EL PAíS
Etchecolatz y Bergés van a juicio por la apropiación de una niña
Es por el robo de una niña nacida el 27 de diciembre de 1977 en el centro clandestino Pozo de Banfield. El juicio oral se realizará en tres jornadas, el 18, 22 y 25 de marzo próximos.
› Por Victoria Ginzberg
Aída Sanz era enfermera y trabajaba en la Unidad de Terapia Intensiva de la Asociación Española de Buenos Aires. Vino a la Argentina huyendo de la represión de la dictadura uruguaya. El 23 de diciembre de 1977, a los 27 años y con un embarazo de nueve meses, fue secuestrada de su casa de San Antonio de Padua. Cuatro días después, en el centro clandestino de detención Pozo de Banfield, nació su hija, que le fue retirada de inmediato. A partir del próximo 18 de marzo, el médico policial Jorge Bergés y el ex comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz deberán afrontar un juicio oral y público por la apropiación de la niña.
Los jueces del Tribunal Oral Federal número uno de La Plata, Ana Beatriz Aparicio, Carlos Alberto Rozanski y Nelson Javier Jarazo, serán los encargados de juzgar a ambos represores. El proceso se realizará a lo largo de tres jornadas: el 18, el 22 y 25 de marzo. Será el tercer juicio oral (y el primero en La Plata) que se realizará por la apropiación de un hijo de desaparecidos.
Bergés y Etchecolatz fueron arrestados por este caso en abril de 2001 (el 5 y 6, respectivamente), después de que la niña nacida en el Pozo de Banfield recuperara su identidad y se reencontrara con su familia biológica. María de las Mercedes –o Carmen, como la había llamado su mamá– fue entregada por el propio Bergés a un matrimonio ajeno a las Fuerzas Armadas que fue desvinculado de la causa.
La investigación de este caso comenzó en los primeros años de la democracia, cuando el entonces funcionario de la Subsecretaría de Desarrollo Humano y Familia de la provincia de Buenos Aires, Enrique de Vedia, dio a conocer, a partir de una investigación de las Abuelas de Plaza de Mayo, doce partidas de nacimiento firmadas por Bergés. Uno de esos documentos era el de la hija de Aída Sanz.
La causa se reactivó luego de que María de las Mercedes se acercó a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) para hacerse el análisis de ADN que estableció que era hija de desaparecidos. Fue acompañada por otra joven que sospechaba que ella podía ser la hermana que estaba buscando. El vínculo genético entre ambas no existía, pero María de las Mercedes supo que sus padres eran Aída Sanz y Eduardo Gallo, una pareja uruguaya que llegó a la Argentina escapando de la represión de su país y fue víctima del Plan Cóndor.
Junto con Aída, fue secuestrada su madre, Elsa Fernández de Sanz, que estaba en Buenos Aires para acompañarla durante el parto. Gallo fue detenido días después. La Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos solicitó al juez Arnaldo Corazza, que instruyó el caso, que investigara en el mismo expediente las tres desapariciones, pero el magistrado abrió una causa independiente. María Esther Alonso, abogada de las Abuelas en La Plata, y Javier Percow y Oscar Rodríguez, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Plata, serán los representantes de la querella en el juicio oral.
Ni Bergés ni Etchecolatz fueron personajes menores en el engranaje del terrorismo de Estado. Etchecolatz fue el segundo de la Policía Bonaerense y mano derecha de su jefe inmediato, el entonces coronel Ramón Camps. Fue responsable de los crímenes cometidos en más de veinte centros clandestinos, entre ellos, Pozo de Banfield, Arana, Quilmes y la Comisaría 5ª de La Plata. En 1986 fue condenado a 23 años de prisión por 95 casos de tormentos. En democracia se convirtió en uno de los principales apologistas de la dictadura. Su libro, La Otra Campana del Nunca Más, y su enfrentamiento televisivo con una de sus víctimas, el diputado socialista Alfredo Bravo, le valieron una condena por injurias. El legislador tuvo que soportar en el programa de Mariano Grondona que el represor se refiriera a las torturas que le aplicó como “un tratamiento” y que asegurara que “hubiese sido un privilegio” violar a su mujer. Bergés fue condenado a seis años de prisión pero, como Etchecolatz, fue desprocesado por la Ley de Obediencia Debida. “Era un torturador implacable. Cuando me torturaban, él siempre estaba cerca. Uno lo veía siempre prolijo, con su guardapolvo blanco, y empezaba el miedo”, relató el periodista Jacobo Timerman ante la Justicia. “Creen que soy el doctor Mengele”, se definió a sí mismo Berges en el Juicio a las Juntas.