Vie 05.04.2002

EL PAíS  › LA CAMARA DE CASACION REDUJO LA PENA DE EMILIO ALI Y SALIO EN LIBERTAD

Justicia después de dos largos años

El tribunal absolvió al piquetero del delito de extorsión, por el que fuera condenado, y redujo su pena a dos años y tres meses. Alí había cumplido un año y 11 meses. El joven marplatense había encabezado un pedido de comida a un supermercado.

› Por Laura Vales

Ayer a las ocho y cinco de la noche, después de pasar un año y once meses en prisión, Emilio Alí salió en libertad. Un fallo de la Cámara de Casación bonaerense, firmado como consecuencia de la presión de las organizaciones de desocupados, redujo su condena a 2 años y tres meses de detención. Los camaristas consideraron que la sentencia inicial (cinco años y medio por encabezar un pedido de comida a un supermercado) no estaba fundada y que el detenido, inocente del delito de extorsión, debía ser liberado. Alí escuchó la notificación oficial con el estómago revuelto por la ansiedad y los ojos rojos por la falta de sueño. “Los nervios no me dejaron dormir”, le dijo a Página/12 en la cárcel de Gorina, mientras esperaba que se terminara de llenar la planilla del servicio penitenciario. El jefe de la Unidad le preguntó si ya tenía listo el bolso con sus cosas, pero Alí había usado las últimas horas de la tarde para dejárselas a los otros presos y explicó que se iría sólo con lo puesto. “Los felicito por la lucha”, dijo entonces el jefe Ricardo Lindner al grupo de piqueteros, abogados y amigos que habían ido a buscarlo.
Como corresponde a estos tiempos, el día había empezado lleno de incertidumbre. “Parece que lo liberan”, avisó en el teléfono un amigo de Alí con aire de persona al tanto de cómo van las cosas. Los abogados y un grupo con Luis D’Elía y Juan Carlos Alderete ya iban camino al penal.
Las dos organizaciones piqueteras –la Federación de Tierra y Vivienda de la CTA y los desocupados de la Corriente Clasista y Combativa– venían negociando la liberación con el Gobierno desde hace tres meses. Las conversaciones se abrieron en enero, luego de la marcha desde la Matanza hasta Plaza de Mayo, cuando los piqueteros empezaron a discutir la ampliación de los planes de empleo y de la asistencia alimentaria. Como condición para la firma del acuerdo los desocupados plantearon que Alí debería estar en la calle.
A principios de marzo se intentó la vía de un indulto sancionado por la Legislatura bonaerense. El tema parecía atado, pero el día de la sesión los diputados del PJ y la UCR se negaron imprevistamente a tratarlo.
Como respuesta hubo nuevos cortes de ruta, con un piquete central en La Matanza y protestas simultáneas en distintos puntos del interior del país. El reclamo duró cinco días y se levantó ante una nueva promesa: la Justicia se expediría sobre el caso Alí con rapidez; en el caso de que no redujera la condena, el PJ en el Congreso sí trataría el indulto. Ayer por la mañana los abogados de Alí Horacio Meguira y Marcelo Ponce fueron convocados para notificarse del fallo de la Justicia.
Alí se levantó temprano. Se metió en la cocina y preparó la comida del día, un poco porque eso es lo que solía hacer en la cárcel de Gorina y otro para calmar la espera. Pasó la tarde con algunas visitas en una de las oficinas del penal, una sala no muy grande, con paredes blancas, fotos del Papa y estampitas debajo del vidrio de un único escritorio. A las tres vio por televisión una placa anunciando que ya estaba en libertad. “La televisión dice que me soltaron”, contó a sus abogados por teléfono. Pero ellos, al margen del puro rumor, todavía no sabían qué diría la sentencia. “Es muy posible que sea favorable, pero todavía no pudimos verla. No vayan a la cárcel”, pidieron los letrados a los piqueteros. Y poco antes del mediodía la pequeña caravana de automóviles salida de La Matanza tuvo que cambiar de rumbo. Los piqueteros de la FTV y la Corriente se instalaron en el local de ATE a esperar novedades. A las cuatro de la tarde, el gobernador Felipe Solá se comunicó con D’Elía y Alderete confirmó que esta vez las expectativas no eran equívocas.
El fallo de la Sala I del Tribunal de Casación Penal bonaerense redujo a dos años y tres meses la condena. Absolvió a Alí por la pena de extorsión, quitó también la tentativa de hurto y consideró que no había existido daño en relación al supermercado. El episodio juzgado ocurrió el 5 de mayo del 2000, en la sucursal marplatense de Casa Tía, cuando en el marco del paro general contra la reforma laboral y el modelo económico decretado por laCTA y la CGT Rebelde, el dirigente junto a un centenar de desocupados manifestó frente al local en reclamo de alimentos.
En el fallo de Casación no hubo una postura unánime. Los abogados Meguira y Ponce explicaron que a pesar de la reducción, los camaristas Carlos Natiello y Horacio Piombo opinaron que la presencia de los manifestantes frente al supermercado fue en sí misma un hecho coactivo. El criterio implica que cualquier manifestación puede ser considerada como una amenaza. Meguira y Ponce, que trabajaron en el caso junto a su par Juan Carlos Capurro, anticiparon que apelarán este punto del fallo ante la Corte Suprema. El objetivo es llevar el caso, si es necesario, ante los tribunales internacionales.
El camarista Benjamín Sal Llargués votó en disidencia. Como cuestión central, colocó el pedido de comida al supermercado en el contexto de la situación social en la que se realizó. Según los defensores, Sal Llargués se refirió a “la corrupción generada dentro del Gobierno como un elemento de contrapunto de la situación de necesidad de la gente”. El juez criticó la actuación del tribunal oral marplatense, al que reprochó haber dictado su dura condena con argumentos teóricos contradictorios.
La libertad de Alí fue confirmada poco después de las seis de la tarde. Mientras la caravana de piqueteros y abogados marchaba a la cárcel de Gorina, en La Plata se escuchaban las primeras repercusiones. “Me alegro de que la Justicia haya tomado esta decisión de acortar la pena de Emilio Alí, porque yo en su momento había dicho que me parecía excesiva con relación a lo que realmente había ocurrido”, dijo el gobernador Felipe Solá, quien en marzo había actuado como el principal freno para la sanción del indulto.
Para Luis D’Elía, la reducción de la pena “es una prueba de que la condena contra Alí fue una sanción ejemplificadora, un fallo eminentemente político”. Junto con Alderete, ayer a la noche evaluaban las posibilidades de iniciar algún tipo de denuncia contra los jueces marplatenses, punto que analizarán los abogados de la CTA.
Alí y los piqueteros pudieron encontrarse cara a cara minutos antes de la liberación, en la pequeña oficina donde Emilio había esperado la confirmación de la noticia. Fue un festejo casi íntimo, de no más de diez personas, con pocas palabras en un clima muy cargado de emoción. Alí llevaba una camisa a cuadros, un pantalón de jean y una cruz en el cuello. Ya había hablado por teléfono con su mujer y se tomó unos minutos para despedirse de los otros presos. Después se abrazó a los piqueteros y salió a la calle. Afuera lo esperaban las cámaras de televisión, un grupo de militantes y los preparativos de un acto en la ruta con que este sábado los desocupados de La Matanza festejarán su liberación.

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