A pesar de las presiones de Estados Unidos, el gobierno de Néstor Kirchner se abstuvo ayer en la votación contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. La decisión, continuación de la línea fijada por Eduardo Duhalde el año pasado, fue coordinada con Brasil y Paraguay y motivó una felicitación del gobierno de Fidel Castro. Sin embargo, no alcanzó para impedir que Cuba perdiera la votación.
Ayer por la mañana, la comisión reunida en Ginebra trató un proyecto elaborado por Honduras a instancias de Estados Unidos, en el que se exhorta a la isla a “abstenerse de adoptar medidas que podrían poner en peligro los derechos fundamentales, la libertad de expresión y el derecho a un proceso justo” y acusa al gobierno de Fidel Castro de imponer “una ola de represión sin precedentes”.
Argentina, Brasil y Paraguay fueron los únicos países de América latina que se abstuvieron de aprobar la resolución. El resto de los países vecinos –México, Costa Rica, República Dominicana, Honduras, Guatemala, Perú y dos socios importantes de Argentina, Chile, Uruguay– votaron a favor de la condena. El resultado fue favorable a la moción de condena por 22 votos a favor, 21 en contra y 10 abstenciones.
El canciller argentino, Rafael Bielsa, había explicado las razones de la abstención. “Los motivos por los cuales este año mantenemos la abstención no tienen nada que ver con hacerle un favor a Cuba. Son argumentos absolutamente racionales, porque Cuba no es el único país de América que no respeta los derechos humanos. Y estamos convencidos de que la condena no contribuiría a mejorar materialmente los derechos humanos”, había dicho Bielsa.
Con la decisión, el Gobierno retomó la línea inaugurada por Raúl Alfonsín 1987. Durante su mandato, el radical mantuvo siempre la abstención. Las cosas cambiaron con la llegada de Carlos Menem que, como parte de su política de alineamiento automático, cambió la tradición alfonsinista y votó en contra del gobierno de Fidel Castro.
La condena se repetiría durante la gestión de Fernando de la Rúa, a tal punto que Fidel Castro lo tildó públicamente de “lamebotas yanqui”. En el 2002, en su primer año de mandato, Duhalde también votó en contra, por lo que el entonces canciller Carlos Ruckauf fue caricaturizado en el diario oficial cubano, Granma, lamiendo la bota del Tío Sam.
Presionado por Kirchner, en aquel momento el candidato presidencial respaldado por el gobierno, al año siguiente Duhalde decidió cambiar su voto. Y en enero, ya instalado en la Casa Rosada, el patagónico anticipó a través del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que el voto en Ginebra sería de abstención. El cambio generó críticas desde Estados Unidos. El encargado del Departamento de Estado para América latina, Roger Noriega, manifestó su “preocupación” por el giro a la “izquierda” del gobierno kirchnerista.
Kirchner, sin embargo, se mantuvo firme y ayer la Argentina se abstuvo de condenar a Cuba. La decisión motivó un agradecimiento del gobierno cubano, comunicada a través de su canciller, Felipe Pérez Roque. “Cuba expresa palabras de reconocimiento para el gobierno de Paraguay, de Argentina y de Brasil. Comprenden que hay toda una manipulación en este tema, que esto está politizado, que es discriminatorio, que Estados Unidos lo que está intentando es apretar el cerco contra nuestro país.” Además de agradecer a los tres países, Pérez Roque cuestionó la actitud del gobierno de Vicente Fox, que rompió una antigua tradición mexicana de amistad con Cuba y votó a favor de la condena.
Más allá de las declaraciones y del voto de cada país, el resultado fue una victoria clara para Estados Unidos, impulsor principal del voto de condena. “Las democracias latinoamericanas demostraron otra vez su liderazgo global en las cuestiones de los derechos humanos. La comisión cumplió con su responsabilidad de señalar el no respeto por parte de Cuba de las resoluciones anteriores y su incumplimiento de las normas internacionales de derechos humanos”, señaló el portavoz del Departamento de Estado, Richard Boucher.