EL PAíS
La idea “ridícula” que en realidad sí existió
Duhalde dijo que la versión de que organizaba una segunda reunión de San Vicente era un chisme ridículo. Pero tres gobernadores juran que la estaba armando y ellos la pincharon.
› Por Felipe Yapur
El ex presidente Eduardo Duhalde calificó de “ridícula” la posibilidad de volver a encontrarse con gobernadores del PJ en San Vicente, en una especie de segunda parte de lo que el presidente Néstor Kirchner bautizó como “el grupo mausoleo”. Lo negó dos veces durante el reportaje que concedió a Página/12 y que se publicó en la edición de ayer. Sin embargo, tres mandatarios provinciales justicialistas y kirchneristas confirmaron a este diario que la invitación a la reunión existió y que se levantó ante la falta de quórum. Ninguno de los consultados dijo que podía entenderse como una derrota de Duhalde, simplemente aseguran que no es el tiempo adecuado para este tipo de disputas.
Durante la presentación y lanzamiento de la nueva empresa de energía estatal, los gobernadores tuvieron más que tiempo para hablar entre ellos. Habían esperado sin éxito que Kirchner los recibiera. El patagónico, en cambio, se entretuvo con los ejecutivos de Repsol YPF. En ese lapso que fue entre el arribo a la Rosada y el comienzo del acto, los mandatarios fueron consultándose unos a otros sobre la invitación a un nuevo encuentro como aquel que Duhalde mantuvo con el santafesino Jorge Obeid, el cordobés José Manuel de la Sota y varios legisladores en la quinta de San Vicente, donde piensan trasladar los restos de Eva y Juan Perón.
La situación tuvo cierto tono de comedia. Los gobernadores que no pueden ser considerados kirchneristas se acercaban a los más afines al Gobierno. Con cualquier excusa entablaban conversación y poco a poco tocaban el tema San Vicente. La idea que tenían éstos, según comentó a este diario un mandatario que exigió mantener el anonimato, era participar siempre y cuando los kirchneristas lo hagan, para así “evitar quedar mal con alguno de los dos”. Esto es Duhalde y Kirchner.
Los kirchneristas antes que responder a sus colegas prefirieron escuchar. Sin embargo, ya habían decidido rechazar el convite. En principio, porque saben que al Presidente no le interesa por ahora resolver el tema partidario y, justamente, uno de los objetivos de esa dichosa reunión era conformar un grupo de presión lo suficientemente fuerte como para obligar a Kirchner a aceptar ser el presidente del PJ.
“Si el Presidente acepta conducir el partido se termina su proyecto transversal. Yo, en lo personal, dudo de los transversales pero creo que Kirchner tiene todo el derecho a intentar darle movilidad al partido con la presencia de estos otros sectores”, confió a Página/12 un segundo gobernador K. La frase da cuenta de que, en el fondo, a algunos mandatarios más cercanos al Presidente les gustaría que se hiciera cargo de una buena vez del PJ. Sin embargo, saben que Kir-
chner está decidido a esperar antes de dar un paso en dirección a la presidencia del partido. Es más, es posible que comience recién a dar muestras de su decisión una vez que se renueven las Cámaras legislativas el próximo año. Hoy por hoy, el Presidente tiene una representación menor y todavía heterogénea en el Congreso.
Poco antes de que ingresara Kirchner al Salón Blanco para dar comienzo al acto de lanzamiento de la empresa estatal de energía, ya se había generalizado la idea de que la segunda parte de San Vicente había muerto antes de nacer. “Es mejor que Duhalde se reúna con Kirchner, arreglen sus diferencias y después vemos”, fue la frase más repetida entre las tres filas de sillas ocupadas por los gobernadores. No todos piensan así. Todavía hay quienes veían este nuevo encuentro como un respaldo o un plafond más institucional partidario para continuar con su pelea con el Presidente. Este es el caso del cordobés De la Sota y del santafesino Obeid. Ambos mantienen una fuerte disputa, en parte por la Ley de Coparticipación pero también por los permanentes coqueteos de Kirchner con los intendentes transversales Luis Juez de Córdoba y el rosarino Miguel Lifschitz.
Cuando los números mostraron que las ausencias sobrepasaban holgadamente a las presencias, el encuentro fue levantado de hecho. Sin embargo, ninguno de los mandatarios consultados se atrevió a pronunciar la palabra derrota para calificar el resultado de la movida de Duhalde. “Está más que claro. El país no se banca disputas innecesarias”, reconoció a este diario uno de los gobernadores que más conoce al Presidente.
“No quiero saber más nada de este tema. Hay que concentrarse en gobernar”, se quejó el entrerriano Jorge Busti. Su frase, sin duda, puede ser utilizada a modo de conclusión por alguno de sus propios colegas.