Dom 24.03.2002

EL PAíS  › MARCHAS CON ANTORCHAS, ESCRACHES Y MURALES

El 24 de las asambleas

Las asambleas de vecinos de San Telmo, San Cristóbal y otros barrios realizaron ayer distintas actividades en repudio al golpe del 24 de marzo de 1976. Hubo escraches y murales y hasta una asamblea de niños que expresaron sus propias vivencias de la crisis.

El sol todavía pegaba fuerte. Eran las cinco de la tarde y los primeros vecinos de varias asambleas se empezaban a juntar en San Juan y Entre Ríos. “Vamos a recorrer el barrio para recordar nuestra historia y cambiar los nombres de las calles por los de los desaparecidos”, contó ayer a Página/12 Natalia de la asamblea de Matheu e Independencia. Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, la asamblea de San Telmo se lucía desplegando un numerosas actividades sobre el aniversario del golpe. A la noche sus antorchas iluminaron el frente de lo que fue el campo clandestino de detención El Atlético. Los barrios con más historia propia fueron los que más se prepararon para el acto de hoy.
El primer acto de la recorrida por Boedo se llevó a cabo en Entre Ríos y San Juan, ya que allí desaparecieron a Rodolfo Walsh. Ahora esa es la esquina de Rodolfo Walsh y Entre Ríos. A medida que se iban acercando las asambleas de plaza Martín Fierro, Matheu e Independencia, plaza Garay y Vecinos de San Cristóbal contra la Impunidad, los vecinos se saludaban primero con aplausos, después venían los besos y las charlas. El objetivo de la recorrida fue relatar los hechos de la dictadura y revivir la memoria a través de la historia de los barrios de Boedo y San Cristóbal. Una de las vecinas que participó de los actos fue Ayelén. Tiene 13 años y concurre a la asamblea de San Cristóbal de Martín Fierro. “Voy a escuchar y voto lo que me parece que está al alcance de lo que se puede hacer. También la ayudo a mi vieja con las compras comunitarias. Me gusta venir porque me parece que es una oportunidad que tenemos para salir de esta crisis que es una cagada.”
Empezaron con Rodolfo Walsh y una placa que recuerda su desaparición quedó colocada en el edificio del Banco Nación. Por el megáfono relataron su vida, su obra y su muerte. Luego siguieron avanzando hasta Humberto Primo y Entre Ríos para pintar en el piso la primera silueta de un hombre, dibujos que se repitieron por varias esquinas para recordar el lugar en donde desaparecieron vecinos del barrio.
En la plaza Dorrego de San Telmo la actividad empezó temprano. A las 11 de la mañana los desocupados del barrio comenzaron a vender comida a todo el que pasaba. Al mediodía se armó el taller de serigrafía, una técnica que utilizaron para imprimir entre filetes típicos del barrio la leyenda “San Telmo tiene memoria” en carteles y remeras para llevar hoy a la marcha.
Otra de las actividades a las que se sumó más gente fue el taller de máscaras para chicos, que a su vez sirvió para reunirlos y armar la primera asamblea de niños de la ciudad. Los participantes tenían entre tres y diez años. Uno de los temas tratados fue “para qué servían el dinero y el trabajo”. Uno de los chicos respondió que “la plata sirve para algunas cosas pero no para vivir”. Pero el debate se armó en serio cuando los chicos empezaron a decir que “los que roban son los bancos”. “¿Cómo saben eso?”, preguntó la coordinadora, y los chicos contaron que lo habían visto “en la tele” o cuando acompañan a la mamá al banco ven “a la gente sufrir”. En ese momento saltó Pablo de 10 años y dijo que quería ser presidente. Entonces, otro nene de siete le dijo que “iba a tener que devolver la plata que se habían robado”, pero Pablo retrucó que el Presidente no tiene la plata porque “los que robaron fueron los bancos”. Por lo que el otro contestó que el Presidente tenía que hacer que los “bancos devuelvan la plata aunque se vayan del país”.
Luego le tocó el turno a Ramón Ayala, quien cantó con su guitarra. Otra de las actividades fue del grupo Tango Protesta, que representó la historia del país en una pieza musical. La bailarina representaba al país, uno de los bailarines era un luchador de la década del setenta y otro simulaba ser un represor. La actriz Mónica Galán coordinó los actos. Además en el Museo del Cine pintaron un mural con una serie de cuadros de película que empieza en 1976 con escenas de la represión y termina en el 2002 con una asamblea de vecinos. Por otro lado, en los barrios de Boedo y San Cristóbal, a medida que la recorrida avanzaba, las calles iban cambiando de nombre. Carlos Calvo pasó a llamarse Carlos Fernández, Independencia, Horacio Guerrero, y Saavedra, Echeverría D. La manifestación frenó en Pasco 1032 frente a la casa del represor Miguel Angel Rovira. Las frases “asesino” e “hijo de puta” junto con varios dibujos de siluetas fueron pintados en su vereda. Rovira vive en un chalet de dos plantas con jardín y garage.
Durante la tarde, en la plaza Dorrego se armaron antorchas, y cuando estuvieron listas empezó la marcha hacia la plazoleta Rodolfo Walsh, en donde se le hizo un homenaje. Placas con los nombres de los 32 desaparecidos del barrio. De ahí, se dirigieron a la comisaría segunda en Perú y Carlos Calvo que trabajó mucho con el chupadero El Atlético para vociferar por el megáfono los nombres de los 32 desaparecidos seguidos de sus correspondiente “presente”. Los vecinos de los barrios de Boedo y San Cristóbal ya habían pasado por el local del Partido Nacional Constitucionalista y el del Modín para expresar su oposición a los “partidos fachos”, y se había dirigido a la iglesia Santa Cruz donde fueron secuestradas las monjas francesas y Azucena Villaflor. A las 21.00, frente al campo de detención El Atlético, miles de antorchas iluminaban la noche. Los bombos hacían sonar el candombe propio de San Telmo mientras un muñeco ardía en llamas.
Informe: Gimena Fuertes

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