Mar 02.03.2004

EL PAíS  › DEFINICION CLARA DE KIRCHNER SOBRE LA DEUDA EXTERNA

“No vamos a pagar a costa del hambre”

El Presidente inauguró el 122º período de sesiones ordinarias del Parlamento. En un discurso de más de una hora enumeró lo hecho y lo por hacer, definió la política ante el FMI y el estado de la Nación. Hubo cierta frialdad entre los legisladores.

Por Felipe Yapur y Eduardo Tagliaferro

Fue la mención a la necesidad de construir un capitalismo en serio –“donde no imperen los monopolios y donde se evite la concentración que ahogue la iniciativa de los pequeños y medianos emprendedores”–, la que arrancó el primer aplauso. Habían transcurrido 10 minutos desde que el presidente Néstor Kirchner comenzara con la lectura del mensaje que daba por inaugurado el período ordinario de sesiones legislativas. En una hora y tres minutos, el titular del Ejecutivo repasó los principales puntos de su gestión y colocó a la deuda externa como un tema de Estado e incluso aventuró que sufrirá nuevos agravios. “Nos calificarán de irracionales y dirán que sobreactuamos”, pronosticó. “No pagaremos deuda a costa del hambre y la exclusión de millones de argentinos”, dijo en medio de una ovación, "ni pagaremos de cualquier modo". “Le pido al pueblo argentino que me ayude, que me acompañe”, decía Kirchner apartándose del mensaje escrito, mientras de pie la mayoría de los parlamentarios batían palmas.
Los minutos del final, cuando Kirchner dejó la lectura e improvisó una encendida convocatoria a defender las convicciones –que en el mismo recinto hace casi 10 meses había asegurado que no dejaría en las puertas de la Rosada– fueron los que motivaron a un auditorio que, a pesar de haber aplaudido su mensaje 24 veces, se caracterizó por su frialdad.
No hubo grandes anuncios. El Presidente presentó un balance de lo hecho donde no se privó de abundar en minuciosos y casi tediosos datos estadísticos. Sectores de la oposición destacaron la falta de presentación de medidas concretas. Entre ellas medidas fiscales y previsionales.
“Creciendo nuestra economía mejorará nuestra capacidad de pago”, concluyó Kirchner luego de desmenuzar varias definiciones sobre la deuda. “No pagaremos la deuda a costa del hambre y la exclusión de millones de argentinos generando más pobreza y aumentando la conflictividad social, para que el país vuelva a explotar”, fue una de ellas.
El recinto mostró un lleno poco usual. Eran pocos los claros que se observaron entre las 257 bancas de la Cámara de Diputados. Se habían agregado sillas para los senadores presentes en la Asamblea Legislativa.
Las ausencias, en todo caso, dejaron en evidencia algunos alineamientos políticos e ideológicos. Así fue que no se observó a ningún representante de la Iglesia Católica, ni tampoco de los restos del menemismo. Entre otros, faltaron a la cita el senador Eduardo Menem, su hijo el diputado Adrián Menem, el pampeano Rubén Marín, el santafesino Carlos Reutemann y el misionero Ramón Puerta. Precisamente todos ellos habían protagonizado la semana pasada la primera embestida fuerte contra el Gobierno en la habitual reunión del bloque de senadores justicialistas.
Siete fueron los gobernadores que concurrieron al recinto, todos peronistas. El entrerriano Jorge Busti, el sanjuanino José Luis Gioja, el chubutense Mario Das Neves, el tucumano José Alperovich, el bonaerense Felipe Solá, el jujeño Eduardo Fellner y en representación del cordobés José Manuel de la Sota estuvo su vice, Juan Schiaretti.

Fumando espero

El discurso presidencial estaba previsto para las 11. El tiempo pasaba y el vice Daniel Scioli ya había agotado todos los artilugios para prolongar la sesión. Rendido, pidió un cuarto intermedio en sus bancas. En esos largos minutos se pudieron ver los efusivos saludos que la senadora María Laura Leguizamón prodigaba al canciller, Rafael Bielsa, y a todos los parlamentarios con los que se cruzaba. Los que permanecían en sus bancas no se despegaban de la pantalla gigante que traía la imagen de la concentración callejera. Los ministros departían entre sí, cuando alguien del público les gritó: “Es la primera reunión de gabinete”. La ironía ponía de relieve el estilo que emplea Kirchner y que convirtió a esas reuniones en una costumbre del pasado. “En verdad aprovechamos para vernos las caras”, fue la confesión que luego en privado realizó uno de los integrantes del gabinete nacional. 45 minutos más tarde de lo previsto Kirchner y su esposa, la senadora santacruceña Cristina Fernández, bajaron del auto oficial, saludaron al público y encararon para el interior del Palacio.
Curiosamente algunas definiciones importantes no fueron reconocidas por el aplauso de los parlamentarios. Como por ejemplo cuando señaló que “la cultura política argentina ha terminado por instalar la falsa visión de que se puede convivir con los problemas casi indefinidamente, sin asumirlos, sin enfrentarlos y, lo que es peor, sin resolverlos”.
Todo lo contrario fue cuando reivindicó la necesidad de reforzar y ampliar el Mercosur. “Pensamos que no nos servirá cualquier acuerdo de Libre Comercio de las Américas... Un acuerdo no puede ser un camino de una sola vía, de prosperidad en una sola dirección. Un acuerdo debe hacerse cargo de las fuertes asimetrías existentes, si no, profundizará la injusticia y ocasionará el quiebre de nuestras economías.” Fue tal vez este párrafo uno de los más aplaudidos.
En defensa de la quita del 75 por ciento, que el Gobierno presentó en Dubai a los acreedores, Kirchner dijo que “los argentinos, los organismos multilaterales de crédito y los acreedores privados de la Argentina, debemos tener presente que la masa de recursos es la que existe y no puede incrementarse ni milagrosa ni explosivamente”. Sobre esta propuesta no dudó en calificarla como “de la más absoluta racionalidad”. Por cierto también les devolvió el guante a los responsables de los organismos de crédito al defender la buena fe de su gobierno: “No se ha prometido ni se comprometerá nada que resulte imposible de cumplir”. Al momento de explicar las causas profundas del endeudamiento Kirchner no dio nombres y apellidos pero su alusión tenía destinatarios claros: “La deuda es responsabilidad de los malos gobiernos de la Argentina y de quienes los prohijaron, protegieron y tomaron como modelos desde el exterior”.
Antes de la breve improvisación que motivó la ovación final, Kirchner tuvo un párrafo para reivindicar lo actuado por su gobierno en relación a la investigación del atentado a la AMIA. Como por ejemplo la apertura de los archivos secretos que rodean al caso y el levantamiento de la obligación de guardar silencio a los miembros de los servicios de inteligencia que participaron de la investigación del hecho. El tema no estaba incluido en el discurso impreso.
Sus últimas palabras rompieron el tono monocorde de toda la lectura. Incluso una cierta emoción se vislumbró en su voz. “No tengo micrófono, radio, ni televisión. Pueden seguir escribiendo”, advirtió a quienes dijo que seguramente volverían a agraviarlo por la pelea de “construir la identidad nacional”. Para que no quedaran dudas de con qué se enfrentarán, señaló que “las convicciones de generaciones que dieron todo, siguen intactas”.

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