EL PAíS
› LA RELACION ENTRE EL EJECUTIVO Y LA CAMARA BAJA
Díaz Bancalari, el elegido
El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño, quiso convertirse en el hombre de confianza de Kirchner, pero el jefe del bloque del PJ le quitó el puesto. La pelea no terminó.
› Por Felipe Yapur
Desde el mismo momento en que asumió la presidencia, Néstor Kirchner repitió una costumbre que trajo desde Santa Cruz: mantener una relación distante con los legisladores. Por lo tanto, sólo se comunica con el Congreso a través de un vocero. Ese lugar, que se transforma entonces en un espacio de poder, fue codiciado por el titular de la Cámara baja, Eduardo Camaño. Para su desgracia, el elegido fue el jefe del bloque del PJ, José María Díaz Bancalari. Esto desató una sorda pelea por debilitar la figura del bonaerense que provocó una fuerte reacción desde la Rosada. “Nuestro hombre en el Congreso es Díaz Bancalari”, aseguró a Página/12 uno de los ministros más cercanos a Kirchner.
“Para entendernos con el ‘Negro’ sólo necesitamos mirarnos”, afirmó el funcionario que ocupa una de las oficinas cercanas al despacho presidencial. La frase da cuenta del respaldo y la confianza que tiene el bonaerense, quien desde un primer momento fue cuestionado por sus compañeros duhaldistas. “Lo vemos muy kirchnerista”, repetían durante los primeros días de la gestión del patagónico.
Por esa misma época, y tras descubrir cuál era la costumbre del Presidente, Camaño comenzó a tejer relaciones para convertirse en la voz presidencial entre los diputados oficialistas. No tuvo éxito. Kirchner ya había optado por Bancalari. Al duhaldista le achacaban, y con razón, el poco respaldo que le había dispensado a la por entonces candidatura presidencial de Kirchner. No estaban errados. Camaño, frente a sus colaboradores, solía criticar el discurso del patagónico. Sostenía que, a diferencia de Carlos Menem, no lograba llegar a los sectores populares. Entre los legisladores del bloque se suele asegurar que el 27 de abril, Camaño apostó por el riojano.
“No necesita golpear para entrar al despacho del Presidente”, repiten en las oficinas de la Rosada sobre la confianza que tienen por esos pagos con el hombre de San Nicolás. Ello no evitó que la paciente tarea por “esmerilar” a Bancalari se detuviera. Camaño supo aprovechar el cargo que ejerce para conseguir lealtades. Como presidente del cuerpo, el duhaldista no sólo resuelve problemas domésticos de los legisladores, sino que también destraba designaciones, promociones de los empleados de los diputados e incluso la presidencia de una u otra comisión parlamentaria. Esto, sin duda, genera favores que se cobran.
No se pagan con dinero. El juego político en el recinto implica responder a las directivas de Camaño antes que a las de Bancalari. Eso, para un presidente de bancada significa marchitar su condición de jefe. Sobre este tema hay varias ejemplos.
El 28 de abril pasado, el bloque del PJ bajó al recinto decidido a votar una serie de leyes referidas al incremento de penas. El fallo en la identificación de legisladores del PJ a la hora de votar provocó la caída no sólo de la votación sino también de la sesión. Ese día, Camaño se opuso a rever la votación a pesar de que había validado el voto de dos legisladores que no figuraba en el panel electrónico. A simple vista, el PJ fue derrotado por un voto, ya que la justicialista Blanca Osuna aparecía entre los que se habían abstenido. Camaño se negó a atender la recriminación de la entrerriana que le gritaba desde su banca que no había logrado votar y pedía que tomara en cuenta su respaldo a la habilitación del debate. Así, la responsabilidad del fracaso recayó en Bancalari.
No termina allí la pelea. Cada vez que pueden, diputados que responden a Camaño lanzan sapos y culebras contra la supuesta incapacidad de Bancalari de gestionar un encuentro entre el Presidente y el bloque. En la Rosada comprenden que una reunión aplacaría los ánimos de los legisladores, algo que también reclaman en el Senado aunque con menos vehemencia. Sin embargo, reconocen que nada pueden hacer ante la resistencia de Kirchner. Sostienen que el Presidente se niega a “blanquear” en un encuentro de estas características a legisladores como Graciela Camaño y Carlos Ruckauf, a los que le vendría bien una foto con Kirchner.