a partir de que todos los indicios apuntan a la Seccional Primera. Además denunciaron ante la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que encabeza Eduardo Luis Duhalde, que existe “denegación de justicia” de parte del Poder Judicial de Chubut.
El juez José Rago, quien reemplazó a Herrera durante la feria judicial, ordenó hace apenas una semana un peritaje en la comisaría en busca de muestras de sangre, pelos o cualquier otra prueba que sirva para esclarecer la desaparición. A pesar del tiempo transcurrido, los peritos de Gendarmería encontraron el nombre de Iván inscripto con un objeto punzante en las paredes de uno de los calabozos. Se trata de un indicio que refuerza la hipótesis de que el joven estuvo detenido en la seccional.
Informe: Martina Noailles.

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