EL PAíS
Koehler fue más amable que Kruger pero el resultado es una visita
Solo la promesa de enviar una nueva misión a la Argentina fue lo que obtuvo el Gobierno tras la reunión entre el Presidente Duhalde y el director del Fondo Monetario Internacional, Horst Koehler, que el comunicado conjunto describió como “constructiva y amistosa”.
› Por Sergio Moreno
El Fondo Monetario Internacional enviará una misión negociadora a Buenos Aires el 3 o 4 de abril, que trabajará con su contraparte argentina por un lapso de aproximadamente 15 días. La decisión adoptada por el titular del organismo, Hoerst Koehler, fue un bálsamo para los oídos del Presidente Eduardo Duhalde quien, junto a su delegación, escuchaba atentamente las palabras del economista alemán.
La decisión presupone un arduo camino ya que, una vez terminada la negociación, las conclusiones se elevarán al directorio del Fondo. Recién allí, determinará si la Argentina está en condiciones de acceder a la carta intención y, con ella, a la ansiada ayuda económica. Duhalde consiguió un módico logro ya que las palabras de Koehler fueron más amables que las que su segunda, Anne Kruger, había disparado el miércoles pasado. “Preferimos a Koehler antes que a Kruger”, bromeó ante Página/12 el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov.
Duhalde y Remes, acompañados por el canciller Carlos Ruckauf y el vocero Eduardo Amadeo, se reunieron a media mañana con Koehler, quien estuvo flanqueado por el negociador del caso argentino, Anoop Singh, el vocero Thomas Dawson y el asesor Chris Salmon.
Por la mañana, el Presidente había desayunado con el titular del banco Mundial, James Wolfensohn, durante una hora. No escuchó novedad alguna. “El Banco Mundial va a apoyar financieramente a la Argentina en cuanto esta llegue a un acuerdo con el FMI”, dijo el jefe del BM. “La reunión fue muy buena”, estimó, económico, Ruckauf cuando finalizó el desayuno.
Las expectativas estaban puestas en el encuentro con Koehler. El secretario del Tesoro norteamericano, Paul O’Neill, había abierto el camino anteayer, cuando dijo que era posible establecer negociaciones en algunas semanas.
Duhalde y Koehler llegaron casi al mismo tiempo al Hotel Holliday Inn, lindero a la sede de la Cumbre de Monterrey. Una hora y media después, Duhalde salió sonriente, dentro de un enjambre de guardias de seguridad diciendo lo que todos los jefes de Estado dicen después de cada reunión, cualquiera sea esta. “Fue muy buena, está todo muy bien”, alcanzó a decir, llevado casi en volandas por los funcionarios de ceremonial.
El rendez vous fue una charla de ida y vuelta entre Koehler y Duhalde, con algunas intervenciones puntuales y específicas de Remes y Ruckauf.
Duhalde comenzó la charla: “Sabemos que nadie cree a la Argentina en el mundo. Nosotros queremos restituir la confiabilidad”.
Tras cartón, pasaron el rastrillo por todos los temas a resolver:
u Seguridad jurídica: acordaron derogar la figura de subversión económica y derogar o modificar la ley de quiebras transformándola en una norma similar a las existentes en Estados Unidos o europa.
u La situación de las provincias: emisión de bonos, déficit y ley de coparticipación. Los argentinos expusieron las dificultades para apurar los trámites a efecto de retirar los bonos y achicar el déficit y pidieron plazo hasta fin de año para negociar una nueva ley de coparticipación.
u La necesidad de establecer políticas de crecimiento de la economía, para lo cual hace falta el financiamiento externo.
u La dramática situación social que atraviesa la Argentina. En este punto Duhalde fue insistente y, por momentos, vehemente. Koehler reconoció que en programa se deben acordar dos aspectos: cómo financiar las exportaciones y cómo aportar a resolver la cuestión social.
El recientemente aprobado presupuesto nacional no apareció como un tema de la plática. Tampoco la corrupción administrativa.
Después del encuentro, Amadeo y Dawson se reunieron durante media hora en la oficina que el FMI tiene en el centro de convenciones para redactar de común acuerdo el comunicado sobre los resultados de la reunión.Escueto, dice lo siguiente: “El Presidente Duhalde y el director gerente Koehler pasaron revista a todos los temas. El encuentro fue muy constructivo y amistoso. Ambos han instruido a sus colegas para que continúen trabajando. Se espera que el FMI envíe una misión a Buenos Aires en los primeros días de abril”.
Para Amadeo, esto es lo que el Gobierno esperaba del Fondo, en esta instancia. Después del miércoles negro de declaraciones adversas a un posible acuerdo, la administración Duhalde suspiró cuando supo del envío de esta nueva misión.
La mecánica por la que se llegó hasta este punto fue puesta en marcha por Singh, quien después de revisar la situación en Buenos Aires, elevó el lunes pasado su informe al Directorio del Fondo. De allí partió la aprobación para que Koehler se encuentre con Duhalde.
A partir del visto bueno del alemán, entre el 3 y el 4 de abril una nueva misión llegará a la Argentina, para negociar con el Gobierno las metas y los plazos que se impondrán para cumplirlas. Las políticas de corto plazo que se deben conciliar serán el presupuesto argentino, la situación de las provincias, las políticas monetaria y bancaria, la situación del sistema financiero, la renegociación de la deuda y la seguridad jurídica. Los toma y daca durarán aproximadamente 15 días, tras lo cual la misión elevará su informe al Directorio quien decidirá si firma o no una carta intención a los efectos de otorgar la ayuda. Esto ocurrirá quizás alrededor del 20 de abril.
“Queremos obtener cuanto antes los recursos, pero sabemos que debemos recorrer este camino. Debemos recrear la confianza”, dijo Amadeo a la prensa, luego de la reunión.
El Gobierno ha obtenido el guiño que en un momento pensó no se produciría. Los plazos para que llegue el salvavidas son los que impone el cansino ritmo del Fondo. El Gobierno, ahora, cruza los dedos para que este visto bueno de Koehler ralentice la explosiva dinámica de la crisis y de la trepada del dólar.
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